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El temperamento anarquista en el vórtice de la historia

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El individualismo como yo lo siento, comprendo y lo entiendo, no tiene por fin ni el Socialismo, ni el Comunismo, ni la humanidad. El individualismo tiene por fin a sí mismo. Que continúen si quieren los cerebros atrofiados del positivismo spenceriano creyéndose Individualistas sin darse cuenta que su venerado maestro es un anti-individualista por excelencia, ya que no es más que un radical monista, y como tal, amante apasionado de la unidad y enemigo jurado de la particularidad. Él, como todos los científicos y filósofos más o menos monistas, niega toda distinción o diversidad; y para afirmar la ilusión sacrifica la realidad. Su esfuerzo se dirige a mostrar como realidad la ilusión, y la ilusión como realidad. Él no pudiendo comprender lo diverso, lo particular, sacrifica uno u otro ante el altar de lo universal. Él combate el Estado en nombre del individuo, pero al igual que todos los sociólogos de este mundo, vuelve a sacrificarlo bajo la tiranía de otra sociedad libre y perfecta, ya que él combate, es cirto, el Estado, pero lo combate solamente porque tal como es no funciona como a él le gusta.

Renzo Novatore

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Fuente: http://exnihilo.noblogs.org/post/2015/11/25/el-temperamento-anarquista-en-el-vortice-de-la-historia/


[Libro] Apuntes sobre el anarquismo español

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A la hora de analizar el movimiento anarquista español tenemos que considerar que a partir de un cierto momento histórico se le ha asimilado de una manera errónea con el anarcosindicalismo, sobre todo desde 1910, fecha en la que se fundó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). En realidad, el anarcosindicalismo es la aplicación práctica en el terreno laboral de algunas de las ideas anarquistas.

Desde que la clase trabajadora empieza a organizarse de una manera masiva, las reivindicaciones laborales quedan en manos de los sindicatos y las reivindicaciones políticas en las de los partidos. La CNT cambia esta división de roles. Desde su fundación, la CNT se ha definido como una organización integral, que no solo pretende mejorar la calidad de vida de los asalariados sino, también, transformar la sociedad. Es decir, la fuerza revolucionaria de las masas trabajadoras no necesita partidos que sustituyan su capacidad de decisión.

«La CNT no entra en la lucha por el poder político, sino que propone la reorganización de la sociedad desde abajo, desde la periferia, ofreciendo a todos la posibilidad de participar directamente en las funciones del autogobierno de cada uno de los sectores que componen la realidad social.»

Si bien todos los anarquistas no participaban ni participan en la CNT, antes de la Guerra Civil Española sí lo hacía la mayoría. Es el contexto histórico y la acción de sus militantes, lo que va a definir diferentes estrategias. Se podría decir, que los anarquistas han utilizado a la CNT como medio para difundir sus ideas y mantener una línea de lucha eminentemente revolucionaria.

Por supuesto, las formaciones anarquistas siempre han sido más variadas, innovadoras y plurales que el propio anarcosindicalismo, más centrado en las reivindicaciones del mundo del trabajo.

Kropotkin define así su concepción del anarquismo:

«Anarquismo (del griego an, y arke, contrario a la autoridad), es el nombre que se da a un principio o teoría de la vida y la conducta que concibe una sociedad sin gobierno, en que se obtiene la armo­nía, no por sometimiento a ley, ni obediencia a autoridad, sino por acuerdos libres establecidos entre los diversos grupos, territoriales y profesionales, libremente constituidos para la producción y el consumo, y para la satisfacción de la infinita variedad de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado. […] En una sociedad desarrollada sobre estas directrices se llegaría a substituir al Estado en todas sus funciones. […] Representarían una red entretejida, compuesta de una infinita variedad de grupos y de federaciones de todos los tamaños y grados, locales, regionales, nacionales e internacionales, temporales o más o menos permanentes, para todos los objetivos posibles: producción, consumo e intercambio, comunicaciones, servicios sanitarios, educación, protección mutua, defensa del territorio, etcétera; y, por otra parte, para la satisfacción de un número creciente de necesidades científicas, artísticas, literarias y de relación social.»

Definición de anarcosindicalismo por Germinal Esgleas:

«EL anarcosindicalismo es un medio de organización y un método de lucha y de acción directa de los trabajadores que tiene sus raíces en los postulados de la Primera Internacional y en los del sindicalismo revolucionario. Se inspira en fuentes esencialmente fede­ralistas y anarquistas y, con neta actuación revolucionaria y clara orientación libertaria en la práctica. Tiende constantemente a conquistar las máximas mejoras en todos los sentidos para la clase obrera, con miras a su integral emancipación, la supresión de todo genero de explotación y de opresión del hombre por su semejante o por una institución cualquiera; al mismo tiempo lucha por la abolición de todo capitalismo y de toda forma de Estado. Opuesto irreductiblemente a los sistemas sociales y políticos actualmente imperantes, propugna la transformación radical de las sociedades y regímenes en ellos asentados, y la instauración de un medio social de convivencia humana basado en los principios del socialismo libertario.»

«El anarcosindicalismo no es una doctrina ni una filosofía. Su contenido teórico lo extrae del socialismo humanista y principalmente del anarquismo, en cuyos postulados de defensa integral de la personalidad humana, de la libertad, de la solidaridad, del apoyo mutuo y de la asociación voluntaria y federativa, halla su mas sólido fundamento.»

Descargar Libro [PDF]

Grupo Pensamiento Crítico
http://www.grupopensamientocritico2014.blogspot.com.es/

«Destruirlo todo» | Libro maldito de la anarquía

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  [EXTRACTO DEL CATECISMO REVOLUCIONARIO: EL LIBRO MALDITO DE LA ANARQUÍA]

Próximamente, estará disponible tanto en formato digital como físico. 


parablogCATECISMO

«Al abandonar Rusia, decidió fabricarse un retrato a medida de los históricos conspiradores al estilo de los carbonarios o los jacobinos franceses. Casi todo era fruto de una gran falsificación; aseguró que provenía de una familia de intelectuales, pero en realidad su padre era camarero y pintor de brocha gorda y su madre hija de campesinos siervos. Tenía la fuerza y la arrogancia, pero carecía de ejército. El clima en San Petersburgo debió parecerle insuficiente y sin el ardor guerrero con el que soñaba: ¡Después de los decembristas todos se abandonaron a las teorías!, afirmó más tarde. Además, antes de partir hizo correr el rumor, gracias a una nota escrita de su puño y letra (que dijo haber sido arrojada desde un vehículo policial, algo por supuesto falso, de que había sido detenido, acusado de actividades conspiradores y conducidos a una cárcel secreta. Nechayev, de este modo, se forjaba en su país una reputación de peligroso líder de la facción más extremista de la juventud revolucionaria. Su intención, sin embargo, era llegar hasta Ginebra rodeado de este halo de secretismo y notoriedad para conocer al gran líder del anarquismo, el hombre considerado como príncipe de la bandera negra, Mijaíl Bakunin.

«¡Y empezará la revuelta! Se armará un follón como todavía no se ha visto en el mundo... Se cubrirá de tinieblas Rusia, llorará la tierra por los antiguos dioses... Bueno, nosotros pondremos en su lugar... ¿a quién?... ¡A usted (Stavrogin), a usted!»

Su fama le precedía. Bakunin, tras pasar doce años en cárceles de Austria, Rusia y Siberia, había logrado escapar y alcanzar territorio japonés. Allí, tras una odisea en la que vivió escondido y fue socorrido por sus contactos, viajó hasta San Francisco, donde llegó en el otoño de 1861. Nada más pisar suelo americano, escribió a su gran amigo y colaborador Herzen, que vivía en Londrés, anunciándole que lo más rápidamente que le fuese posible iba a encontrarse con él. Allí estaba otro de sus fieles amigos, el incansable Ogarev. No había tiempo que perder y Bakunin, una vez que desembarcó en el puerto de Liverpool, tomó el primer tren hacía la capital, irrumpiendo en la casa de Herzen justamente una noche del año nuevo, cuando todos estaban cenando. «¿Qué? ¡Os estáis convirtiendo en unas otras!, exclamó Bakunin nada más hacer su aparición y contemplar la tranquila escena. Es malo estar echado. ¡Arriba! Tenemos mucho trabajo», concluyó. Herzen, en Mi pasado y mis pensamientos, recordó la impresión que le produjo el reencuentro con el gran luchador anarquista: «En nuestro seno, Bakunin se recuperó de nueve años de silencio y soledad. Discutía, predicaba, daba órdenes, chillaba, componía, organizaba, exhortaba, el día entero, la noche entera, las veinticuatro horas. En los breves momentos de reposo se abalanzaba sobre su escritorio y, tras limpiar de ceniza de tabaco un pequeño espacio, empezaba a escribir cinco, diez, quince cartas Semipalatinsk y Arad, a Belgrado y Constantinopla, a Besarabia, a Moldavia y a la Rusia Blanca. A mitad de una carta tiraba la pluma para refutar a un reaccionario dálmata y, sin terminar su discurso , la cogía nuevamente para seguir escribiendo. Esto le era, naturalmente, más fácil cuando escribía sobre un mismo tema. Su actividad, su ocio, su apetito, como todas sus demás características -tales eran su gigantesca figura y su continuo sudar- eran de proporciones sobrehumanas, e incluso, ya viejo, se conservaba como un gigante de leonina cabeza y despeinada melena».

«Toda situación extremadamente vergonzosa, completamente degradante, detestable y, sobre todo, ridícula, en que me he hallado en mi vida ha despertado siempre en mí, junto con una cólera desmedida, un deleite indescriptible»

En Marzo de 1869, provisto de un pasaporte falso, Nechayev cruzó la frontera y nada más llegar a Ginebra contactó con Bakunin. «Era una abrumadora y sin par combinación de fanático, fanfarrón y maleducado», afirmó E. H. Carr. Jugaba sobre seguro; la prodigiosa habilidad para fantasear e imaginar grupos secretos inexistentes o para afirmar que se trataba de gigantescas organizaciones clandestinas potencialmente devastadoras, hizo que Nechayev, en plena confidencia entre camaradas, le confesase que había llegado hasta Suiza con una misión: en calidad de representante de lo que llamó el Comité Revolucionario Ruso, con sede en San Petersburgo, que estaba preparando los días previos a la insurrección en aquel país. (Todo apunta a que ésta potente organización era una farsa. Sin embargo, existe algún autor que sostiene que en San Petersburgo Nechayev contó con una sólida organización secreta que llegó a tener aproximadamente cuatrocientos militantes, repartido entre estudiantes de distintas facultades, lo cual desmentiría la opinión mayoritaria que sostiene que todo se debió a un deliberado fraude que tenía como objetivo ganarse ante Bakunin una reputación de revolucionario profesional) La revolución necesitaba de Bakunin. 

La impresión que le causó al mítico líder fue formidable; Bakunin, que sentía que su tiempo se consumía pero que no había perdido un ápice de su arrolladora fuerza, vio en aquel chico un heraldo, la señal de que por fin el viejo mundo se precipitaba hacia su ocaso. Bakunin, absorto y fascinado, creyó cuanto decía. En el fondo son muy similares, aunque Nechayev es mucho más joven. Se ha fraguado su carta de presentación a base de mentiras, creándose una leyenda: la leyenda de que con él la revolución es posible. Y, con ello, pide ayuda a Bakunin para hacer la revolución. Y Bakunin muy despegado de la realidad rusa le cree. Lleva demasiado tiempo e Suiza, y la gente de la que se rodea, como Zhukovski, Ogarev o Utin, ya son muy europeos. Su imaginación es tan intensa como de la que siempre hizo gala Bakunin. Pero en él esa imaginación está teñida de una sensación profunda de fraude. Ciertamente su abnegación y su ciega dedicación a la causa producen una imagen de revolucionario romántico, que ningún revolucionario contemporáneo podría soñar con poseer, con lo cual, al menos, tienen garantizado su personal Olimpo en la mística revolucionaria. En sus cartas Bakunin le llama «Boy» (aún recordaba algunas palabras en Inglés de su estancia en Londrés), firmando él mismo con el nombre femenino de Matrena (en un momento dado, Bakunin advierte:

«El Boy debe permanecer ajeno... Procurará espiarte, sonsacarte... No te dejes aprisionas en sus redes. Engañale sin escrúpulos... ¡Guárdate del Boy! […] No es un canalla, pero cuando cree actuar en provecho de la causa, nada le detiene. Introducido en tu intimidad, te espiará, te calumniará, abrirá tus cajones, leería tu correspondencia, y cuando una carta le pareciese interesante, es decir, comprometedora, no vacilará en robártela. Si le presentas a un amigo, inmediatamente se prepondrá enemistaros. Su primer móvil es siempre sembrar el odio y la discordia. Si tienes una hija o una hermana intentará seducirla, hacerle un chico para arrancarla a las leyes morales de la familia e inducirla a un protesta revolucionaria contra la sociedad, Su única excusa es su fanatismo.: ha identificado completamente su propia persona con la causa de la revolución. Es un gran ambicioso, pero no un egoísta atento al medro personal, porque lleva una vida de mártir, de privaciones, de trabajo. Cuando hay que servir a la causa, no vacila ni se detiene ante nada. Es un fanático abnegado, pero al mismo tiempo un fanático peligroso».

El revolucionario nato que siempre fue Bakunin, su llama, arde con inusitada intensidad. Ya sueña con una revolución en Rusia. El cariño y afecto que le inspiró, generó una de las alianza más célebres de toda la historias de las ideas. Ambos, metidos de lleno en un enorme frenesí, en los siguientes meses redactaron cerca de una docena de manifiestos, cartas y panfletos destinados a sus camaradas revolucionarios del mundo entero. Tan sólo un mes más tarde de la aparición de Nechayev, un exaltado Bakunin confesaba por carta a su colega Guillaume lo siguiente: «Tengo aquí conmigo a uno de esos jóvenes fanáticos que desconocen las dudas, que nada temen y que han decidido de modo absoluto que muchos, muchísimos de ellos, deberán perecer bajos los golpes del gobierno, pero que no por ello se detendrán, hasta que el pueblo ruso se rebele. Son magníficos estos jóvenes fanáticos, creyentes sin dios, héroes sin palabrerías».

La confianza y fe que Bakunin depositó en él fue tal que le entregó una tarjeta que debía servirle como salvoconducto, un documento gracias al cual todos los revolucionarios del mundo deberían acudir en auxilio de Nechayev (esconderlo, protegerlo, financiarlo); la tarjeta se convirtió en uno de los grandes misterios de la historia de los grupos armados, las sociedades secretas conspirativa y el terrorismo, ya que decía lo siguiente: «El portador de éste documento es uno de los representantes acreditados de la Sección Rusa de la Alianza Revolucionaria Mundial. Num. 2771». Junto a la firma de Mijaíl Bakunin, llevaba estampado el nombre de Alianza Revolucionaria Europea. Comité Central. No existe prueba alguna de la existencia de ésta sociedad secreta, ni por supuesto del Cómite Revolucionario Ruso, pero desde entonces, escritores, historiadores e investigadores se han hecho la misma pregunta: ¿existirían acaso otros 2770 miembros que, repartidos por todo el mundo, conspiraban para la victoria final?

«Yo amo la belleza. Soy nihilista, pero amo la belleza. ¿Acaso los nihilistas son incapaces de amar la belleza? Lo que no aman son los ídolos, pero yo a un ídolo. ¡Usted es mi ídolo […] Usted es el hombre que necesitamos […] Usted es mi caudillo, mi sol, yo soy su gusano».

Nechayev era intenso, arrogante y astuto. A Herzen, que lo visitó por aquellas fechas, le causó un gran desagrado su actitud fanática y despreciativa. No todos pensaban lo mismo, Ogarev, en cambio, se hallaba completamente seducido por Nechayev. Herzen, en absoluto se sentía solidario con aquel nuevo movimiento de jóvenes nihilistas que él, indirectamente, había inspirado; su furia contra el viejo mundo era de otra clase y su famosa frase «la aniquilación de lo viejo es el engendramiento del porvenir» no tenía nada que ver con la dinamita y el terror. A los ojos de esos jóvenes, Herzen y tantos otros (Bakunin incluido) se había vuelto blandos y viejos. Los veían como un grupo de apóstoles, fanáticos y fanfarrones.212897651-a52e5

A pesar de la desconfianza que generaba el recién llegado, poseía un intenso carisma y una inusitada capacidad de convencimiento. Era taxativo, recio, sin atisbo de humor, prefigurando en sí mismo la crudeza de la revolución venidera. Junto a Bakunin, aseguraba estar sellando el futuro de la humanidad. Herzen, sobrecogido, vio a su viejo colega fuera de sí, más agitado que nunca y al borde del colapso. Muchos advirtieron a Bakunin de la vertiginosa etapa en que se hallaba y del riesgo que implicaba deslizarse por la pendiente junto a su nuevo amigo. Fue entonces cuando vio la luz El catecismo revolucionario, uno de los documentos que, a modo de manifiesto político sobre el estilo de vida del revolucionario profesional y su estrategia política, ha pasado a la historia como uno de los textos más violentos y amorales de todos los tiempos. Un libro maldito, excesivo, el texto fundacional de una nueva religión. Para el historiador libertario Paul Avrich «constituye la mayor declaración de un credo revolucionario que ha ocupado, durante más de un siglo, un puesto prominente en la historia revolucionaria». Peter Marshall, por su parte, en su libro A History of anarchism, lo califica como «uno de los documentos más repulsivos en la historia del terrorismo», sirviendo de inspiración a figuras clave en la historia del terrorismo contemporáneo como el alemán Johann Most, que lo reimprimió y difundió poco después, justo en el momento en que estaba introduciendo innovaciones a la violencia revolucionario, como la carta-bomba (Johann Most merecería un libro entero, sin duda. Most, en su perfeccionamiento y puesta a punto del terror, imaginó bombardeos contra sus enemigos desde el aire. Un puñado de activistas, a bordo de dirigibles, lanzarían bombas sobre las cabezas de reyes, zares y aristócratas. En su periódico Freiheit -5 de mayo de 1883-, aseguró que este tipo de acción podría realizarse en el transcurso de desfiles militares. Según él, sería imparable. El asesinato de Ivanov le dio también algunas ideas sobre qué hacer con los chivatos: «Cuando seamos más fuertes, actuaremos contra ellos; un partido en guerra no puede tolerar traidores en sus filas. Que se vayan al diablo las posturas pusilánimes, falsamente humanitarias. ¡ Viva el odio! ¡Viva la venganza!»).

Del viejo mundo no debía quedar piedra sobre piedra. Precisamente, esta fue una de las etapas más extrañas en la trayectoria de Bakunin, quien hasta ese momento no había expresado una fe tan extrema en la violencia revolucionaria. Tres años antes de la publicación de El Catecismo revolucionario, había escrito otro catecismo, El Catecismo nacional, en que reconocía que «en el inicio (cuando el pueblo, con justa razón, espontáneamente se vuelve contra sus torturadores la revolución será aparentemente sangrienta y vengativa. Pero en fase no durará mucho y nunca degenerará en un terrorismo frio y sistemático... Será una guerra, no contra hombres particulares, sino de entrada contra las instituciones antisociales de las cuales sus poderos y privilegios dependen». En su último punto, adelantaba una de las ideas constantes en el pensamiento de Bakunin: «la sociedad secreta internacional. En el sentido de prepararse para esta revolución será necesario conspirar y organizar una fuerte asociación secreta coordinada por un núcleo internacional». ¿Fue este el antecedente de la pretendida, aunque ficticia, Alianza Revolucionaria Europea, que tenía hasta su propio (y también ficticio) Comité Central, que llegaría tres años más tarde gracias a la aparición del misterioso Nechayev? Las diferencia entre uno y otro texto son importantes; El catecismo de 1866 afirmaba que la violencia debía dirigirse principalmente, contra las instituciones y no contra las personas. Las bajas eran inevitables. Bakunin no estaba proclamando algo que no estuviera implícito en todos los manifiestos revolucionarios de la época, donde el levantamiento no podía llevarse a cabo sin una violencia organizada. El derramamiento de sangre resultaba, por lo tanto, inevitable, pero el viejo líder no justificaba el terrorismo sistemático defendido por Nechayev y, posteriormente, por los nihilistas pertenecientes a Naródnaya Volya (La voluntad del Pueblo). A pesar de que en distintos momentos de su vida Bakunin defendió al ladrón y al criminal como enemigo del orden y un potencial aliado, afirmó que la violencia debía organizarse estrictamente, ya fuese por medio de un ejército popular revolucionario (revolución de 1848) o por comités.Refusal_of_Confession_Ilya_Repin-3dc74

Pero han pasado tres años desde aquel texto. En 1869, muy influenciado por su alianza con el recién llegado, su transformación, advertida por su colega Herzen y muchos otros, resultaba evidente. En Los principios de la revolución, un texto publicado ese mismo año al calor de El Catecismo revolucionario, encontramos una cita que bien podría haber sido suscrita por Nechayev: «No reconocemos otra acción que la destrucción, aunque admitimos que las formas en que tal acción se manifieste serán extraordinariamente variadas: el veneno, el cuchillo, la soga, etc». Todo pareció venirse abajo con la aparición del intenso Nechayev; había llegado el gran momento, y sin tiempo que perder los revolucionarios debían infiltrarse entre los sectores criminales, aprender de ellos, de su estilo de vida y determinación, dirigirlos hacia la desestabilización del Estado. Hacia el deseado fin del viejo mundo.

«El Dios ruso ya se ha vendido al vodka barato. El campesinado está borracho, las madres están borrachas, los hijos borrachos, las iglesias vacías, y en los tribunales lo que uno oye es: “O una garrafa de vodka o doscientos latigazos”. ¡Oh, que crezca esta generación! ¡Lo malo es que no podemos esperar; de lo contrario habría que permitirles emborracharse aún más! ¡Ay, qué lástima que no haya proletariado! Pero lo habrá, lo habrá».

 

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 FUENTE: http://exnihilo.noblogs.org/post/2015/12/20/destruirlo-todo-libro-maldito-de-la-anarquia/ 

Por el aniversario de Malatesta. Una carta de Luigi Fabbri

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La Antorcha, año IV, N. 117, Buenos Aires, viernes 1 de febrero de 1924

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Bolonia, noviembre 3 de 1923
 
Queridos amigos:
 
Yo no sé si la idea de rememorar la fecha en que nuestro Enrico Malatesta cumple su septuagésimo año — 4 de diciembre de 1923 — encontrará la aprobación de la persona misma que vamos a homenajear. Tengo el presentimiento de lo contrario. . . 
 
Recuerdo que en una ocasión análoga, por el cumpleaños de una persona por nosotros querida, él me decía: “es curioso que tengamos que felicitar a una persona por que ha envejecido un año más!” Me parece, al contrario, que tendríamos que expresarle nuestras condolencias”. . .
 
Pero en el caso de Malatesta no me parece que se corra el peligro de ofenderlo, aun en el caso de no estar de acuerdo con nuestros hábitos convencionales, porque él es una excepción de la regla. De Malatesta se podría decir que los años pasan, pero él no envejece. Tiene la suerte de mirar las cosas, aun las más desconcertantes, a través de un optimismo tan sano y fresco como solamente los jóvenes suelen tenerlo, por eso jamás tiene prisa.
 
Pocos meses ha yo lamentaba con él la tristeza de estos años, el trabajo pasado que hoy aparece perdido o hecho inútilmente, sobre nuestro movimiento disperso, detenido . . . y él, que me estaba escuchando, comprendía y quizá también admitía el alcance de los males que yo deploraba, pero sin lamentarse mayormente y con toda serenidad, acompañando las palabras a una filosófica encogida de hombros, interrumpió así mi geremiada: “¿Te desesperas por eso?Cominceremo da capo! (Volveremos a empezar!)”
 
¿Cómo, sin sentirse joven, sin serlo profundamente en el alma y en los sentimientos, se podría tener la paciencia y la voluntad de volver a empezar después de medio siglo de trabajo, después de tantos dolores y de tantas derrotas?
 
Y bien, queridos amigos, homenajeando a este hombre, admirable ejemplo de rectitud y de carácter, en un siglo saturado de vileza y de debilidad moral, vosotros, en cierta manera festejaréis la perenne juventud de su espíritu, símbolo de todas las esperanzas nuestras que no quiere morir y que no morirá a pesar del arreciar de la tempestad, y digno representante de un movimiento y de un ideal que, al pasar de los años, lejos de envejecer, resplandece siempre de una mejor juventud.
 
Ciertamente, sus escritos, aun los más breves y ocasionales, brillan siempre por su claridad, casi diría transparente; pero solamente su conversación puede dar, al que quiera conocer a este hombre, una idea de la influencia que él ha ejercido en su derredor por más de cincuenta años de propaganda. Ese su optimismo juvenil, ingenuo a veces, pero jamás irracional, se comunica a quien lo escucha y lo reanima, aviva la fe, el entusiasmo y abre siempre la visión de nuevas posibilidades aun en quien cree que ya no hay más nada que hacer.
 
Yo recuerdo con un sentimiento de profundo reconocimiento hacia él, la influencia que ejerció sobre mi mente y sobre mis sentimientos en un momentos en que las desviaciones y las alucinaciones son tan fáciles, y en que un paso falso puede determinar una ruta equivocada para toda la vida. Era yo, en ese entonces (1897), estudiante en la Universidad de Macerata, y desde hacía casi tres años vivía en el movimiento anárquico la vida febril de proselitismo y de persecuciones, tan bella a los diez y ocho años, y me había llamado la atención la seriedad y la densidad de conceptos de un nuevo periódico nacido en esa época en Ancona — “L'Agitazione” — en el cual había sido invitado a colaborar.
 
Después de vacilar un poco mandé un artículo lleno de pretensiones. . . filosóficas, sobre la armonía natural y sobre una hipotética fatalidad científica de la anarquía. Había de todo un poco: Bovio y Kropotkin, Buchner y Spencer, la astronomía y la fisiología, la ciencia de las religiones y la de los gobiernos. . . En substancia, creí haber hecho algo que valía la pena, y esperaba el periódico, del cual yo también era paquetero, con esa ansia que los jóvenes que empiezan a escribir en los periódicos comprenderán.
 
Pasó una semana, pasaron dos, pasaron tres. . . El artículo no se publicaba! Finalmente, un amigo de la redacción me escribió que el artículo no iba, pero si yo insistía lo publicarían lo mismo, pero con una refutación. Caí de las nubes y. . . presenté recurso de apelación. Mandé una carta a Errico Malatesta en Londres para decirle que yo había escrito un artículo de tal y cual forma, y para preguntarle si no era aquella nuestra “anarquía”, y si él me sabía decir (puesto que él también era colaborador) cuál era la anarquía del periódico de Ancona. . .
 
Pocos días después el mismo amigo de la redacción (nuestro Agostinelli) me escribió invitándome a ir en seguida a Ancona donde querían hablarme sobre el artículo y también por otras cosas.
Fui (era una noche primaveral) y Agostinelli me acompañó por un suburbio de la ciudad, hasta un elegante chalet, haciéndome subir a una buhardilla, que después supe era un gallinero transformado en dormitorio. Entré y vi un desconocido que se levantaba de una mesita llena de papeles, — papeles de toda clase había también en el suelo, sobre la cama, por todas partes — mientras Agostinelli me decía: — “Te presento a Errico Malatesta!”
 
¡Quedé petrificado! Malatesta me abrazó riéndose de mi estupor. ¡Y yo que lo creía en Londres! me dijo que había recibido mi carta rechazada de Inglaterra y quería contestarme de viva voz no pudiendo hacerlo por escrito sin correr el riesgo de que por medio del correo la policía llegase a descubrir su paradero. Empezamos en seguida a hablar y a las cuatro de la mañana ¡aún estábamos hablando! Dormí ahí mismo acomodándome como pude y a la mañana siguiente reanudamos la discusión que duró casi veinticuatro horas más.
 
Había empezado a defender mi artículo con cierta energía pero poco a poco, uno por uno, Malatesta destruía todos mis argumentos y me hacía ver su faz errada, y cuando al fin él me preguntó si yo insistía en que se publicase el artículo, contesté que no. No estaba aún del todo persuadido, pero no quería publicar un escrito de cuya bondad no estaba del todo seguro.
 
Volví a Ancona varias veces mientras que Malatesta permanecía ahí escondido, y siempre eran horas y horas de discusión. Cuando estaba lejos de él, acumulaba en la mente las objeciones que le haría, los puntos obscuros, las lagunas. . . Y él pacientemente me iluminaba, contestaba a las objeciones, llenaba las lagunas.
 
Cuando en 1898 arrestaron a Malatesta, para condenarlo luego a “domicilio coatto”, yo estaba intelectualmente transformado, y en cierto modo ya se había formado en mí el hombre, el anarquista que soy todavía.
 
Tuve, desde entonces, la sensación de la importancia que tendría para el anarquismo que Malatesta expusiera metódicamente sus ideas personales en algún libro.
 
Su concepción de la anarquía, igual, naturalmente, a la de todos los anarquistas en líneas generales, y como finalidad, diverge como interpretación doctrinaria no poco de la concepción anárquica kropotkiniana. Esta concepción suya, que nosotros vemos esbozada en una cantidad de artículos desparramados en todas partes — especialmente en la “Associazione” y en la “Anarchia” de Londres, en la “Agitazione” y en “Volontà” de Ancona y algo también en “Umanità Nova” de Milán y Roma — deriva de una orientación del pensamiento asaz diversa de la que ha prevalecido en los ambientes subversivos durante los últimos treinta años, no solamente en lo que atañe directamente a los programas del socialismo, de la anarquía, etc., sino en las concepciones generales de ciencia, de filosofía, de política, de sociología, etc.
 
Desde 1897 yo recomendaba a Malatesta el hacer una exposición sistemática de sus ideas en un solo trabajo de conjunto, y él estaba de acuerdo en que había que hacerlo: “Pero — añadía — para eso hay tiempo; lo haré más adelante. Ahora lo que más interesa es la propaganda en el pueblo, el movimiento revolucionario, la organización anárquica, la preparación de la acción. . . De la sistematización de las teorías nos preocuparemos cuando debamos reposar.”
 
Recuerdo que en 1897 tenía intención de hacer un libro para la colección sociológica de Stock, de París. . . ¡Pero no hizo nada!
 
No lo llevó a cabo tampoco cuando hubiera podido, porque, entre otras cosas, el hombre de acción, el agitador, en él como en Bakunin, no dejaba tiempo disponible al pensador. Y cuando le fue posible dedicarse al trabajo intelectual, como durante su larga estadía en Londres, la necesidad de trabajar manualmente para vivir representaba otro infranqueable obstáculo. El obstáculo era también de carácter espiritual, por cuanto él habría podido, quizás, trabajar intelectualmente, haciéndose pagar sus escritos por los diarios y por los editores, como hacían muchos otros. Pero a él le faltaba la psicología del periodista, e instintivamente le repugnaba hacer de su pensamiento objeto de contratación comercial. Convenía en que habría podido hacerlo, que hacerlo hubiera sido perfectamente correcto, ¡pero no sabía hacerlo!
 
El compañero Max Nettlau más que nadie ha insistido cerca de él para que escribiese sus memorias. Un día, en Londres, presencié un diálogo muy divertido entre ellos dos. A las insistencias de Nettlau, Malatesta contestaba que sí; tal vez algún día él escribiría sus memorias, cuando. . . no hubiese tenido otra cosa mejor que hacer. “Las memorias — decía — se escriben cuando uno ha dejado de accionar: y yo no tengo todavía semejante intención.”
 
Pero yo espero ver, tarde o temprano, salir de la pluma de Malatesta el libro que yo creo necesario y que sería, sin duda alguna, una nueva y óptima batalla, no inferior a las demás por él combatidas, como agitador, en el movimiento revolucionario.
 
Por otra parte, si él tuviese la paciencia de reunir y coordinar sus artículos dispersos en diarios y revistas desde hace cincuenta años, no uno, sino veinte volúmenes podría darnos, y serían todos, no cabe duda, sumamente interesantes.
 
Pero, volviendo a hablar de la influencia que este hombre ha ejercido en derredor suyo — para no hablar del presente, que no pertenece todavía a la historia — basta recordar el proceso de Trani por la tentativa insurreccional de 1874.
 
Desde el momento de su arresto él fue la figura más notable del proceso; y fue tanta la sugestión de simpatía y de entusiasmo que ejercía, que en poco tiempo él y sus compañeros se volvieron casi los dueños de la prisión. Director y guardia-cárceles les trataron como amigos favoreciéndolos en todas las formas legales y extra-legales.
 
El proceso, que se hizo en “Corte d'assise”, concluyó con una absolución triunfal y con la inscripción de muchos de los ciudadanos jurados en la sección local de la Internacional!
 
Fue después de este proceso, y a consecuencia de él, que Malatesta, perseguido y buscado nuevamente por la policía en Nápoles y obligado todas las noches a dormir en diferentes lugares, consiguió encontrar un refugio seguro pero bastante paradójico: Se escondió. . . en la cárcel!
 
Habiendo por casualidad encontrado al antiguo Director de la prisión de Trani, lo puso al corriente de que la policía lo buscaba. Este, entonces, lo invitó a ir a dormir en un establecimiento carcelario de secundaria importancia, en la misma Nápoles, a cuya dirección había sido transferido. Malatesta aceptó; y nadie, ciertamente, habría podido sospechar que aquel mozo que de mañana salía, para volver de noche a la cárcel, fuese, no un empleado, sino el mismo Malatesta que la policía quería encerrar ahí mismo sin permiso de salida, naturalmente!
 
La persuasión, el absoluto desinterés, la sinceridad, la honestidad de propósitos, el inmenso amor humano de que está siempre animado se transparentan en sus ojos, y se sienten apenas él habla, comunicándose a quien lo escucha, penetrando en lo más hondo del corazón.
 
Es así que él ha podido salir casi siempre airoso de sus procesos; jueces y jurados, sugestionados por su fuerza moral, sentían por fuera y por arriba de la ley, toda la superior y verdadera “inocencia” del hombre que tenían que juzgar.
 
Son muchos los años de cárcel que él ha cumplido sumando los varios períodos desde 1870; sin embargo él es el hombre que menos condenar verdaderas y propias ha sufrido.
 
He hablado de Trani. El proceso de Nápoles, por las “Bandas armadas de Benevento” fue una repetición. Durante la prisión preventiva, mientras Stepniak escribía su “Rusia Subterránea” para la casa editorial Treves Hnos. y Cafiero el “Compendio del Capital”, de Marx, para la casa Biguasí, Malatesta escribía las relaciones para la “Internacional” que conseguían franquear las puertas de la prisión y que convertían al anarquismo a su abogado defensor, que ha sido después uno de sus mejores amigos hasta hoy: Saverio Merlino.
 
Procesado en febrero de 1884 en Roma por “associazione a delinquere” (asociación con fines criminales) por unos manifiestos ensalzando a la comuna de París, publicados y pegados en las paredes mientras él se encontraba en Egipto, y, a pesar de eso, condenado — el suele decir que “es mucho más fácil ser condenado cuando uno es inocente que siendo reo de verdad!” — convirtió el aula de audiencias en una sala de conferencias, con grande desesperación del procurador de rey que de continuo lo amonestaba inútilmente, tanto que al final, después de dos o tres tempestuosos “casa del diablo” (como decía “Il Messaggero” de aquella época) el presidente tuvo que cortar el uso de la palabra a Malatesta. . . Pero, para dar una idea del carácter de este proceso, uno de los pocos en que él ha salido condenado, bastará recordar las palabras dirigidas por el fiscal a los ciudadanos jurados antes de empezar las defensas de los abogados: “Vosotros oiréis ahora,  desde los bancos de la defensa, unas espléndidas arengas. Haced como aquel antiguo héroe de la fábula, cuando hizo la travesía del mar poblado por sirenas: tapaos los oídos.”
 
Fue en el mismo año, si no yerro, que Malatesta, que se hallaba en libertad provisoria por haber presentado recurso de apelación ante la Suprema Corte, corrió a Nápoles, azotado por la cólera, con una escuadra de internacionalistas, como enfermero voluntario. Él , que había sido estudiante de medicina, fue utilísimo e incansable, tanto que le fue decretado por la autoridad no recuerdo ya qué diploma o certificado que él rehusó enérgicamente. Yo creo que desde ese entonces él no ha vuelto más a Nápoles sino después de cerca de cuarenta años, es decir, pocos meses atrás. ¡Cómo debe haberle parecido distinta la Nápoles de hoy, de la cuna de sus primeros sueños y terreno de sus primeras armas, tan viva en sus recuerdos!
 
De sus otros procesos más recientes — el de Ancona de 1898, del cual Pedro Gori publicó la relación justamente en Buenos Aires, donde salió la primera edición, y el hecho de Milán de 1921 — son demasiado notorios para que yo os hable de ellos.
 
Después de 1884, prescrita la condena de cuatro años de reclusión con que había sido gratificado por la “corte de Assise” de Roma, Malatesta tomó rumbo hacia la República Argentina donde publicó una docena de números de un pequeño periódico anarquista que fue uno de los primeros de Sudamérica: “La Questione Sociale”—; el mismo título de otro periódico cuyas publicaciones había tenido que interrumpir en Florencia, de donde tuvo que desaparecer para substraerse a un arresto inmediato.
 
Predominaban en ese entonces, entre los obreros italianos de Buenos Aires, los republicanos que tenían por órgano “L'Amico del Popolo”, que todavía ve la luz si no me equivoco. Malatesta sostuvo con este periódico una larga polémica que consiguió abrir brecha entre los elementos jóvenes. Muy pronto el “Círculo Socialista” (entonces los anarquistas se llamaban aún socialistas y solamente cuando querían puntualizar añadían “comunistas anárquicos”) engrosó sus filas con nuevos y numerosos adherentes; el movimiento se robusteció y el gobierno empezó a preocuparse de él.
 
En uno de los últimos números de la “Questione Sociale”, Malatesta relataba cómo siendo estudiante, él había sido republicano y cómo más tarde había evolucionado hacia el socialismo. Un trozo de aquel artículo ha sido reproducido por Nettlau en su último libro sobre Malatesta. En efecto, hasta poco tiempo después de la comuna de París, Malatesta había nutrido ideas republicanas y había entrado en una organización semisecreta por la cual se interesaba mucho José Mazzini. En cierta ocasión Mazzini tuvo oportunidad de leer algunos escritos (cartas, me parece) de Malatesta y de su amigo León Cavallo (hermano del célebre compositor musical), en las cuales ellos exponían sus propias concepciones republicanas a algún jefe de la asociación, y el célebre patriota genovés dijo al amigo que le había mostrado aquellos escritos: “son jóvenes muy distintos de nosotros; ellos nos abandonarán”. Así fue, en efecto. Apenas en 1870-71 el republicano Malatesta llegó a conocer las ideas de La Internacional, las abrazó con entusiasmo. Y hoy es él tal vez el único sobreviviente en todo el mundo, que habiendo visto brotar el movimiento internacionalista en Italia ha permanecido fiel a la idea que constituía su programa: “la idea anárquica”.
 
Pero si yo quisiera bosquejar una biografía de Malatesta, no sería este ni el momento ni el lugar; sería muy larga la tarea de acumular los episodios que pueden testimoniar el temple de su carácter y dar una idea de lo que ha sido su vida aventurera.
 
Yo me limito a formular los más férvidos augurios para que esta vida sea lo más larga posible, para que su vivo ejemplo sirva de norma a los jóvenes, para que su pensamiento siempre ágil continúe iluminándonos, para que su afecto nos conforte en los tristes días de la derrota, y para que su fe ardiente avive y agigante siempre en nuestros pechos las ansias y la sed de la victoria.
 
Saludos afectuosos de vuestro

LUIGI FABBRI

Transcripción: @rebeldealegre
Fuente: http://rebeldealegre.blogspot.com.es/2015/12/por-el-aniversario-de-malatesta-una.html 

[Libro] El ángel vengador, Bakunin y el nihilismo ruso

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«Seis meses después de su llegada, Nechayev decidió regresar a Rusia con una identidad falsa. El siguiente paso era poner en marcha la organización que debía llevar a la práctica aquellas ideas, desatar la tormenta, sembrar el terror.

Sin embargo, antes de abandonar la ciudad robó de casa de Bakunin y Herzen numerosa documentación que podía hacer peligrar la vida de ambos si caía en manos de la policía. Con ello Nechayev no solo conseguía documentos que podían servirle como salvoconducto en los círculos revolucionarios, sino también información con la que poder extorsionarles en caso de que las cosas no sucediesen como estaban previstas.

La traición resultó muy dolorosa para Bakunin, que había establecido un vínculo con Nechayev que iba mucho más allá de la simple afinidad política. El viejo revolucionario no sólo había sido influenciado por la visión de la violencia de Nechayev, mucho más inmediata que la del anarquista, sino que también se había sentido fascinado por aquel joven de aspecto hipnótico. Había visto en él la promesa de una tormenta capaz de hacer saltar por los aires los mecanismos de dominación».

PARABLOGelangelvengador

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Los claveles de Tolstoi

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Queremos fijarnos aquí en un aspecto poco conocido de la relación entre León Tolstoi y Francisco Ferrer, que unió de forma póstuma a ambos a través de unas flores muy especiales que viajaron desde el centro de Rusia a L'Empordá catalán.

Nuestro viaje comienza a unos 200 kilómetros de Moscú, bajo el cielo de Yásnaia Poliana, en la hacienda familiar dónde aquel gran oso blanco que era Tolstoi en su vejez, años atrás había fundado una escuela gratuita para los niños de los campesinos de la zona.

Hice una solicitud oficial concerniente a la escuela. Soy un maestro de parroquia. Los he atormentado con la gimnasia. Las clases en el jardín son maravillosas..”1

Entre otras cosas, allí aprendían de forma asistemática la importancia del trabajo manual y colectivo observando las labores agrícolas propias de cada estación, en las que participaba el propio Tolstoi, asimilaban las primeras letras escuchando alguno de sus cuentos sentados bajo los manzanos en flor del jardín de frutales, o quizás visitaban las colmenas cercanas, escenario ideal para que el maestro conversara con los niños sobre los parecidos entre las sociedades de los humanos y de las abejas; y lo más importante para nuestra curiosa historia, en los alrededores de la casa frecuentaban el herbario que cuidaba Tolstoi junto a su mujer Sofía, que servía de aula si las circunstancias lo requerían, por ejemplo para las clases de pintura que tanto propiciaban la creatividad infantil.

00_TolstoiySofia..Frente a la casa ahora hay un jardín de flores y detrás del antiguo jardín con estanques y callejones de tilos centenarios. El jardín está rodeado por un foso y un muro. [..] Al viejo jardín se añadió un jardín frutal, plantado bajo la dirección del propio León Nikolaievitch..”2

No nos interesa aquí y ahora hablar de la defensa que, al modo de Rousseau, hicieron Tolstoi y Ferrer de que los niños descubrieran el mundo por ellos mismos en contacto con la naturaleza, así como de la libre experimentación con el entorno; como fijarnos en algo mucho más concreto y vital, ya que los claveles que Tolstoi tenía en aquel jardín acabaron haciendo un largo y póstumo viaje hasta tierras catalanas, quedando finalmente al cuidado de la familia Ferrer Guardia.

Sólo el jardín había escapado a aquel ambiente de desolación: había crecido con toda libertad y estaba lleno de flores. Detrás del seto, Nejludov veía, como una cortina de grandes nubes blancas, las ramas floridas de los cerezos, de los manzanos y de los ciruelos. El macizo de lilas estaba florido del mismo modo que doce años antes..”3

00_JoséFerrer_MasGerminal_1Todo sucedió algunos años más tarde, cuando los allegados de Tolstoi se pusieron en contacto con el hermano mayor de Francisco Ferrer, Pepet, con el que mantenían vieja y fraternal amistad desde años atrás y que vivía desde 1912 en una casa en Llançà -Girona-, y que dedicó con buen tino a la floricultura, área en la que era considerado un maestro, como había demostrado años atrás Australia.

La verdad es que no he conocido hombre más ingenioso que el tal colono, en Pepet, á quien los árboles con sus frutas y las plantas todas con los perfumes de sus flores parecían agradecer los cuidados exquisitos que les prodigaba..”4.

Probablemente alguna de las hijas de Tolstoi, le pedía ayuda para salvar sus claveles blancos preferidos que habían contraído alguna enfermedad y estaban a punto de morir; lo que perfectamente podríamos situar allá por 1926, cuando las nuevas autoridades bolcheviques requisaron Yásnaia Poliana y decidieron trasladar a los varios centenares de niños pobres que, siguiendo las disposiciones testamentarias del propio Tolstoi, allí vivían en comunidad libre al menos desde 1919, para fundar una especie de museo conmemorativo del personaje.

00_1171345Després els recents que ha rebut de Rússia, trasmesos per la mateixa familia de Lleó Tolstoi, amb la que el lliga una antiga i sòlida amistad. Son uns clavells magnificament ufanosos, d'un blanc avellutat i d'una olor exquisita..”5

Pepet, que como su hermano era un tipo solidario y con un gran amor por la cultura, aceptó de buen grado rescatar los claveles del místico ruso, que curiosamente eran del color de los que él estaba especializado -blanco gardenia y blanco rosaceo-, y decidió situarlos en su mejor parcela, junto a otros a los que también guardaba especial afecto y daba nombres sugerentes como deja constancia la siguiente noticia..

Aquell vell cepat, de barba blanca y retallada, era germà de Ferrer i Guardia, afusellat al glacis de Montjuich. També li agradava jugar amb les idees i batejar les coses i els clavells amb noms evocadors: Germinal, Acràcia, Bakunin, etc..”6

Cuidando aquellas flores Pepet solía perder la noción del tiempo evocando los meses que siguieron al fusilamiento de su hermano, reviviendo las vicisitudes del destierro a Teruel; recordaba también la abrumadora cantidad de cartas llegadas de todos los puntos del planeta y que trató de responder hasta que se quedó sin un céntimo y las dificultades económicas que padeció toda la familia hasta que se alzó el embargo judicial sobre los bienes de Quico, y como su salud quedó seriamente afectada, hasta el punto que envejeció de forma prematura.

..Si la sociedad está mal organizada, y un pequeño número de personas tienen poder para oprimir a la mayoría, cada victoria sobre la naturaleza contribuirá, inevitablemente a acrecentar ese poder y esa opresión..”7

00_Jose ferrer y sus hijosEl blanco puro de los claveles de Tolstoi puede que le hiciera rememorar todos los esfuerzos dedicados a defender a su hermano muerto, como se le impidió declarar en el juicio o se le sometió a una permanente y molesta vigilancia policial. Recordó también el revuelo que se formó cuando hizo públicas unas cartas entre su hermano y el entonces presidente del gobierno, Canalejas, en las que se trataban de amigos; y sobre todo aquella atmósfera de tensión que se respiró en los primeros actos de conmemoración en Montjuich a los que asistió con su propio ramo de flores, depositado entre la multitud de tarjetas y coronas, no pocas con forma de triángulo, que cubrían la tumba cada 13 de octubre.

Si j'allais au noir cimetière, frères, jetez sur votre soeur, comme une esperànce derniere, de rouges oeillets tout en fleur..”8

Consciente del trasfondo político de las flores y de como esta variedad en concreto era una de las preferidas por los anarquistas y otros revolucionarios, nos imaginamos a Pepet recostado en un rincón de la finca de Llançà, rodeado de sus claveles más queridos, releyendo el poema anterior titulado Los claveles rojos, que Louise Michel le dedicó a Théophile Ferré, detenido tras el final de La Comuna de 1871 y ejecutado poco después; o quizás el cuento Claveles rojos, de Luis Zoais, o aquella obrilla de Federico Urales llamada La de los claveles rojos, publicada en la colección de La Novela Libre o tantos otros.

Mientras el alma, indolente, vaga entre sus propias creaciones, una suave melodía llega de algún lugar remoto, una melodía extraña, una melodía exótica que sabe a blancas flores de naranjo y a claveles rojos como lo sangre. Y la dulce melodía fluye, fluye, fluye...”9

Hojeando los diarios personales del anacoreta ruso, Pepet debió sorprenderse, como lo hacemos nosotros hoy, de que siendo considerado Tolstoi un revolucionario de su tiempo y mostrándose sin empaques como una persona tan fogosa, escogiera sin embargo los claveles de color blanco, que como bien sabía suelen representar la maternidad, la inocencia o la fidelidad, valores que seguro no encontraremos entre los primeros puestos del decálogo moral de lo que se llamaba a comienzos del siglo pasado ..gente de ideas avanzadas.

Antes de que el hombre alcance la organización de las hormigas y de las abejas debe llegar de manera consciente al estado del ganado, del que todavía está muy lejos: no pelear (combatir) por tonterías, no comer sin hambre, no fornicar..”10

Sin embargo, habiendo consultado su biografía y leído con deleite alguna de sus grandes obras, Pepet debió atribuirlo a su idiosincrasia librepensadora, que el mismo compartía, a sus posiciones anarco-pacifistas y neocristianas y como no, al reflejo de las contradicciones morales y sentimentales propias del personaje que han señalado suficientemente sus biógrafos; aunque nosotros nos quedamos con la opinión del anarquista francés Emile Armand, que fue seguidor suyo a principios de siglo XX y luego dejó un interesante artículo en el cincuentenario de su fallecimiento.

00_02-14_IMG_2010-02-07_01.01.17__2546243Antes de vituperar a Tolstoi (de lo que me guardaré mucho) y dirigiéndome a quienes escandaliza la forma de vida que él no tuvo el ánimo de abandonar, debo decir: Sería muy importante, ante todo, preguntarse a cuanto asciende el número de quienes, creyentes o no, fuera de las diversas asambleas, lugares de culto, etc.., ponen en práctica las teorías que defienden y que incluso inciensan.”11

Es bastante probable que Emile y Pepet coincidieran con nosotros en que León Nikolaievitch Tolstoi se identificó de raíz con el lugar que le vio nacer y morir, el mismo donde llevó a cabo sus experimentos pedagógicos y se gestaron la mayoría de sus obras, Yásnaia Poliana, que etimológicamente se traduce por claro del bosque donde nacen las flores. Un lugar idílico y suficientemente alejado de la civilización para poder oír con claridad el rumor del bosque cercano, y de donde a veces salía aquella inquietante melodía de Beethoven..

Cuando llega el Presto, se levanta, como si la alegre agonía que la aceleración del ritmo vertía en su corazón le resultaran insoportables. Se acerca a la ventana, mira el jardín oscuro y el cielo constelado de estrellas y suelta un gemido..”12

Algo parecido le sucedió a Pepet, que falleció discretamente en su casa de Llançà el 20 de junio de 1930, allí donde había elegido echar raíces en sus últimos años, una casa a la que había dado el mismo nombre de la vieja casa de Montgat, Germinal, forzado a venderla por el deterioro en que había quedado tras numerosos registros policiales.

00_Pepet y Familia traballant al camp de clavells_Mirador 11-7-1929..lo que más llama la atención de cuantos visitan la finca, es el hermoso jardín de claveles, al que van todos los cuidados del floricultor..”13.

Como se indica en el artículo al que corresponde el párrafo anterior, intentando rehacer su vida, allí había ocupado todo su tiempo y aplicado todo lo aprendido en sus viajes, para crear todo un vasto un jardín con 300 mil claveles en todas sus variedades -clavelinas, reventones, secretas y claveles-, instalaciones que eran admiradas por los profesionales del gremio y solían recibir la visita de entidades culturales o escolares, visitas en las que Pepet, quizás, se hacía eco de las teorías y experimentos del eminente botánico hindú Jagdish Chandra Bose, que en aquellos años hablaba entre otras cosas de la espiritualidad de las plantas.

Després d'haber-lo sentit parlar, hom es meravella que dintre seu, amb aquell aire pagessivol, bategui una espiritualitat i una cultura tan extensa”14

La sombra de su pasado persiguió a Pepet hasta el final, ya que pocos días antes de morir debió asistir, como hacía todos los años, al certamen regional de claveles que se celebraba en Sitges a menos desde 1919, donde pudo haberse encontrado allí con el verdugo de Quico, Alfonso XIII, que visitaba la exposición en viaje oficial.

Ens fa entrar al despatx i biblioteca. Per la familia aquest lloc es un vertader santuari. Tot parla del plorat germà, aquell home que va morir pel seu ideal, i en remembrar les cosses passades li llagrimegen els ulls, al mateix temps la veu se li enfosqueix per l'emoció..”15

Dedicamos al buen Pepet este relato histórico no solo por haber sido el responsable de salvarle la vida a los claveles de Tolstoi, cuyo nombre era el mismo que el de su hijo mayor, León, sino sobre todo por ser un hombre de convicciones tenaces, capaz de guardar en algún lugar de su espesa barba blanca una gran sabiduría que repartía con generosidad.

Sus dichos y sus actos se desprendían de él con la misma espontaneidad y la misma necesidad imperiosa con que se desprende el perfume de la flor”16

Si se hubieran conocido en persona seguro que habrían hecho buenas migas, ya que como el sabio ruso vestía con sencillez, al modo de los campesinos del lugar entre los que le gustaba estar; un aspecto recio y austero que les confería esa actitud primitiva e inquietante, propia de los que reniegan de la civilización capitalista y viven como dioses paganos en un mundo donde la belleza se impone a la necesidad.

Alacant Obrer
alacantobrer@ymail.com
https://alacantobrer.wordpress.com/

Notas:

  • 1TOLSTOÏ: Diarios 1847-1894. Ediciones Era, México, 2001, p. 177. Ver, TOLSTOI: La Escuela de Yásnaia Poliana. Palma de Mallorca: José J. de Olañeta Editor, 2003.
  • 2TOLSTOÏ: Vie et oeuvre, mémoires, notes et documents biographiques. coordonnés et annotés par P. Birioukov; révisés par L. Tolstoï; traduits sur le manuscrit par J.-W. Bienstock. París, 1906, p. 71.
  • 3TOLSTOÏ: Resurrección. Segunda Parte. Capitulo III. Quizás Tolstoi y Ferrer se conocieran en 1898, cuando el primero integró el llamado Comité Pro-Enseñanza de signo libertario compuesto además, según Ramón Safon, por Elysée Reclus, Louise Michel, J. Ardouin, Carlos Malato, P. Kropotkin y J. Grave, estos últimos amigos de Ferrer.
  • 4La VANGUARDIA 11-12-1892. Especialmente hábil para la jardinería y la agricultura, Pepet aprendió mucho del cultivo de flores en Australia [1891-1900], donde le visitó Quico un par de veces. La fecha de su salida de Australia podemos datarla el 31 de octubre de 1900, que es la que fue grabada en la medalla conmemorativa que se le entregó por parte de las autoridades locales. Ver, El Mirador 11-07-1929.
  • 5MIRADOR 11-07-1929. También, La Prensa 25-07-1926.
  • 6ULTIMA Hora 15-03-1937.
  • 7TOLSTOI, La Sociedad: España Libre 02-11-1951.
  • 8MICHEL: Mémoires de Louise Michel écrits par elle-même. Paris, F. Roy, Libraire-Editeur, 1886, p. 159. También, GONZALO: La lira rebelde proletaria: estudio y antología de la poesía obrera anarquista, 1900-1926. Tarea, Asociación de Publicaciones Educativas, 1984, pp. 159 y 162.
  • 9FLORES MAGÓN: poeta revolucionario. Ciado en ARIAS: La Revolución mexicana fue anarquista. México: G. De Anda, 1977, p. 15. En la imagen Pepet en su rincón preferido de Mas Germinal.
  • 10TOLSTOÏ: Diarios 1847-1894. Ediciones Era, México, 2001, p. 325. Ver, LAIGLESIA: Tolstoismo y anarquismo. Sopena, Barcelona, Bibl. Sociológica, 16, [1905] 127 p.
  • 11ARMAND: Solidaridad Obrera 16-03-1961. El hijo de Pepet, Lleó Ferrer Fontcuberta y Conchita Olivet Salellas se casaron civilmente en Llançà el 2 de noviembre de 1921. Ver, Vida Nova-Llançà 01-12-1921.
  • 12TOLSTOÏ Exposition organisée pour le cinquantenaire de sa mort. Biblioteque Nationale, Paris, 1960, p. 36.
  • 13LIBERTAD 09-05-1928. La casa, que estaba a la entrada de Llançà a finales de los años 20, cerca de la estación de tren, y era un palacete que había pertenecido anteriormente a un conocido carlista y marqués. Parte de la finca, 425 hectáreas dedicadas a viña, fueron expropiadas en 1972 para la ampliación de la carretera a Port Bou.
  • 14MIRADOR 11-07-1929. Gracias al impulso de floricultores como Pepet, el Alto Empordà y por extensión el litoral catalán se convirtió desde los años 20 en una de las principales zonas de producción floral a nivel peninsular. Incluso llegó a grabarse una película sobre las plantaciones Pepet que al menos se proyectó en dependencias del Foment Agricol de Llançà, grabada por la Sección Agronómica de Gerona. También, Diario de Gerona 27-08-1926, 12-06 y 31-05-1928.
  • 15MIRADOR 11-07-1929. En este mismo número aparece la imagen Pepet Ferrer con su familia entre los claveles de su finca.
  • 16TOLSTOI: Guerra y Paz. Final del Capitulo VIII.

La "idea" flor de su tiempo: contexto y elaboración de la noción de partido revolucionario en Bakunin

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Si bien es cierto las ideas de Bakunin no tuvieron grandes repercusiones organizativas en sus años de juventud, también es cierto que su acción en las revoluciones burguesas europeas de los años 40´s durante el siglo XIX le valió el reconocimiento de varios compañeros anónimos y otros no tanto, como lo fueron Herzen, Herwegh y Ogarev, con quienes a lo largo de su vida compartió amistad e ideas estéticas y revolucionarias.

A comparación de Proudhon, este no fue un escritor tan prolífico, muy al contrario, su actividad y literatura estuvo enfocada a sistematizar y organizar el movimiento anarquista revolucionario de la época[1], así como al análisis crítico de la misma. De todo ello poco  puede considerarse como una elaboración conceptual rígida y si una elaboración de principios bajo los cuales guiar una práctica revolucionaria consecuente.

Debemos entender que la actividad de Bakunin se vio opacada por su permanencia en las cárceles rusas y siberianas de 1849 a 1861, hecho que por su parte le dotó de una pasión y un impulso para desatar la más empecinada y sistemática campaña organizativa que se conozca hasta la fecha en el anarquismo revolucionario internacional[2].

El “Oso de Berna” como le llamaban, paso así durante esta época de una posición nacionalista, eslava y federalista, a un socialismo revolucionario enfocado totalmente hacia el desencadenamiento de la anarquía popular, unas veces constructiva y otras abiertamente destructiva y con miras a una liquidación social del sistema dominante.

Es en 1864 cuando se sabe que después de su paso por Suecia, Paris y Londres llega a Florencia y Nápoles con la clara intención de diseminar entre las logias masónicas de aquellas ciudades su ideario antirreligioso.

De aquellos años datan una serie de programas, estatutos, cartas, esbozos de cartas y proyectos clandestinos que intentaban dar forma a lo que primero se denominó la Fraternidad Internacional y posteriormente la Alianza de la Democracia Socialista.

Este último grupo, evolución natural de la primera fraternidad, surge en 1867 a partir de las firmes intervenciones de Bakunin y sus camaradas en la Liga de la Paz y la Libertad, donde la democracia republicana italiana liderada por Mazzini –antiguo bonapartista- expone sus objetivos, frente a lo cual el ruso habrá de pronunciar un discurso de gran repercusión, mismo que posteriormente habría de ser publicado con el nombre de Federalismo, Socialismo y Antiteologismo[3].

Después de varias deliberaciones del grupo o los grupos secretos, la Alianza  ya como una organización publica decide ingresar en 1868 a la Internacional Obrera que ya venía organizándose principalmente en torno al Consejo General en Londres alrededor de la figura de Karl Marx y el empuje de los obreros franceses de tendencia proudhoniana.

Hasta ahora no se sabe si en el seno de esa Alianza pública coexistió un núcleo compacto de la antigua Fraternidad, es decir una Alianza secreta; lo cierto es que algunos manuscritos, cartas y programas así lo señalan, no tanto como una realidad internacional sino tal vez como el deseo de un grupo compacto y muy activo, organizado alrededor de la figura de Bakunin.

Lo que sí sabemos es que después de las intrigas de Utin, de Marx y Engels, y de que algunos de los papeles mencionados llegaran a sus manos, los elementos de la Alianza son expulsados en 1871 de la Internacional, no sin antes haber consolidado alianzas y núcleos en España, Suiza e Italia, así como fuertes influencias intelectuales en Bélgica y Francia[4]. 

Es de resaltar que hombres como los hermanos Reclus, James Guillaume, Carlo Cafiero, Farga Pellicer, Anselmo Lorenzo y Errico Malatesta dieron vida con su actividad y aportes a las ideas del anarquismo revolucionario de la época y a la propia Alianza. Lo que a su vez harían muchos combatientes de la Comuna de Paris, como Varlin y la propia Louise Michel, quien posteriormente abrazaría dichas ideas por la clara influencia anárquica de Proudhon y el aporte materialista de Bakunin.

Al parecer esto fue un detonante claro para las expulsiones que generó el Consejo de Londres, que bajo los auspicios de Marx decide enterrar la Internacional mandándola a Nueva York ante las escisiones tradeunionistas, la oposición belga liderada por Cesar De Paepe, los franceses proudhonianos y las secciones de posición claramente bakuninista.

Solo el Partido de la Social Democracia Alemana liderado por Liebknetch, Bebel y un grupo en Londres se mantienen en una línea marxiana, perdiendo así la hegemonía frente a un ala libertaria no del todo cohesionada ni con posiciones únicas.

En el fondo la lucha por la Internacional se resume en un combate ideológico entre una posición autoritaria y una libertaria. Esto lo tenía muy claro Bakunin, e incluso al sistematizar la idea de organización y pasar a la acción surge así la distinción entre la acción política de la clase obrera y la acción directa revolucionaria que tanto pregonaba[5].

Para la Liga de los Comunistas enclavada en Londres pero diseminada en varios puntos de Europa principalmente en Alemania, la organización del partido de la clase obrera resultaba de vital importancia para la permanencia y la victoria sucesiva de sus postulados[6].

Por ello, en el Quinto Congreso de la Internacional de los Trabajadores de La Haya en 1872, con una mayoría autoritaria, se resuelve no solo la aplicación de un centralismo sofocante para la actividad de las secciones y federaciones autónomas, sino también la ratificación del proyecto de la Liga como línea táctica, la acción política de la clase obrera enmarcada en partidos políticos para disputar el poder del estado a las clases poseedoras.

Claro que esto solo pudo ser posible con la expulsión de los Aliancistas suizos un año antes, la ausencia de la sección italiana -que no asistió en señal de protesta por las imposiciones del Consejo General de Londres- y de los franceses por los acontecimientos de la Comuna[7].

Así, para la camarilla marxiana la conquista del poder político debía ser en su momento el gran deber del proletariado, convirtiendo la Asociación Internacional de los Trabajadores en una herramienta para la conquista del poder del estado.

Muy al contrario el ala libertaria organizada alrededor de la Alianza de la Democracia Socialista rechazaba toda acción política que no tuviera absolutamente por “objetivo inmediato y directo el triunfo de los trabajadores sobre el capital”[8].

Para Bakunin, la diferencia de la política de los partidos políticos, a la política de los partidos revolucionarios[9], era que mientras los partidos políticos intentan reformar y transformar el estado, las organizaciones revolucionarias intentan por todos los medios la abolición del estado y de la propia política, esta como “el arte y la ciencia de dominar y explotar a las masas” para obtener algún privilegio sobre ellas[10].

Para el ruso, quedaba claro en su momento que la acción política, es decir, la participación parlamentaria e institucional “de forma inevitable arrastra y atrapa a sus partidarios, bajo el pretexto de la táctica política, a compromisos incesantes con los gobiernos y los partidos políticos”[11].

Al contrario,  la idea de partido revolucionario que sostenía el autor, mantenía la idea de autonomía y la provocaba en los hechos al impulsar la “ruptura completa con todos los gobiernos y todas las variedades de la política burguesa, dejando como único camino la revolución social”[12].

Para esto, decía, la tarea del partido de la revolución debía ser buscar la organización social y anti-política del proletariado urbano y rural, organizando en la práctica las fuerzas populares con el objetivo de destruir o liquidar el estado y, para que los distintos grupos sociales convencidos se organicen libremente de abajo a arriba.

Está tal vez por demás indicar que la organización social y anti-política se refiere a todas la relaciones, redes, grupos y sociedades que surgen espontáneamente no para el gobierno de unos sobre otros, sino para el desarrollo cultural, espiritual, artístico, económico y organizativo de la vida social.

El objetivo de los anarquistas entonces sería el “despertar, agrupar y organizar las fuerzas populares”[13], no en base a órdenes, decretos o mandatos, sino a causa de “elaborar, aclarar y propagar ideas acordes con el instinto popular” y además el “contribuir con sus esfuerzos incesantes a la organización del poder natural de las masas, pero nada más…”[14], y bien decía que el resto debía y podía ser hecho por las propias masas insurrectas.

Como vemos, la organización de una minoría revolucionaria encarnada en la Alianza de la Democracia Socialista, se gestó por la necesidad de brindar a la Internacional un impulso revolucionario más allá de los cauces institucionales del Estado y con el claro objetivo de desencadenar una revolución social en la Europa de la segunda mitad de los 1800.

Estos eran a nuestro parecer, la parte más avanzada de la juventud y de los revolucionarios de la época, a tal punto de tener una importante participación, pero a su vez fatídica, en los acontecimientos de la Comuna de Paris y fundar posteriormente toda una tendencia dentro de los movimientos sociales.

No es la finalidad de este escrito el realizar una lectura acrítica de los hechos y efectuar una interpretación descontextualizada de los mismos, tratando de traspasar la realidad europea de aquella época a la nuestra y las teorías elaboradas al calor de aquellos acontecimientos como si fueran doctrinas, más bien la intención estriba en reconocer las afinidades y las líneas de pensamiento que de una u otra forma se encuentran presentes ya sea como influencias ideológicas e incluso como pautas en nuestro actuar.

Por último, quisiéramos dejar una cita del propio Bakunin en el que con todo temple advierte sobre el tipo de tarea que le correspondía a su organización, una tarea que se antoja titánica, no solo de crítica al sistema dominante, sino también de aquellos que se dicen revolucionarios y sobre todo hacia la acción de la propia organización y hacia uno mismo:

“Una tarea enorme le corresponde a la organización: no solo preparar el triunfo de la revolución por la propaganda y la unión de las fuerza populares; no solo destruir en totalidad, con el poder de esta revolución, todo el orden económico, social y político existente; sino que además, tras vivir el triunfo… al día siguiente de la victoria popular, debe imposibilitar el establecimiento de todo poder estatal sobre el pueblo, hasta un poder que sería en apariencia el más revolucionario, incluyendo el suyo…”[15].

*  El titulo evoca la afirmación de Proudhon quien sostiene que “el ideal no es sino la flor, cuyas raíces están enterradas en las condiciones materiales de la existencia”[16].

Epigmenio Delgado

Notas:

[1] Bakunin, Mijaíl (1978) Escritos de Filosofía Política Vol. 1. Comp. G.P. Maximoff. Ed. Alianza. España.

[2]Podemos decir que han existido campañas organizativas con grandes repercusiones a nivel internacional: a nuestro parecer se encuentra la de Bakunin con un impacto importante y que continuarían hombres como Malatesta y Kropotkin entre otros, reorganizando la antigua Alianza, desde la muerte de Bakunin hasta principios de los 1900; la anarcosindicalista desde el congreso de Amsterdam de 1907, la aparición de la AIT con su auge y declive en 1937;  la Plataforma Organizacional de los Comunista Libertarios de origen Makhnovista con seguidores en la España de 1937 con los Amigos de Durruti y en la Francia de antes de la 2da guerra mundial y después, con clara vocación dirigista y con participación importante en el nuevo siglo principalmente en los medios electrónicos, algo o mucho hay de bakuninismo en esta tendencia; y la tendencia informal con un crecimiento importante desde finales de 1970 y hasta la fecha, esta es a mi parecer con ciertos matices la más apegada a la visión de Bakunin, aunque también, al igual que el Plataformismo, suele caer en el dogmatismo teórico y pragmático.

[3] Bakunin, Mijail (1868) en: http://creandopueblo.files.wordpress.com/2011/08/bakunin-federalismosocialismoyantiteologismo.pdf

[4] Nettlau, Max. La Anarquia a través de los Tiempos. En: http://www.kclibertaria.comuv.com/lpdf/l063.pdf

[5] Garcia, Victor (1978). La Internacional Obrera. Ed. Jucar. España.

[6] Para todos es conocido la importancia que revestía para Marx el hecho de que sus teorías ganaran terreno en la realidad a través de hechos explícitos, en la carta del 20 de julio de 1870 a Engels decía “que... su (de la clase obrera alemana) supremacía en el teatro mundial sobre la francesa sería al mismo tiempo la supremacía de nuestra teoría sobre la de Proudhon”. Tal era el pensamiento ególatra y ciertamente poco abocado a la causa del que fuera uno de los grandes críticos del sistema capitalista.

[7] Garcia, Victor (1978) Op. Cit.

[8] Bakunin, Mijail (2011). La Libertad. Ed. La Voz de la An-arquia. Mexico.

[9] Era común en el siglo XlX utilizar la palabra partido para designar las ideologías antes que los hombres y los aparatos que las encarnaban.

[10] Bakunin, Mijaíl (1978) Escritos de Filosofía Política Vol. 2.  Comp. G.P. Maximoff. Ed. Alianza. España. Pág. 79.

[11] Bakunin, Mijaíl (1978)  Op. cit. Pág. 44.

[12] Ibidem.

[13] Mintz, Frank. ¿Obrar desde la base o acatar órdenes de supuestos sabios?: Breves reflexiones actuales sobre organizaciones de tipo bakuninista o autoritario. Pág., 2. En: http://www.fondation-besnard.org/spip.php?article1570

[14] Bakunin, Mijaíl (1978)  Op. cit. Pág.163.

[15] Mintz, Frank. Op. Cit. Págs., 3y 4.

[16] Fernández Paniagua, José María (2008) El materialismo de Bakunin o el verdadero idealismo. Periódico anarquista Tierra y Libertad Núm. 250, visto en:   http://www.acracia.org/Acracia/El_materialismo_de_Bakunin.html

Guido Mazzali: Media hora con Malatesta (1926)

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Periódico La Antorcha, año 4 no. 200, Buenos Aires, 5 de marzo de 1926

Transcribimos de un diario italiano este artículo cuyo autor es un socialista reformista y que conceptuamos de indudable valor por reflejar una actual e interesante semblanza de nuestro querido camarada Errico Malatesta.

Transcripción: @rebeldealegre

Roma, febrero. 

Había visto y oído por primera vez a Malatesta en un pueblo de la provincia de Mantua en 1919. Y me había quedado una impresión extraña, incierta entre la realidad y la leyenda, entre la sorpresa y lo maravillado. Su personalidad no se había precisado, en mi memoria, en líneas animadas. Había quedado en esbozo. Esa su manera de examinar y exponer los más graves problemas que fatigan y hacen pesada la exégesis de los “sabidos”; esa manera, tan suya, de traducir y reducir en términos llanos las más simples soluciones, más me había asombrado que convencido. ¿Desencantaba para volver a ilusionar?

Volvíamos de las trincheras ardientes de los tonos ásperos de la guerra, encendidos de pasiones innovadoras y, sin embargo, enfermos de cansancio y de soledad. Las experiencias vividas no se habían ordenado todavía en un credo y tensas en una voluntad. Necesitábamos un ímpetu de libertad y permanecíamos ligados a la maciza mediocridad cotidiana.

Malatesta se había propuesto arrancarnos de la duda, aclarar el laberinto de las opuestas sensaciones y de las ideas contradictorias en que estábamos, para conducirnos a la certeza. A su certeza, naturalmente. Errico Malatesta creía. Su espíritu inquieto estaba cálido de levadura de vida, rico de renacientes aspiraciones.

Entonces. ¿Y ahora?

He querido allegarme nuevamente al agitador anarquista para leer mejor en el tumulto osificado que está delineado en su rostro en rasgos fuertísimos, para aclarar mi lejana impresión y avivarla y componerla en ciertos contornos, para indagar, pues, en la obscuridad de los ojos que relampaguean bajo la arqueada prominencia de las cejas, provistas de una espesa franja de largos pelos.

Me acoge cordialmente. En el modesto cuchitril lleno de libros, sentado ante una mesa hostil y fría en su desvastada pobreza lineal, curvado, recogido, al mismo tiempo presente y ausente. Errico Malatesta parece un solo mechón de cabellos y da la imagen del residuo de una gran hoguera de esperanzas. Superado el primer titubeo y encontrado el cabo del ovillo que quiero desenvolver, la conversación se enciende, vivaz aunque discreta, en una cordialidad franca y abierta. Muchos recuerdos son evocados. Muchas figuras son revividas. Se siega un poco en todos los campos de su vasto conocimiento. Errico Malatesta es una mina de episodios, una surgente inagotable de sensaciones y de agudas observaciones.

Trato de llevar la conversación sobre un tema político actual. Lo interrogo sobre la crisis socialista, sobre la lenta formación de una mentalidad nueva, sobre las contradicciones que anudan la cultura política italiana. Malatesta parece recogerse en sí mismo, en lo más hondo de sí mismo. Y después, cuando la meditación está por estallar en la corporeidad sonora de la voz, tiene como un salto imprevisto, un ímpetu inesperado. Las arrugas de la cara se atenúan, se allanan: Malatesta sonríe, contento de que otro pueda recoger alguna chispa del fuego que todavía en él arde, desesperadamente.  Pero me advierte: Nada de “interview”. Lo que podría, lo que debiera decir, no lo podríais imprimir. Y, después, francamente, la realidad habla a todos y por todos un lenguaje inimitable. ¿Crisis de conciencia, arrepentimientos? ¡por caridad! Nuestras ideas encuentran su confirmación en los hechos. Nada tenemos que cambiar o renegar nosotros.

Su hablar granado y acá y allá arrastrado, se acompaña con el gesto y se completa en la característica mímica napolitana. Resume, destaca y juzga sin piedad. Este hombre, que es un compendio de Historia revolucionaria, que ha meditado sobre todas las influencias de la vida mediana, que ha sufrido todas las sutilizaciones del pensamiento, que ha vivido ardientemente del 1868 hasta hoy todas las tentativas de insurrección, que ha jugado su vida en temerarias aventuras como la de Benevento, conserva intacta todavía la energía de un profeta. No tiene que desmentirse, ni advierte la necesidad de corregirse.

— El fascismo, decís? Era de preverse. Se comprende que debía seguir al fallimiento [sic] del socialismo, fallimiento debido a hombres y cosas. El pueblo italiano ama a los fuertes y los resolutos . . . porque es fuerte y resoluto, a su modo.

— ¿Sois siempre partidarios de la violencia, vosotros los anarquistas?

— No lo hemos sido nunca. Estamos contra la violencia, contra todas las violencias, estén en acto o en potencia. Nosotros admitimos, teorizamos y predicamos solamente el derecho y el deber de la defensa. Porque quien esté dispuesto a tomarlas encontrará siempre quien se las dé. Para nosotros cualquier forma de sociedad organizada, monárquica o republicana, socialista o burguesa, representa el menoscabo de la libertad, una coacción, una violencia. No podemos, ni queremos distinguir. Decís bien vosotros: somos los solos liberales, nosotros, los anarquistas y por esto nos llamamos libertarios.

Siempre lo mismo, en la misma simplicidad en que lo ví y lo oí hace seis años. Ahora comprendo mejor.

Hay que inclinarse a su austeridad que vive en los reinos poco poblados de la perfecta tranquilidad y de la superior certeza. Pero quedar también un poco humillados, sino desilusos. La fe en sí mismo y en el pueblo es absoluta. El conspirador se disuelve, se puede decir, en la luminosidad del sueño.

— Bolchevismo y fascismo son dos aspectos del mismo error, dos manifestaciones del mismo mal que lacera y consume a la humanidad. Donde hay autoridad hay dolor; donde hay gobierno hay esclavitud. El comunismo ruso ha sofocado la revolución que podía, que debía desembocar en el libre ordenamiento anarquista. ¿Sabéis cuántos anarquistas fueron fusilados en Rusia? ¿Cuántos de mis amigos, conmigo ya exiliados en Londres, fueron violenta y bárbaramente suprimidos?

La voz de Malatesta se hace tremante; se escalofría al recuerdo y parece quiera romperse en llanto. Es un momento. Se pasa la mano sobre los ojos, como para ahuyentar las sombras, para disipar las tristezas en que se ha fijado. Alza la cabeza, fiero:

— Pero yo tengo fe, porque la sola realidad visible y conquistable es la utopía, esa que vosotros llamáis la utopía. No es posible que el dolor de estos años haya sido sufrido en vano. Todos los sistemas de pensamiento han cedido al irrumpir del renacimiento burgués. ¿Dónde están el sindicalismo y el socialismo? Yo admiro vuestros esfuerzos, pero no puedo participar de vuestro camino. Lo sé: la meta es única, pero los métodos son asaz diversos. Vosotros contáis sobre la “élite” del proletariado; yo miro con fe al pueblo. Vosotros accionáis en el ámbito del pensamiento y de las instituciones burguesas; nosotros fuera y en contra. Es la hora nuestra, esta.

No intento la refutación. Errico Malatesta tiene setenta y tres años. Vive pobrísimamente como ha vivido siempre, trabajando de electricista y haciendo de editor. Sus ideas están en su inmaculada honestidad moral. Su vida está toda en sus ojos limpísimos. Sus victorias son sus derrotas.

Pertenece al pasado y se proyecta al porvenir. Estuvo y continúa entre los perseguidos, tanto en Italia como en Rusia. 

El anarquismo de Errico Malatesta no se discute. Se acepta o se niega. Pero se respeta: siempre!

Fuente: http://rebeldealegre.blogspot.com.es

La posibilidad libertaria de una perfecta síntesis

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Voy a hablar de liberalismo como resultante histórico englobando también, por lo tanto, el término neoliberal -utilizado de forma más bien peyorativa, aunque quizá acertada, por sus antagonistas para referirse a una doctrina pervertida en la actualidad y que nació, en gran medida, con ímpetu progresista y como defensora de las libertades-; por lo tanto, cotejaremos el liberalismo con el anarquismo, el cual contiene todo lo que de emancipatorio tiene, y tuvo, aquel conjunto de ideas.

Con el liberalismo, estamos hablando de la doctrina política y económica triunfante en la modernidad y en los países desarrollados -tal vez, el llamado “tercer mundo” todavía nos depare algunas sorpresas que rompan, sin caer en ninguna otra barbarie, este cuestionable avance de la civilización que sufren tantas vidas- y que aboga por la reducción del Estado -al menos parcialmente, ya que si bien abomina de él como intervencionista en lo económico, recurrirá a él cuando lo necesite, especialmente en su faceta policial-. ¿Supone esta minimización del Estado una esperanza para el anarquismo? Que nadie se alarme ante dicho "razonamiento". Simplemente, quiero señalar lo que resultará paradójico para todo simpatizante de los auténticos valores anarquistas -esos históricos que deben servir como impulsores para encontrar nuevas respuestas a los nuevos tiempos-: el mencionado “desarme” del Estado se da en un contexto donde se asume la desigualdad, marcada por la ley económica del más fuerte; de esta manera, la atomización, la incomunicación y una individualidad y materialismo mal entendidos son los resultantes de esta sociedad de consumo donde se diluyen los valores o se convierten en coyunturales, como esa petición de solidaridad para los más desfavorecidos en la cual los grandes poderes se abstraen hábilmente.

Pueden ser muchas las diferencias históricas entre anarquismo y liberalismo, pero ambos manifestaban la importancia de la educación y capacidad de progreso de la persona -extendida a lo largo de toda su vida-, del disentimiento frente a lo establecido, de la crítica y oposición a todo poder arraigado que, por su propia naturaleza, tenderá a no aceptarlas y a perpetuarse. Los anarquistas hicieron más hincapié en la naturaleza social del individuo -con algunas excepciones, como las de los individualistas de inspiración en Max Stirner-, de lo necesaria que era la sociedad para que el ser humano alcanzara su pleno desarrollo y para que la individualidad adquiriera conciencia de su participación en lo colectivo; el liberalismo abogaba, más bien, por un pacto entre individuos donde se asumía la pérdida de ciertos derechos y con algunas obligaciones mínimas en aras de un sistema estable que asegurara cada meta personal.

Estas teorías invitan a una interesante reflexión, e imposible resulta dar una respuesta definitiva, sobre la condición humana. Lo que sí resultará diáfano es la denuncia que han hecho siempre los anarquistas de todo Estado, como defensor de los intereses de una minoría y no como benefactor del interés general. Esto último es lo pretendía el mencionado pacto social del liberalismo y que acabó desembocando, junto a los mecanismos limitadores y equilibradores de los diferentes poderes ideados por Montesquieu, en el Estado burgués moderno. Resulta curioso, y una muestra más de la honestidad y heterodoxia de los anarquistas al buscar toda vía emancipatoria, cómo uno de los pioneros del pensamiento libertario español, Anselmo Lorenzo, citara en su obra El Estado a multitud de ideólogos liberales, como Castelar o Pi y Margall (aunque, este último tuvo una curiosa evolución, que tal vez le hace difícil de etiquetar), junto a los clásicos anarquistas; por supuesto, el mismo Lorenzo advertirá también sobre esa última defensa que hacen del Estado los liberales manteniendo, así, los privilegios de clase.

De esta manera, el liberalismo se convirtió en la ideología de la emergente clase burguesa del siglo XIX, los nuevos propietarios con intereses contrapuestos a los terratenientes y aristócratas. Como ya he mencionado anteriormente, esta nueva clase demandaba un Estado que garantizase un marco estable y neutral, con leyes objetivas donde el derecho de propiedad fuera garantía de autonomía y libertad. Es aquí donde la ambivalencia del liberalismo empieza a adquirir un matiz más fuerte, al unirse, cuando así le interesara, a los desfavorecidos en su lucha contra el antiguo régimen pero actuando, en otras ocasiones, como freno conservador a las reivindicaciones de las clases bajas. Si bien los liberales apoyaron mayoritariamente el sufragio universal, se mostrarán reacios a la posibilidad de una mayor profundización democrática que pudiera acabar con sus privilegios. Con el tiempo se irá asentando un sistema liberal y democrático electivo, que se da en los países considerados más avanzados, y donde una minoría privilegiada traiciona definitivamente los principios liberales que dicen defender al detentar el poder económico y controlar la cultura y los medios de información, primordiales para una auténtica democratización social.

A muchos intelectuales -tratemos de englobar así a todos estos elementos, por misericordia- parece que la historia no ha enseñado mucho; unos, perdidos en su universo socialista autoritario, buscan nuevos referentes después de que la praxis haya deparado desastre tras desastre para su ideario; otros -curiosamente, muchos conversos del socialismo de Estado- mencionan continuamente el peligro totalitario para justificar un sistema político y económico que conlleva progreso económico sí, pero sustentado en demasiadas miserias y convirtiendo al ciudadano en un mero consumidor. Estas personas, contraponen liberalismo a socialismo como si las dos doctrinas tuvieran un único camino -dominación en suma, que podemos calificar bien de totalitaria y explícita, o de democrática y sutil, en uno u otro caso- y obviando lo que resulta la perfecta síntesis de ambas que es el anarquismo. Ya el alemán Rudolf Rocker -no tengo ningún reparo en citar continuamente a los grandes autores de pasado, ya que la lucidez que manifestaron en su momento tiene un doble valor al revestirse de una increíble actualidad- señaló la confluencia de esas dos principales corrientes que desde la Revolución francesa se desarrollaron en la vida intelectual de Europa.

La perspectiva crítica del sistema capitalista, en aras de la emancipación de la clase trabajadora, sitúan al pensamiento libertario en una tradición socialista -es hora de recuperar los auténticos valores de esta palabra tan denigrada y apartar aquello que supone una merma de la soberanía individual- y actúa como un perfecto complemento autogestionario para ese liberalismo radical que muchos creemos ver en el anarquismo. Espontaneísmo es otra de las palabras que tienen un perfecto acomodo en la tradición libertaria y que el liberalismo puede subscribir en muchos aspectos; en el terreno económico, que es junto al político el que resulta más controvertido en la comparación que nos ocupa, resulta extraordinario cómo se han reivindicado dentro del anarquismo conceptos como la armonía de las fuerzas económicas, comunes a los primeros liberales, desprovista, claro está, de todo privilegio y explotación y, aquí entramos dentro del campo libertario, con la educación y el valor de la solidaridad como una corrección constante para toda desigualdad de las mismas. Aquella filosofía racionalista que pretende planificar -aquí, el Estado entra en juego en cualquiera de sus formas- la vida económica o social no comprende que la libertad acaba siendo sacrificada en nombre de un supuesto progreso; es fundamental consolidar un escenario donde las energías humanas -individuales y colectivas- se desenvuelvan libremente y tomen sus propias decisiones conforme a continuos ensayos de prueba -no hay división entre la teoría y la praxis, otra idea/fuerza tan del gusto del anarquismo-.

Comprobando otros puntos de conexión histórica entre liberalismo y anarquismo nos hace plantearnos hasta donde puede llegar la perversión histórica y el cinismo de aquellos que hoy abrazan sin vergüenza el ideario liberal. Una coincidencia fundamental resulta la soberanía individual, que resulta inalienable de cara al colectivo pero que, como ya he mencionado, no debería contraponerse a las necesidades individuales sino más bien, al contrario, cobran sentido en el contexto social gracias a la libre cooperación; esto último resulta una nueva corrección libertaria para esa desviación que da lugar a que algunos individuos se beneficien del resto de la sociedad dentro de esa filosofía de mínima intervención por parte de Estado -el llamado laissez faire, "dejar hacer"-, donde, supuestamente, cada individuo buscará lo mejor para sí mismo pero que conduce a concentración de poderes, monopolios y numerosas desigualdades. 

Hoy, en un contexto de generalizada ignorancia política, son las fuerzas conservadoras las que parecen apropiarse del término "liberal". Por supuesto, no es esconde más que una visión conservadora del mundo refugiada en un concepto de la nación-Estado, por supuesto, rechazable para quien tenga una visión emancipatoria, que solo puede ser internacionalista en lo fraternal. Otra vieja concepción ácrata plenamente reivindicable. El socialismo parlamentario, no obstante, también reivindica en algunos momentos una visión liberal del mundo; incluso, en algunos momentos, algún líder político se ha atrevido a mencionar la palabra "libertario". Más confusión ideológica para los tiempos que vivimos. En la prácticas, unos u otros partidos políticos en el Gobierno lo que llevan a la práctica es una mezquina política neoliberal subordinada a los poderes económicos.

En suma, son tiempos estos que dan lugar a una gran confusión y donde yo no tendría ningún reparo, desde el anarquismo, en reclamar gran parte del espacio donde campa triunfante un “neoliberalismo”, con sus periódicas crisis que pagan siempre los más humildes, y que sí resulta un enemigo feroz en lo económico como resulta obvio, que oculta la actuación de Estados llamados "democráticos", que siguen siendo demasiado fuertes, y al que debemos desproveer de numerosos conceptos robados y, al mismo tiempo, dar un significado sólido a la palabra “progreso” y conjuntarla con un socialismo auténticamente libertario y autogestionario. Al fin y al cabo, el anarquismo debe resultar la perfecta síntesis.

Capi Vidal
http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com.es/ 

Surgimiento y declive del movimiento anarquista en América Latina - Ángel Cappelletti

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El siguiente escrito de Ángel Cappelletti, conforma el prólogo de «El Anarquismo en América Latina» (Biblioteca Ayacucho, 1990). Resumen histórico y compilación de textos seleccionados por el citado autor y Carlos M. Rama.

El anarquismo como ideología y como filosofía social surge en Europa en la primera mitad del siglo XIX. Como las diversas modalidades del socialismo pre-marxista, es un producto francés, pues a Proudhon debe su nombre y su primera formulación sistemática, aunque justo es recordar que tuvo dos poderosos padrinos, en Inglaterra (Godwin) y en Alemania (Stirner). Como movimiento social de las clases productoras (obreras, artesanos, campesinos) asume primero la forma de mutualismo, desde antes de 1850, también en Francia. En un segundo momento, ya en la década del 60, se convierte en colectivismo con Bakunin y vincula su actividad esencialmente a la Primera Internacional, en cuyo seno llega a constituir, durante un tiempo, la corriente mayoritaria. En esta época, en efecto, la mayor parte de los obreros organizados en Italia, Francia, España, Portugal, Suiza francesa, Bélgica, Holanda, etc., son anarquistas o profesan un socialismo revolucionario afín al anarquismo. Inclusive en Gran Bretaña, el tradeunionismo, con sus moderadas tendencias, se encuentra más cerca de los proudhonianos que de los marxistas.

Ya durante la década de los 60* las ideas anarquistas llegan a América Latina y se concretan en algunos grupos de acción. En las Antillas francesas se fundan Secciones de la Internacional; en México se difunden las ideas de Proudhon y Bakunin y surgen las primeras organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles de signo libertario. A comienzos de los años 70 es clara la presencia de núcleos anarquistas en ambas márgenes del Plata. Desde entonces y durante más de medio siglo, el anarquismo tiene una larga y accidentada historia en muchos de los países latinoamericanos. En algunos de ellos, como en Argentina y Uruguay, logró la adhesión de la mayor parte de la clase obrera, a través de sindicatos y sociedades de resistencia, durante varias décadas. En otros, como en México, desempeñó un papel importante inclusive dentro de la historia política y de las contiendas armadas del país. En Chile y Perú, fue indudable iniciador de las luchas de la clase obrera en su dimensión revolucionaria. Inclusive en aquellos países donde no logró después un gran arraigo sindical, como Ecuador, Panamá o Guatemala, no cabe duda de que las primeras organizaciones obreras que trascendieron el significado de meras sociedades de socorros mutuos y encararon la lucha de clases, fueron anarquistas.

El anarquismo tiene, pues, en América Latina una amplia historia, rica en luchas pacíficas y violentas, en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda oral, escrita y práctica, en obras literarias, en experimento teatrales, pedagógicos, cooperativos, comunitarios, etc. Esta historia nunca ha sido escrita en su totalidad, aunque existen algunos buenos estudios parciales. Más aún, quienes escriben la historia social, política, cultural, literaria, filosófica, etc., del subcontinente suelen pasar por alto o minimizar la importancia del movimiento anarquista. Hay en ello tanta ignorancia como mala fe. Algunos historiadores desconocen los hechos o consideran al anarquismo o como una ideología marginal y absolutamente minoritaria y desdeñable. Otros, por el contrario, saben lo que el anarquismo significa en la historia de las ideas socialistas y comprenden bien su actitud frente al marxismo, pero precisamente por eso se esfuerzan en olvidarlo o en desvalorizarlo como fruto de inmadurez revolucionaria, utopismo abstracto, rebeldía artesanal o pequeño burguesa, etc.

El presente Prólogo no pretende ser una historia completa del anarquismo latinoamericano, sino simplemente un esbozo de ella. Aun así, la amplitud de la materia (que abarca desde Argentina hasta México) y la escasez de estudios previos (que no sean parciales) nos ha obligado a darle una extensión mayor que la habitual dentro de la Biblioteca Ayacucho. En él se examinan los hechos sociales, la propaganda periodística, y la literatura del anarquismo en cada país, desde el extremo meridional (Argentina) al septentrional (México). La antología comprende escritos de autores anarquistas de varios países. Nuestro criterio de selección ha sido no la excelencia literaria sino la relevancia ideológica o filosófica de los mismos. Pero antes de proceder a dar un esbozo histórico, país por país, trataremos de establecer, brevemente, algunos rasgos específicos del anarquismo en América Latina.

Como todo pensamiento originado en Europa, la ideología anarquista fue para América Latina un producto importado. Sólo que las ideas no son meros productos sino más bien organismos y, como tales, deben adaptarse al nuevo medio y, al hacerlo, cambiar en mayor o menor medida.

Decir que el anarquismo fue traído a estas playas por inmigrantes europeos es casi acotar lo obvio. Interpretar el hecho como un signo de su minusvalía, parece más bien una muestra de estupidez. (La idea misma de «patria» y la ideología nacionalista nos han llegado de Europa). Pero el anarquismo no fue sólo la ideología de masas obreras y campesinas paupérrimas que, arribadas al nuevo continente, se sintieron defraudadas en su esperanza de una vida mejor y vieron cambiar la opresión de las antiguas monarquías por la no menos pesada de las nuevas oligarquías republicanas. Fue muy pronto el modo de ver el mundo y la sociedad que adoptaron también masas autóctonas y aún indígenas, desde México a la Argentina, desde Zalacosta en Chalco hasta Facón Grande en la Patagonia. Muy pocas veces se ha hecho notar que la doctrina anarquista del colectivismo autogestionario, aplicada a la cuestión agraria, coincidía de hecho con el antiguo modo de organización y de vida de los indígenas en México y del Perú, anterior no sólo al imperialismo español sino también al imperialismo de los aztecas y de los incas. En la medida en que los anarquistas lograron llegar hasta los indígenas, no tuvieron que inculcarles ideologías exóticas, sino sólo tornar conscientes las ancestrales ideologías campesinas del «calpull» y del «ayllu».

Por otra parte, en la población criolla se había arraigado muchas veces una tendencia a la libertad y un desapego por todas las formas de la estructura estatal que, cuando no eran canalizadas por las vías del caudillaje feudal, eran tierra fértil para una ideología libertaria. Casi nunca se menciona la existencia (en Argentina y Uruguay) de un «gauchaje» anarquista, que tenía su expresión literaria en los payadores libertarios. Pero, aun prescindiendo de esto fenómenos, que serán considerados sin duda poco significativos por los historiadores académicos y marxistas, puede decirse sin lugar a dudas que el anarquismo echó raíces entre los obreros autóctonos mucho más profunda y extensamente que el marxismo (con la sola excepción, tal vez, de Chile).

Aun cuando, desde un punto de vista teórico, el movimiento latinoamericano no haya contribuido con aportes fundamentales al pensamiento anarquista, puede decirse que desde el punto de vista de la organización y de la praxis produjo formas desconocidas en Europa. Así, la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) fue ejemplo de una central que, siendo mayoritaria (hasta llegar a constituirse, de hecho, en cierto momento, en central única), no hizo jamás ninguna concesión a la burocracia sindical, al mismo tiempo que adoptaba una organización diferente tanto de la CNT y demás centrales anarcosindicalistas europeas como la IWW norteamericana. Otro ejemplo, típicamente latinoamericano, es la existencia del Partido Liberal Mexicano, el cual pocos años después de su fundación adoptó una ideología que, sin ninguna duda, era anarquista (por obra, sobre todo, de R. Flores Magón) y que sin embargo, conservó su nombre y siguió presentándose como partido político (lo cual le valió duras críticas de algunos ortodoxos europeos, como Jean Grave).

De todas maneras, si se exceptúa este caso singular (que podría tener sólo una réplica en el reciente P.V.P. uruguayo, cuya ideología anarquista es, sin embargo, mucho más dudosa), puede decirse que en América Latina el anarquismo fue casi siempre anarcosindicalismo y estuvo esencialmente vinculado a organizaciones obreras y campesinas. Hubo, sin duda, algunos anarco-individualistas en Argentina, Uruguay, Panamá, etc., y también algunos anarco-comunistas enemigos de la organización sindical en Buenos Aires (durante las décadas de 1880 y 1890), pero la inmensa mayoría de los anarquistas latinoamericanos fueron partidarios de un sindicalismo revolucionario y antipolítico (no, como suele decirse equivocadamente, a-político) En esto se diferencia el anarquismo latinoamericano del norteamericano. En Estados Unidos hubo, sin duda, un poderoso sindicalismo anarquista, cuyo más celebre testimonio fue brindado por los mártires de Chicago. Este anarquismo, que representaba la continuación del movimiento anti-esclavista en el ámbito de la civilización industrial, fue promovido por emigrantes (italianos, alemanes, eslavos, etc.), cuyo prototipo revolucionario era el germano Johann Most. Más tarde hubo también un sindicalismo revolucionario (anarquista o cuasi-anarquista), el de los Industrial Workers of the World (IWW), que prolongaba, a su vez, en el mundo del trabajo industrial, las tradiciones de lucha del viejo Far West. Pero, por otra parte, hubo también, desde mucho antes, una corriente autóctona, representada por grandes figuras literarias como Thoreau y Emerson, que nada tiene que con el movimiento obrero, que hunde sus raíces en el liberalismo radical de Jefferson, y otros pensadores del siglo XVIII, que se prolonga tal vez en lo que hoy se denomina «libertarianism». No se trata de una ideología anti-obrera (aunque hay, sin duda, hoy, libertarios de derecha), pero se desarrolla en un plano ajeno a las luchas laborales, y sus motivos principales son la negación de la burocracia y del Estado, los derechos humanos, el antimilitarismo, etc.

Por otra parte, el anarquismo presenta también algunos rasgos diferenciales en los diferentes países de América Latina. En la Argentina ha sido, con la FORA, más radical, hasta el punto de ser considerado extremista por la CNT española. En Uruguay ha sido más pacífico, como ya señalaba Nettlau, tal vez porque menos perseguido (excepto durante la última dictadura). En México ha tenido significación en el gobierno, no sólo por la participación del magonismo en la revolución contra Porfirio Díaz, sino también porque la Casa del Obrero Mundial brindó a Carranza sus «batallones rojos» en la lucha contra Villa y Zapata y porque los dirigentes de la CGT polemizaron con el propio presidente Obregón. En Brasil, por el contrario, estuvo siempre al margen de toda instancia estatal, y la república militar-oligárquica nunca lo tomó en cuenta sino para perseguir, desterrar o asesinar a sus militantes. Fenómeno típico de ciertos países latinoamericanos, entre 1918 y 1923, fue el anarco-bolchevismo. En Argentina, Uruguay, Brasil y México sobre todo, al producirse en Rusia la revolución bolchevique, muchos anarquistas se declararon partidarios de Lenin y anunciaron su incondicional apoyo al gobierno soviético, pero no por eso dejaron de considerarse anarquistas. Esta corriente desapareció con la muerte de Lenin, pues quienes decidieron seguir a Stalin ya no se atrevían sin duda a llamarse «anarquistas».

En todos los países latinoamericanos el anarquismo produjo, además de una vasta propaganda periodística y de una copiosa bibliografía ideológica, muchos poetas y escritores que, con frecuencia, fueron figuras de primera línea en las respectivas literaturas nacionales. No en todas partes, sin embargo, fueron igualmente numerosos y significativos. En Argentina y Uruguay puede decirse que la mayoría de los escritores que publicaron entre 1890 y 1920 fueron, en algún momento y en alguna medida anarquistas. En Brasil y en Chile hubo asimismo, durante ese periodo, no pocos literatos ácratas, aunque no tantos como en el Río de la Plata. En Colombia, Venezuela, Puerto Rico, etc., si bien no floreció una literatura propiamente anarquista, la influencia de la ideología libertaria se dio más entre literatos y poetas que en el movimiento obrero. Es importante hacer notar, sin embargo que aun allí donde la literatura y anarquismo casi sinónimos, como en el Río de la Plata (periodo mencionado), los intelectuales anarquistas nunca desempeñaron el papel de élite o vanguardia revolucionaria y nunca tuvieron nada que ver con la universidad y con la cultura oficial. En esto el anarquismo se diferencia profundamente del marxismo.

La decadencia del movimiento anarquista latinoamericano (que no comporta, sin embargo, su total desaparición) se puede atribuir a tres causas: 

1) Una serie de golpes de Estado más o menos fascistoides, que se producen alrededor del año 30 (Uriburu en Argentina, Vargas en Brasil, Terra un Uruguay, etc.) Todos ellos se caracterizan por una represión general contra el movimiento obrero, los grupos de izquierda y los anarquistas en especial. En ciertos casos (Argentina) llegan a desarticular enteramente la estructura organizativa y propagandística de las federaciones obreras anarcosindicalistas. 

2) La fundación de los partidos comunistas (bolcheviques). El apoyo de la Unión Soviética y de los partidos afines europeos les confiere una fuerza de la que carecen las organizaciones anarquistas, sin más recursos materiales que las cotizaciones de sus propios militantes. En algunos países más (Brasil), en otros menos (Argentina), hay anarquistas que se pasan al partido comunista. 

3) La aparición de corrientes nacional-populistas (más o menos vinculadas con las fuerzas armadas e inclusive, a veces, con los promotores de golpes fascistoides).

La particular situación de dependencia en que se encuentran los países latinoamericanos frente al imperialismo europeo y, sobre todo, norteamericano, deriva la lucha de clases hacia las luchas de «liberación nacional». Los trabajadores visualizan la explotación de que son objetos como imposición de potencias extranjeras. La burguesía (nacional y extranjera), vinculada a ciertos sectores del ejército y de la iglesia católica, los convence de que el enemigo no es ya el Capital y el Estado sino sólo el Capital y el Estado extranjeros. Esta convicción (hábilmente inducida) es, en realidad, la causa principal de la decadencia del anarquismo. Todo lo demás, inclusive las dificultades intrínsecas que afectan a una organización anarquista en el mundo actual (como la necesidad de hacer funcionar sindicatos sin burocracia y la real o aparente inviabilidad de sus propuestas concretas) es secundario.

Ángel Cappelletti 

*Se refiere a 1860 (N&A) 

Libro completo: «El Anarquismo en América Latina» 

Fuente: http://noticiasyanarquia.blogspot.com.es/

Industrial Workers of the World - Trabajadores Industriales del Mundo

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IWWLa Industrial Workers of the World (IWW) fue fundada en Chicago en 1905, y desde los orígenes hizo especial hincapié en su carácter industrial. Se distinguía de la American Federation Labor (AFL), organización predominante en la época, que no tenía en cuenta las industrias con mano de obra no cualificada, privilegiando así una élite de trabajadores del país. En cambio, la IWW tuvo en cuenta a todo tipo de obreros, no importaba su origen social, formación, sexo, ni raza, y estamos hablando de una época en la que los Estados Unidos recibió, entre 1880 y 1910, a unos 30 millones de inmigrantes europeos.

La IWW fue una organización auténticamente democrática que combatió todo tipo de jerarquización y no tuvo en cuenta la distinción entre trabajo manual e intelectual, que consideró otro peligro para crear privilegios. La creación y desarrollo de esta organización hay que insertarla en los del propio capitalismo, ya que junto a mano de obra procedente de Europa hubo una transferencia masiva de capitales; un escenario privilegiado para el desarrollo capitalista, no exento por supuesto de crisis cíclicas, que como siempre pagaban los trabajadores. Desde los años 90 el siglo XIX, puede hablarse ya de una fase del capitalismo que podemos denominar “imperialismo”, con la búsqueda de nuevos mercados y materias primas a bajo precio. Se trata de una ofensiva expansionista desarrollada durante todo el siglo XX y que llega hasta nuestros días con una incierta nueva etapa globalizadora.

La IWW nace como un sindicato revolucionario, que se desarrolla paralelo al crecimiento capitalista, ambos con aspiraciones internacionalistas. Si en 1889, la II Internacional socialista pone como objetivo principal la participación en elecciones, el sindicalismo revolucionario de la IWW, claramente influenciado por el anarquismo, pone como táctica principal la acción directa, al margen de cualquier partido político, y se coloca objetivos revolucionarios. Las acciones de la IWW desde 1905, innovadoras, promoviendo la solidaridad entres sus miembros y el desarrollo de su conciencia en base a gestionar sus propios asuntos, están en la historia. Tuvo un desarrollo notable hasta 1917, cuando los Estados Unidos entran en la Primera Guerra Mundial, excusa perfecta para iniciar una gran represión contra la IWW y contra todo grupo crítico con el gobierno y con la guerra.

A nuestro modo de ver, la IWW merece su sitio en la historia del anarquismo, por su carácter antiautoritario e internacionalista. Se fundaron sindicatos en Australia, Suecia, Inglaterra, México, Chile, Sudáfrica e incluso llegaron hasta el sur profundo de los propios Estados Unidos; además, participaron en la revolución mejicana de 1911. Como se ha dicho, el objetivo de la IWW era revolucionario, el control de los medios de producción por parte de los trabajadores. Aunque se buscaba la mejora de las condiciones dentro del sistema capitalista, siempre se favoreció una toma de conciencia de sus miembros para llegar hasta este fin. La difusión cultural, con la creación de bibliotecas en varias idiomas al alcance de todos y todas, la organización de todo tipo de actividades artísticas y el fomento del debate, era otra de las tácticas importantes de la IWW en un mundo en el que mediaba un abismo intelectual entre la clase trabajadores y las diferentes élites de dirigentes.

Las tácticas de la IWW, de desobediencia civil y acción directa, supusieron un importante legado para los movimientos sociales posteriores. Como movimiento de masas, sufrió un importante retroceso a partir de 1917, pero su influencia y actividad llegan hasta la actualidad, primeros años del siglo XXI, con su participación en las grandes luchas sociales. En un mundo donde las organizaciones sindicales se han integrado en el Estado, y se han visto vinculadas a partidos políticos, la IWW ha mantenido la independencia y ha comprendido que su táctica autogestionaria era la única vía para la revolución social. Las crisis periódicas del capitalismo, en especial la de los años 30 del siglo XX en Estados Unidos, sirvió para integrar los sindicatos en un Estado que vio crecer su poder de regulación e injerencia. El desarrollo posterior, con el aumento de la producción y del nivel de vida, terminó de integrar a los trabajadores en la sociedad y en la economía capitalistas; no parecía haber lugar para los movimientos subversivos en un mundo consumista de ocio vacuo, poco proclive a una toma de conciencia auténticamente transformadora, pero la resistencia jamás ha sido, ni será, reducida a la nada. En los movimientos antiautoritarios de la actualidad, puede establecerse un vínculo con las tácticas de la IWW (internacionalismo, acción directa, solidaridad, desobediencia civil), de gran resultado en el pasado, aunque hoy las circunstancias sean muy diferentes.

Sitio web de la IWW.

Capi Vidal
Fuente: http://acracia.org/industrial-workers-of-the-word-trabajadores-industriales-del-mundo

[Descarga y libro] - Habla Louis Lingg y El Catecismo Revolucionario

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Habla Louis Lingg | Extracto de “Los mártires de Chicago”

«Me acusáis de despreciar la ley y el orden. ¿Y que significan la ley y el orden? Sus representantes son los policías, y entre éstos hay muchos ladrones. Aquí se sienta el Capitán Schaack. El me ha confesado que mi sombrero y mis libros habían desaparecido de su oficina, sustraídos por los policías. ¡He ahí vuestros defensores del derecho de propiedad!

Mientras yo declaro francamente que soy partidario de los procedimientos de fuerza para conquistar una vida mejor para mis compañeros y para mí, mientras afirmo que enfrente de la violencia brutal de la policía es necesario emplear la fuerza bruta, vosotros tratáis de ahorcar a siete hombres apelando a la falsedad y al perjurio, comprando testigos y fabricando, en fin, un proceso inicuo desde el principio hasta el fin».  

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Click en la imagen para descargar

 

Catecismo revolucionario, el libro maldito de la anarquía

«En noviembre de 1869 un suceso provocó el pánico en Moscú. El cadáver de Iván Ivanovich Ivanov fue encontrado en el fondo de un estanque. Tras el crimen se escondía Sergéi Nechayev, un joven nihilista líder de una aterradora sociedad secreta llamada La Justicia del Pueblo, «el monje cruel de una revolución desesperada —escribió Albert Camus—, cuyo sueño más evidente era fundar la orden asesina que permitiría propagar y hacer triunfar por fin a la divinidad negra a la que había decidido servir». Pero había más: Nechayev no estaba solo. Se hablaba de células terroristas infiltradas en las ciudades más importantes del país y dispuestas a perpetrar asesinatos y atentados. Más tarde, se supo que el misterioso Nechayev no trabaja solo, sino que era un delegado de Mijaíl Bakunin. Todos temblaron ante la «divinidad negra». Bakunin y Nechayev, confiando en la llegada de una revolución aniquiladora e higiénica, firmaron El Catecismo Revolucionario, uno de los textos más polémicos, violentos y odiados de toda la historia, un documento que pronto inspiró a una nueva generación terrorista y que, al mismo tiempo, despertó la alarma entre los servicios policiales y entre la élite política. Poco después se descubrió que Nechayev había traicionado y robado al mismo Bakunin, cuya amistad con el nihilista le valió su expulsión de La Internacional. Dostoievski, a partir de estos acontecimientos, basó su famosa novela Los demonios, donde aparecen los personajes de Nechayev y Bakunin.

Este libro, que además de El Catecismo Revolucionario recoge textos y notas poco conocidas de Dostoievski y reveladoras cartas de Bakunin, narra uno de los episodios más apasionantes y fantásticos del siglo XIX, que sirvió para configurar el terrorismo moderno, las sociedades secretas políticas y las teorías de la conspiración. Esta es la increíble historia de Nechayev, «el primer terrorista» (Camus), una «abrumadora y sin par combinación de fanático, fanfarrón y maleducado» (E. H. Carr), y de la fascinación que este despertó en Bakunin, quien no dudó en calificarlo de héroe, conspirador profesional y creyente sin dios. Y también de Dostoievski, que dedicó buena parte de su vida a luchar contra los nihilistas, a los que calificó de «demonios».

PVP: 10€
Páginas: 168

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Fuente: http://www.exnihilo.noblogs.org/

Recordando a Darwin, revitalizando a Kropotkin

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Recordamos con este texo la falsa controversia entre las tesis de Darwin y de Kropotkin, que no se enfrentan entre sí, sino que se complementan; como es sabido, la erudita obra del anarquista ruso se esfuerza en demostrar que en la evolución, tan importante o más que la competencia, resulta primordial la sociabilidad y el apoyo mutuo.

Se ha comentado ya mucho sobre aquel viaje de Charles Darwin, iniciado en 1831, por América del Sur e islas del Pacífico, que le permitió recoger un impresionante caudal de datos geológicos, botánicos y zoológicos. Pasarían varios años, con la consecuente ordenación y sistematización de esa información, para que elaborara su teoría de la evolución. Durante algunos años, se pensó que Darwin llegó a sus conclusiones a partir de la lectura de Malthus y su famosa teoría sobre el crecimiento de la población humana, mayor que los recursos necesarios para la subsistencia, lo cual generaría una "lucha por la existencia". Hoy, se piensa que lo que Darwin sacó de Malthus es que el proceso de selección natural ejerce una presión que fuerza a algunos a "abandonar la partida" y a otros a "adaptarse" y a "sobreponerse". En cualquier caso, un año después de aquel famoso viaje, Darwin empezó a creer la teoría de que todas las especies podrían provenir de un tronco común. La "selección natural" se produciría por las alteraciones orgánicas engendradas por la lucha por la existencia, en el curso de las cuales sobrevivirán solo los más aptos.


Darwin dejó muy claro que la selección natural no induce a la variabilidad, sino que implica solamente la preservación de las variaciones que aparecen y que son beneficiosas para el ser en sus condiciones de vida; esa variaciones adquiridas serán transmitidas a los descendientes. Las tesis de Darwin fueron presentadas en El origen de las especies, en 1859, obra con sucesivas revisiones en los años posteriores. El darwinismo suscitó la lógica oposición entre los medios teológicos, los cuáles consideraron la teoría un ataque a sus creencias y a su interpretación literal de la Biblia. Otros, vieron el cuerpo de doctrinas de Darwin como la expresión de un pensamiento radical y revolucionario y una importante lucha contra el tradicionalismo y elAncien Régime. Aunque, tanto la teoría de la evolución, como la del origen del hombre, a partir de otras especies no eran originales, sí resultaban innovadores la gran cantidad de datos empíricos aportados por la obra de Darwin y los caracteres que imprimió a la noción de "selección natural". Como es lógico, existen algunas fisuras y objeciones a algunas de las teorias de Darwin, algunas admitidas por él mismo en su momento, lo cual no supone necesariamente la entrada de consideraciones teleológicas (último subterfugio empleado por las creencias religiosas, con la recurrente teoría del diseño inteligente como ejemplo).

Puede decirse, pese a quien pese, que el alcance y profundidad en la revolución de las ideas originadas en Darwin (con posteriores revisiones y evoluciones) son solo comparables con los derivados de Marx, Freud y Einstein. Huxley (1825-1895), firme defensor de las teorías evolucionistas de Darwin, por considerarlas más satisfactorias que cualesquiera otras hasta esa fecha, y opuesto a toda pretensión de conocimiento absoluto, era partidario de las leyes mecanicistas como explicación de la estructura de los seres orgánicos. Al aceptar la lucha por la supervivencia del más apto, Huxley consideró que el evolucionismo no podía dar cuenta de los actos morales (y, aún menos, de los ideales morales); en honor a este autor, al que tantas veces se le ha nombrado como un intérprete extremista de las teorías evolutivas de Darwin (en cualquier caso, solo en el terreno biológico), hay que recordar que afirmó que el hombre debía oponerse a tendencias evolucionistas cuando éstas fueran inmorales o amorales. Puede decirse que el socialismo en general reconoció la teoría darwiniana de la evolución como algo liberador de prejuicios y un considerable ataque al antropocentrismo, habitualmente unido a ideas reaccionarias, y al providencialismo. No obstante, el llamado "darwinismo social", apoyado en algunas de las teorias darwinistas de la evolución, supondrá ideas político-sociales opuestas al socialismo, en las cuales se considera la desigualdad y la competencia como factores determinantes para la supervivencia de los más aptos y para la "evolución" de la sociedad.

Se puede afirmar que el capitalismo, sea cual fuere la fase del mismo en que nos encontramos a principios del siglo XXI, continúa recogiendo ese herencia social-darwinista en la que el factor ético queda relegado en nombre de una pervertida noción de progreso y del bienestar (o supervivencia) de únicamente una parte de la población. Paradójicamente, el norteamericano Sumner (1840-1910), principal defensor del darwinismo social, rechazó toda noción de derechos naturales (en el que podría entrar la igualdad, el humanitarismo o la democracia), ya que ello supondría aceptarlos como "verdades eternas" y los desdeñó, miserablemente, en nombre de la "evolución social". Uno de los factores decisivos para combatir esta degeneración social del evolucionismo darwinista es la llamada "ética social", tan importante en la obra de Kropotkin. Una conferencia pronunciada por el zoólogo ruso Karl F. Kessler en 1880, "Sobre la ley de ayuda mutua", inspiraría a Kropotkin para desarrollar una obra en torno al cooperativismo presente en la naturaleza. El anarquista ruso consideró que, junto a la ley darwiniana de lucha por la superviviencia, existía la llamada ley de "apoyo mutuo" entre los miembros de una misma especie; la competencia no sería el auténtico motor de la evolución, sino la cooperación. Al día de hoy, a pesar de que la obra de Kropotkin al respecto no ha sido lo suficientemente reconocida, continúan los estudios actuales recibiendo la influencia de ambas posturas y puede decirse que no se ha desdeñado la importancia del factor cooperativista en la evolución, siendo la sociabilidad un concepto claramente importante en la sociobiología. Habría que hacer justicia a la obra de Kropotkin, sin olvidar el tiempo que vivió y situándolo en una corriente que, sin ser mayoritaria, sí fue más amplia de lo que se deja ver en los libros de historia.

Hay que insistir en que la teoría de Kropotkin no se opuso necesariamente a la de Darwin, el cual entendió la "lucha por la existencia" en un sentido mucho más amplio que las posteriores interpretaciones y tergiversaciones (las cuales llevaron a introducir el término "egoísmo" como factor evolutivo determinante, antagónico al "altruismo" que quería ver Kropotkin), y sí podía considerarse como una aportación a la misma. Reconociendo que existía la forma competitiva de lucha, se esforzó Kropotkin en equilibrar esa competencia con el factor cooperativo e, incluso, darle predominancia. Finalmente, trató de hacer de la ley de "apoyo mutuo" el fundamento de toda sociedad animal, incluida la humana; esa búsqueda de beneficio para sus semejantes sería, para Kropotkin, un impulso básico para el ser humano. Porque el anarquista ruso equipara el impulso ético a "lo natural", deposita una completa confianza en la naturaleza y trata de indagar en la misma, con el fin de ajustar el comportamiento humano a una ley natural, producto de un orden cósmico en los que cabe la bondad y la belleza. Del mismo modo, considera Kropotkin que naturaleza es sinónimo de ciencia y asentará, de ese modo, una de las más poderosas señas de identidad de los libertarios de su tiempo: la plena confianza en lo científico. Una confianza en la ciencia que, a mi modo de ver las cosas, debería ampliar su horizonte de manera constante y mantenerse a salvo de un culto excesivo.


Ciertas lecturas posteriores, así como consecuentes polémicas bien planteadas al servicio de un pensamiento emancipador, han demostrado la capacidad de la tradición ácrata para huir del dogma y para revitalizar sus propuestas. Malatesta, contradiciendo en este asunto a su, para tantas otras cosas, maestro Kropotkin y tratando de salvaguardar tanto la libertad como la voluntad del hombre, rechazó el cientificismo y todo fatalismo producto de una supuesta ley natural. Para el italiano, la anarquía sería una aspiración humana al margen de una supuesta ley o necesidad natural, un programa elaborado por la voluntad del hombre (y no una especie de filosofía científica) tratando de combatir, precisamente, las desarmonías que pueden encontrarse en la naturaleza. Se resume muy bien lo que Malatesta pensaba, al respecto, en la bella frase: "La fe, en nuestro caso, no es una creencia ciega; es el resultado de una firme voluntad unida a una fuerte esperanza".

Volviendo a Kropotkin, a pesar de que el trabajo del autor de El apoyo mutuo y de la inacabada Ética sea de un rigorismo científico cuestionable (sin olvidar que, del mismo modo, multitud de darwinistas concedieron excesivo crédito a la tesis opuesta), aunque no exento de datos históricos y naturales bastante impresionantes y muy útiles, su crítica a ciertos factores y circunstancias negativas para la conducta humana (como la presión del Estado y de los grupos sociales) y la mencionada confianza que depositaba en una ética social son de un interés y de una vigencia impagables. También me gustaría dejar claro que las múltiples facetas de Kropotkin, resumidas en dos vías, la sociopolítica y la científica, no tienen por qué mezclarse en una lectura fácil, que empuje a creer que sus prejuicios ideológicos le empujaron a sus tesis biológicas. De hecho, es complicado saber qué faceta del ruso influyó más en la otra; incluso, al contrario de lo que se suele pensar, es posible que la visión que tenía de la naturaleza tuviera más influencia en el desarrollo de sus tesis sociales e ideológicas que al contrario. En cualquier caso, de la obra de Kropotkin se desprende siempre honestidad, y su pensamiento contiene la suficiente brillantez para ser recuperado en muchos ámbitos del desarrollo humano.


Frente a la controversia no resuelta acerca de la naturaleza humana, egoísta o altruista, bélica o sociable, mi opinión es que nuestra afán categorizador y tendencia al maniqueísmo (y, por lo tanto y por definición, "reduccionista") nos conduce a otra suerte de fatalismo. No creo que exista una respuesta definitiva para buscar una condición inherente cercana a Caín o a Abel (por usar el mito judeo-cristiano que forma parte de nuestro acervo y, tal vez por ello, supone que caigamos constantemente en el infantilismo). La historia del movimiento libertario y de sus pensadores más notables nos demuestra tolerancia, autocrítica, una férrea ética social e individual, muy necesaria para la época en que nos encontramos tan falta de valores, y un afán indagador y enriquecedor constante. Es posible que la bondad y el optimismo que caracterizaban a Kropotkin, unido a su innegable erudición, le llevó a ese intento de sistematizar las ideas y de indagar en teorías acerca de lo que es o no "natural". Otros, no exentos de sentimiento y de voluntad, y viendo la ciencia simplemente como un instrumento emancipador útil, han aportado también grandes cosas a la tradición ácrata. Tal vez, habría que observar la naturaleza de forma objetiva, asumiendo su falta de moralidad y siendo cauto con ciertas visiones alentadoras (unidad, orden, armonía…) más cercanas a la metáfora y a la tranquilidad existencial que a una visión científica (insisto, no defiendo la ciencia como una dogma, pero tendemos a mezclar cosas dispares). Las respuestas a cuestiones morales y sociopolíticas debemos buscarlas, en mi opinión, en nosotros mismos (una especie más en la naturaleza, con mayores capacidades que otras para transformar el medio, pero sin ningún "toque" de una divinidad ni de ningún otro factor externo), huyendo de todo determinismo apriorístico y sin subterfugios de ninguna clase.

Capi Vidal
http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com.es/

[Libro] Comunalismo y anarquismo en África

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Autores: Sam Mbah e I. E. Igariwey.

Puede el comunalismo tradicional de los pueblos africanos representar un elemento a partir del cual buscar una salida a la profunda crisis económica, social, política en que está sumida África? Anarquismo africano indaga en torno a esta posibilidad, al tiempo que expone las razones del fracaso de los diferentes programas de ''socialismo africano'' que aparecieron en algunos países africanos (Tanzania, Senegal, Guinea, etc.) con el proceso de independencia. Lejos de resolver los problemas del periodo colonial, los modelos e ideologías del socialismo estatalista prolongaron las diferencias sociales, acentuaron la polarización de la riqueza y favorecieron la concentración del poder en las nuevas élites surgidas con la descolonización. Por otra parte, la dominación colonial y poscolonial extendió el prejuicio eurocéntrico según el cual África es una tierra de pueblos sin historia. Sin embargo, como sugiere Anarquismo africano, el impacto de la colonización europea, no ha extinguido completamente las formas tradicionales de organización social comunitaria autóctonas, como lo atestiguan los numerosos ejemplos reseñados que sirven, además, para ofrecer una descripción general de la evolución reciente del continente africano y sus conflictos. A partir de la actual descomposición de los estados nacidos con la descolonización, que se enmarca dentro de la oposición histórica entre Comunidad y Estado, los autores abogan por la conjunción del comunalismo tradicional africano con la tradición histórica de los movimientos sociales de emancipación de inspiración anarquista, como posibilidad de futuro para África.

pdf Edición original en inglés:

African Anarchism. The History of a Movement

 

pdf Edición en castellano, Alikornio Ediciones, 2000:

África rebelde. Comunalismo y anarquismo en Nigeria

 

Fragmentos sobre las costumbres y formas comunales y colectivistas de muchas sociedades precapitalistas africanas, publicados en catalán en Reconstruir el Comunal:

Comunalisme africà

 

14 de marzo: 38 años del asesinato del compañero anarquista Agustín Rueda

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38 años del asesinato en la cárcel de Carabanchel del compañero anarquista Agustín Rueda.

Torturado por sus carceleros hasta la muerte por negarse a delatar a quienes habían construido un túnel de huída.

Agustín Rueda 14 noviembre 1952 - 14 de marzo 1978

"Que tu sangre encienda la chispa de la libertad"

"Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla"

Más información sobre el caso de Agustín Rueda:

Agustín Rueda, preso anarquista asesinado en la cárcel en 1978

Manifestación y entierro de Agustín Rueda, en el 34º Aniversario de su asesinato

[Vídeo] El caso del anarquista asesinado en la cárcel en 1978 Agustín Rueda

María, hermana de Agustín Rueda: "Fue a mi hermano al que mataron, pero tenían odio a todos"

http://www.casmadrid.org/ 


38 años del asesinato de Agustín Rueda

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Agustín RuedaEn la mañana del 13 de marzo de 1978, los funcionarios de la prisión de Carabanchel descubrieron un túnel en la séptima galería.

Siete reclusos fueron llamados uno por uno para ser interrogados por orden expresa del director de la prisión. Los interrogatorios los ejecutaron once funcionarios, bajo la supervisión del director, el subdirector y el jefe de servicios.

Agustín Rueda, un preso anarquista muy vinculado con la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) estaba barriendo el patio cuando fueron a buscarle. Lo llevaron a la parte baja de la cárcel. Lugar donde anteriormente se ejecutaba a garrote vil.

Durante horas fue sometido Agustín a torturas, para que delatara a los presos implicados en el plan de fuga. Cuando acabó el interrogatorio (porque otro preso ya había cantado), lo trasladaron a una celda de castigo.

Agustín apenas podía mantenerse en pie y solicitaba asistencia médica. El médico que le examinó consideró que había cogido humedad mientras había estado excavando el túnel. El diagnóstico fue acompañado por una patada en las costillas. Y, media hora después, le lanzaron unas pastillas para el dolor a través de las rejas.

El estado de Agustín iba empeorando, y repetía constantemente que no sentía las piernas. Recibió una segunda visita, pero fue otro médico el que le «asistió», que, como el anterior, restó importancia a su estado.

Aproximadamente doce horas después de haber sido torturado, Agustín Rueda apenas podía hablar, y se consideró su traslado a enfermería, donde estaría en observación.

El ingreso en un hospital hubiera supuesto tanto su salvación como la revelación de las torturas en prisión. Primó, obviamente, ocultar las torturas.

Agustín Rueda murió en la mañana del 14 de marzo. El juez de guardia preguntó por el origen de los hematomas visibles en su cuerpo. Ante lo que el director de La prisión ofreció dos versiones: la primera, que fueron debidas a una caída por las escaleras. Al aparecer huellas visibles de la violencia, el director rectificó, alegando que el día anterior un funcionario se vio obligado a reducir al preso porque este le sacó un cuchillo cuando se disponía a registrarlo.

La autopsia reveló que la muerte había sido producida por shock traumático causado por un violento apaleamiento generalizado, prolongado, intenso y técnico, tras el cual, y hasta el momento de la muerte, no se había procurado la correcta asistencia médica.

El día 17 de marzo, una gran comitiva condujo a hombros el féretro de Agustín hasta la plaza de Cibeles. Varias coronas de flores presidían el cortejo. En una de ellas se podía leer: «que tu sangre encienda la chispa de la libertad. copel».

A los responsables de la muerte de Agustín Rueda no se les podía juzgar por homicidio, ya que el delito de torturas no figuraba en el código penal.

Adelaida Artigado

Más información sobre el caso de Agustín Rueda:

Agustín Rueda, preso anarquista asesinado en la cárcel en 1978

Manifestación y entierro de Agustín Rueda, en el 34º Aniversario de su asesinato

[Vídeo] El caso del anarquista asesinado en la cárcel en 1978 Agustín Rueda

María, hermana de Agustín Rueda: "Fue a mi hermano al que mataron, pero tenían odio a todos"

El hip hop como lucha libertaria

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Más allá de un simple género musical, el Hip Hop es producto de múltiples movimientos sociales que entremezclaban ideas libertarias con corrientes artísticas. En este texto, Worm traza los coordenadas centrales de cómo se suscitó esta convergencia de elementos.

Domingo, 21:00 horas. Me encuentro leyendo la última versión de las cartas, manifiestos y escritos menores de Albert Camus, titulada Escritos Libertarios. Absorto en su generosa e insumisa palabra, en un ambiente tan colmado de rebeldía, no me había percatado de que al fondo sonaba una canción de rap que daba vida a la pequeña sala. Entre las diversas preguntas que aparecieron en mi cabeza, sólo dos me dejaron inquieto: ¿qué relación tiene todo esto? ¿Tiene el ideal libertario alguna cercanía con el movimiento hip hop? Sumido en mis dudas, heme aquí, sobre el escritorio, con una hoja y un lápiz, tratando de esclarecer el asunto, trazando una síntesis que pueda –sin pretender hacer un estudio inaprehensible– darme una respuesta concreta.

El hip hop es un movimiento cultural que surgió al término de los años sesenta en el seno de dos de las comunidades afroamericanas más pobres de Estados Unidos: el Bronx y Brooklyn. Muchos difieren en lo que respecta al origen y afirman que en realidad nació en la West Coast (o la Costa Oeste). Como sea, no se puede negar –de ninguna manera– que en el fondo el hip hop supone un sincretismo de formas de ver la vida y de ideas originado por un movimiento espontáneo de las masas más vulnerables de esa época. Patrimonio pasado de generación en generación, su principal influencia proviene de una figura oratoria familiar en la tradición africana: la de los griot, narradores de historias tradicionales. Asimismo, el hip hop tiene una deuda inspiracional y formativa con la poesía revolucionaria del grupo de The Last Poets, el funk de James Brown (tan en boga por esos años), la música soul y el blues. La greda que se utilizó para esculpir sus pies se sacó de una larga historia de lucha social, rica en ritmos y poesías.

La canción que sonaba en la sala era del disco Let’s get free del grupo Dead Prez, que en español significa «vamos a ser libres». La canción lleva por título «We Want Freedom» y su muy contagioso coro dice lo siguiente:

I don’t wanna be no movie star (no quiero ser una estrella de películas)
I don’t wanna drive no fancy car (no quiero manejar un carro lujoso)
I just wanna be free, to live my life, to live my own life (quiero ser libre, vivir mi vida, vivir propia vida)

La idea de la libertad, inmanente a la gleba más desposeída, más avasallada por la corrupción del poderoso, tan expuesta por Albert Camus –el siglo de odio como ejemplo– y tan presente para las plumas de Kropotkin, Reclus y Emma Goldman.

Tampoco debe dejarse de lado el contexto histórico en el que el movimiento surgió. En el año 1977, la ciudad de Nueva York sufrió un corte eléctrico que afectó gran parte de la ciudad, en especial Brooklyn, y en el que se suscitaron saqueos a más de mil quinientas tiendas de la zona. El resultado: tres mil arrestados, en su mayoría pobres y afroamericanos. Debido a la falta de recursos, la discriminación, la miseria, la idea de venganza y sobre todo la desesperación, lo que sucedió fue manifestación del malestar que conlleva la desigualdad económica y social en cualquier lugar del mundo y dejó al descubierto la necesidad que se vivía en los barrios afroamericanos –cosa que no ha cambiado mucho. Una situación llama la atención de este hecho: los objetos saqueados: tornamesas, micrófonos y equipos de sonido fueron algunos de los objetos que más se robaron. Pero ¿por qué me llama la atención? La razón es precisamente que este hecho histórico –dejado en las taras del tiempo– de cierta manera proporcionó a los jóvenes las herramientas y la posibilidad de hacer música. Las nuevas generaciones que se beneficiaron de esto ahora podían expresarse y sumarse al ritmo nuevo que apenas daba signos de vida en los vecindarios de esos años: el hip hop. La lucha de clases, la idea de expropiación, la manifestación artística, la crítica al poder y el ocio creativo tenían una sorpresiva relación con el hip hop. Me recuerda los capítulos sobre bienestar social y expropiación de La conquista del pan, del ruso Piotr Kropotkin, sin duda su libro más distribuido por el bando revolucionario en la guerra civil española.

Con el paso de los años el hip hop tomó variadas formas y diversos caminos, revolcándose en las fiestas de los barrios o block parties y sobre todo alzándose sobre las pandillas de jóvenes que atiborraban las calles de Nueva York (precisamente fueron ellas quienes forjaron a los principales personajes de su cultura, como lo son DJ Kool, Herc, Grandmaster Flash, Afrika Bambaataa, Melle Mel, del grupo The Furious Five). El corte rítmico sobre el disco de vinilo, la mezcla del funk y la onda disco, el animador de fiestas y sus rimas, muchas otras formas y técnicas paridas por la improvisación y los escasos medios de la época despedraron la zona y dejaron el escenario listo para el florecimiento del break dance y de los maestros de ceremonia llamados MC. Debemos tener en cuenta, y esto es muy importante, que en aquellos años el hip hop se plasmó en los muros de las calles y en los vagones del metro; la nueva cultura forjada en torno a él se plasmaba sobre el alumbrado eléctrico y los puentes callejeros, dejaba trazos con aerosoles sobre cualquier espacio de la ciudad donde había que dejar huella de la desobediencia al orden establecido. ¡Actitud! Mucha actitud, otrora lo necesario para alzar la voz y las armas contra el Estado y sus ejércitos en las huelgas generales. Las armas del hip hop fueron también las pinturas, algunas de ellas imborrables, como los rayados del Taki 183 y las postales de los albores del hip hop tomadas por la reconocida fotógrafa Marta Cooper, y el famoso Wild Style, estilo salvaje, estilo callejero, estilo rebelde, estilo completamente anárquico.

El movimiento hip hop, conformado por sus principales elementos: baile, canto, pintura y los DJ, tomó forma y fuerza indisoluble y de un gran salto se lanzó a vivir, a expandirse por el mundo. En los años ochenta, la industria musical tornó su mirada funesta y obsesiva sobre el hip hop y especialmente sobre su canto, mejor conocido como rap (rhythm and poetry), que consistía en improvisación y rimas sobre una pista musical, lo que lamentablemente contribuyó a la enajenación y desgaste de su esencia revolucionaria, al tiempo que saturaba de lujosas cegueras y excentricidades al movimiento. Esto no es lo que me atañe por ahora, ni compete a lo que ando buscando. Afortunadamente muchos hip hoppersse dieron cuenta de esta falta y en esos mismos años emergió un grupo llamado Public Enemy, de lengua ácida y revoltosa. Su principal rapero, el MC Chuck D, vociferaba un cántico contestatario y sin mordaza: era una soflama para los oídos de los dirigentes infames de las ciudades. Un ejemplo claro es su canción «Fight the Power», lanzada a finales de los años ochenta. En ella está el siguiente verso:

Make everybody see, in order to fight the power that be/ Lemme hear you say / Fight the power.

En pocas palabras, Chuck D deja la alerta: «Pon atención, el poder es el enemigo». Aunque hoy –después de treinta años– hayan terminado abrazados de las políticas de Obama, Public Enemy puede ser la primera conexión inmediata del rap con las luchas libertarias. De súbito, me hace recordar el legado de tantos escritores libertarios que nos llamaron a desafiar al poder y su diseño de servidumbre humana, tantas manifestaciones en pos de la lucha social, las revueltas magonistas de principio del siglo XX, la Revolución rusa y el ejército negro de Néstor Majnó en los campos de Ucrania, por mencionar solamente algunos ejemplos.

Dentro de todas las luchas sociales que el mundo ha parido, hay una que puede darnos el haz de luz, una respuesta concluyente a las primeras interrogantes que me hice, es una lucha que se engarza a la cultura hip hop desde sus primeros años, y que se dio en el momento en que las comunidades afroamericanas tomaron consciencia de su poder contestatario, la que si no es su madre, seguramente es su hermana mayor. Me refiero al movimiento de los Black Panthers, los panteras negras. Fue en sus aulas, en sus concentraciones, en sus hogares; fueron sus miembros, sus hijos y sus nietos; fue gracias a todo ello que se legó una idea revolucionaria con la que se impregnó el movimiento del hip hop.

El hip hop, más allá de asumir un ritmo nuevo y una nueva técnica, es un movimiento multicultural, politécnico, multifacético, original, y sobre todo revolucionario, que carga con muchas sonrisas y también con muchos pesares, una historia completa y un mundo por sí mismo.

En mi radio suena KRS-One, su canción «Free Mummia». ¿Quién es Mumia? Mumia Abu-Jamal es un escritor afroamericano, periodista y preso político, acusado injustamente y de forma confusa del asesinato de un policía en 1981. Fue sentenciado a muerte, pero conmutó su pena a cadena perpetua. Mumia fue miembro de los Panteras Negras y simpatizante de la organización MOVE, y en realidad fueron estas actitudes suyas las que ponían en jaque al gobierno de Filadelfia. El rap siempre ha tenido esa savia de rebeldía y ese apoyo a las causas sociales. Esta canción es un ejemplo vivo de aquello. Y no por nada en grandes manifestaciones internacionales donde han participado intelectuales de la talla de Noam Chomsky y David Graeber, dos escritores libertarios anarquistas, el show musical está presidido por grupos de rap. También KRS-One tiene una canción con Zack de la Rocha, vocalista de la banda Rage Against the Machine, llamada «CIA» (Criminals in action), que no necesita descripción, pues su título es elocuente.

En los años noventa, esta relación entre la lucha libertaria y el hip hop se hizo más exigua, aunque aún vive, a la sombra de los hip hoppers de los años dorados. En este tiempo, no obstante, toman mayor notoriedad los lujos, las drogas, la misoginia y la violencia de los barrios. El valor de la lucha quedó relegado a pocos cantantes de rap de los noventas y a una parte minúscula de sus repertorios y álbumes, aunque muchos, independientemente de la fama a la que ahora accedían, no se olvidaron del valor de la lucha y la resistencia social. Tupac Shakur, o simplemente 2pac, importante rapero de la Costa Oeste, hijo de una pantera negra de nombre Afeni Shakur y otro integrante del partido, nos dejó dos canciones –por mencionar sólo dos de su enorme repertorio musical– que manifiestan una crítica implacable contra el Estado. Una de ellas lleva por título «Letter to the President», y tiene un verso que dice: «But then America fucked up and blamed up», que sería algo así como7 «América (Estado) nos jode y a la vez nos culpa». ¿No recuerda esta frase a la de Moro en su utopía?: «¿Qué otra cosa es esto, sino hacerles ladrones y castigarles luego?». O la canción titulada «Killuminati», en la que expresa sin rodeos cómo las armas y las drogas fueron puestas en manos de la población afroamericana para generar una guerra entre hermanos del mismo color y legitimar el poder de los que él denomina illuminatis. Todas estas ideas, su muerte repentina y extraordinariamente confusa a manos de un sicario, su carpeta policial que carece de pruebas cruciales y el hecho de que los testigos claves fueron acribillados al poco tiempo dejan sobre la mesa muchas teorías conspirativas que apuntan a que el gobierno es el verdadero responsable de planear su asesinato.

En la segunda mitad de la década de los noventas, muchos grupos y cantantes tuvieron notoriedad por sus letras y contenidos críticos. Entre ellos podemos mencionar a Kool G Rap, Masta Ace, Jeru the Damaja, The Fugees, Dead Prez (presidente muerto), KRS-One, Nas, Gza (del emblemático grupo Wu Tang Clan). Atrapado en los ejes de lo comercial y lo social, el rap no soltaba de sus manos ni el dinero ni su historia y se consolidó y mantuvo con estas dos características por muchos años. Nunca dejó de criticar al sistema y a la policía, pero lo cierto es que con su «fuck the police» y su «thug life» generó beneficios económicos a través de lo obtenido mediante las disqueras y los conciertos musicales.

No sólo en Estados Unidos acaeció el rap combativo o de contenido social. Francia tuvo grupos como IAM, 2 Bal 2 Neg y Ntm; España por su parte parió a Violadores del Verso y Frank T; Chile a los Panteras Negras (ya no es casualidad) y De Kiruza. En definitiva, en cualquier parte del mundo donde el movimiento hip hop encontró un espacio llevó consigo la idea revolucionaria, que aunque no era prioridad en la manifestación artística, siempre estuvo considerada. Esta idea revolucionaria e histórica no llegó a ser protagónica sino hasta los últimos años, en pleno siglo XXI, cuando surgieron los grupos más radicales, autodenominados de «rap de lucha», o simplemente de «rap anarquista». ¿Rap anarquista? Sí, lo que andaba buscando ya es un hecho en esta época que trascurre lentamente, llena de monotonía artificial y sonrisas esclavas, acéfalos mecánicos y calles repletas de vidas decadentes, es aquí donde pueden verse los primeros vestigios del rap de lucha anarquista. Son incontables los grupos musicales que se definen en ese sector. La cuestión ahora es relacionar las luchas libertarias y anarquistas con el hip hop, en especial con su rap. Por fortuna, la lista de estos grupos actualmente es demasiado grande. Los grupos de rap anárquico que tengo a mano y de mayor difusión son Voces Clandestinas y 89 Puñaladas de Chile, Lírika Podrida de México, Aire y Humo de España; las raperas MC Keny Arkana de Francia y Rebeca Lane de Guatemala. Aunque no todos manifiesten esa influencia de las raíces negras rítmicas creando nuevos sonidos, la idea rebelde sigue intacta y la fuerza revolucionaria continua sin detrimento.

El movimiento hip hop no deja de lado su fuerza social, y mientras siga a la par, codo a codo, con los oprimidos, combatiendo al diantre de la injusticia, será un arma y una herramienta para sobrepasar la miseria. Esto es evidente en gran parte de África, especialmente en Nigeria y Senegal. El nervio revolucionario de estos países ha servido para contrarrestar el espectro de las drogas y la pobreza extrema; la fuerza que tiene el hip hop en estos sitios les ha ayudado con estos y otros problemas.

Todos deberían conocer lo sublime del trabajo de los hip hoppers por dondequiera que el movimiento marche con paso agigantado. Son más de cuarenta años y aún no hay pruebas de cansancio. ¿Existe algún otro movimiento social o musical que haya logrado suscitar después de tanto tiempo lo que el hip hop suscita en nuestros días? No lo sé, pero respirar y hacer hip hop es llenarse de lucidez, es aliviar nuestros sufrimientos y de alguna u otra manera combatir en la trinchera desde la que lucha la rabia social. Es justicia a nuestro modo. Como dijera Camus, «la justicia nunca va separada de la rebeldía».

Finalmente, ya teniendo a mano las evidencias suficientes, puedo decir que todo lo que provenga de los oprimidos para enfrentar la miseria es una lucha libertaria. Les dejo con el disco Perdonen si mi silencio les causa tanto ruido (2013), de Voces Clandestinas, con una introducción de Mumia Abu-Jamal y Christian Ferrer, sociólogo y anarquista argentino.

Worm es una máscara, una multiplicidad de rostros que confluyen en uno, en uno que grita, que canta y escribe.
Fuente: http://cuadrivio.net/cuadrivio-proteico/el-hip-hop-como-lucha-libertaria/

La importancia de "Los mártires de Chicago" para el movimiento anarcosindicalista

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En un contexto social de fuerte desprestigio de los gobiernos, de los parlamentos y del sindicalismo partidista y conciliador, rescatar la importancia histórica del anarcosindicalismo adquiere una trascendencia fundamental. En este sentido, la lucha de «Los mártires de Chicago» que recordamos cada primero de mayo conforma un potente ejemplo, pues las formas organizativas que caracterizaron aquel movimiento de 1886 distan radicalmente de las formas jerárquicas y burocráticas predominantes en el sindicalismo servil de la actualidad.

La organización de los trabajadores, la huelga general revolucionaria y la acción directa de masas, fueron determinantes en el movimiento por la jornada de las ocho horas. Ideas y prácticas que a su vez nos sirven como virtuosos y efectivos ejemplos para cimentar e impulsar la urgencia organizativa del presente. Así como no alcanzaremos la libertad a través de las jerarquías, tampoco alcanzaremos la igualdad por medio de la explotación. Del mismo modo, no concretaremos nuestra organizada voluntad como clase y seres humanos para libertarnos de lo que nos oprime a través de partidos, dirigentes y burocracias sindicales que fomentan el parlamentarismo y la acción mediada en vez de la defensa autónoma de los trabajadores.

Cuestionar el sindicalismo burocrático y partidista no significa, sin embargo, rechazar toda forma de sindicalismo. Los explotados y oprimidos necesitamos de asociaciones específicas para defendernos de las agresiones del Estado y el capitalismo. Sostener entonces un sindicalismo que promueva la acción directa, el federalismo, el apoyo mutuo y la autogestión sin jerarquías –como el que se levantó en la huelga revolucionaria por la jornada de las ocho horas–, resulta fundamental para consolidar un movimiento orientado hacia la transformación radical de la sociedad.

Anarcosindicalismo

El anarcosindicalismo aspira a concretar una sociedad organizada mediante formas federalistas libertarias donde no solo tengan capacidad de decidir quienes ocupen los lugares productivos de las industrias, campos y talleres sino que el conjunto de las comunidades, de las personas, tengan o no las fuerzas o las capacidades necesarias para desarrollar lo que comúnmente se considera “trabajo”. El anarcosindicalismo, la organización anarquista en los sindicatos, no pretende consolidarse como tendencia para que los trabajadores gobiernen. Lejos de eso, desean abolir revolucionariamente los gobiernos por una multitud de células que organizadas horizontalmente sustituyan las relaciones opresivas de la sociedad capitalista por otras decididas a través de acuerdos mutuos.

Para suprimir toda forma de gobierno y explotación, los anarcosindicalistas consideran imprescindible la organización de los trabajadores, pues el sostén del pueblo productor en los lugares de confluencia específica de los salariados es garantía de desenvolvimiento verídico y concreto en las luchas contra el capitalismo gobernante. Así, el anarcosindicalismo además de considerar importante la protesta social masiva, insiste enérgicamente en la organización solidaria de los centros laborales, estudiantiles y de constitución económica de las sociedades. A su vez, el sindicalismo anarquista promueve la conformación de periódicos, bibliotecas, jornadas culturales, cine popular, asesorías, conversatorios y un largo etcétera de actos y elementos que apunten hacia el fortalecimiento sindical en sintonía con la concreción integral del comunismo libertario.

En síntesis, el anarcosindicalismo constituye en la lucha de clases una base solidaria que posibilita la fuerza vincular necesaria tanto para concretar conquistas inmediatas en el campo laboral/social como para cimentar la sociedad libertaria del futuro. Porvenir que para los anarcosindicalistas no significa la vana consolidación de lo existente en un incoherente desarrollismo obrerista sino que la transformación revolucionaria hacia una sociedad sin clases ni dominación en donde cada cual obtenga los recursos y servicios de acuerdo a sus necesidades y en equilibrio ecológico con el entorno.

 

Libros recomendados: 

Anarcosindicalismo: Teoría y práctica, Rudolf Rocker 

Problemas del sindicalismo y del anarquismo, Juan Peiró 

Los orígenes libertarios del Primero de Mayo: de Chicago a América Latina, 1886-1930

N&A
http://noticiasyanarquia.blogspot.com.es/ 

Contra el alcoholismo - Luigi Fabbri

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Presentamos un viejo texto de Luigi Fabbri (1877-1935) escrito como prólogo a un libro de Tomaso Concordia contra el alcoholismo. Sorprende la actualidad de sus planteamientos (Nota de TyL).

No somos ni parciales ni simplistas. Consideramos la cuestión social como un conjunto de problemas ligados unos con otros, de los que algunos tienen una mayor y más urgente importancia, y otros menos; pero todos tan trascendentes que, si se deja uno sin resolver, los demás no pueden ser resueltos verdadera y radicalmente.

El problema más importante de nuestros días es indudablemente el problema económico, el problema obrero: la característica de la sociedad burguesa, contra la que estamos en guerra, es precisamente la explotación capitalista, la esclavitud del salario, que está íntimamente ligada con el privilegio político, la tiranía del Estado.

Pero nosotros no somos de esos que dicen: "Abolamos la explotación y eliminemos la autoridad del Estado, y todo estará hecho". La solución a la cuestión social significa también resolver problemas morales, educativos, sexuales, higiénicos, religiosos, etc. Son cuestiones secundarias, algunas muy secundarias, pero que no debemos en absoluto perder de vista.

Debemos preparar la llegada de una sociedad de libres e iguales trabajando todo lo posible en todos los campos y en todos los problemas humanos. En todos por lo menos debemos decir lo que pensamos, en coherencia con nuestros postulados libertarios.

La cuestión del alcoholismo es importantísima para nosotros, no solo desde el punto de vista higiénico y moral, sino también desde un punto de vista político y económico, e incluso desde el punto de vista de la práctica de la lucha que entablamos contra la sociedad burguesa.

Sin ninguna duda, la plaga del alcoholismo no se curará ni siquiera disminuirá en sus daños, mientras permanezca la actual constitución económica de la sociedad. Seríamos ridículos si nos dejásemos absorber en la cura de este mal olvidando el resto; mucho más ridículos si pensásemos, como ciertos apóstoles fanáticos de las sociedades de templanza, que el alcoholismo es la mayor plaga de la sociedad actual y, una vez curada, el resto irá mejor.

Pero tenemos necesidad de irradiar también en las masas obreras una fuerza de resistencia contra el vicio del alcohol. Obtendremos poco, pero esto contribuirá a la formación de las conciencias, habituará a un mayor número de individuos a la lucha contra la parte peor de sí mismos, y podrá ayudar eficazmente a un conjunto de obreros cada vez más fuertes y numerosos, que será el fermento sano de un movimiento reformador y revolucionario.

Cada vez es más necesaria la lucha contra el alcoholismo para limpiar el ambiente revolucionario de algunos defectos inherentes al asunto del alcoholismo. ¿Cuántos de nosotros no se convierten en un obstáculo, especialmente en los centros pequeños o en los grupos restringidos, por la influencia deletérea del alcohol? ¿Cuántas energías intelectuales no ahuyenta el alcohol de entre nosotros, convirtiéndonos en presa de la peor corrupción, no solamente íntima y personal sino también política y moral?

Nuestro estupendo amigo Tomaso Concordia ha escrito, respondiendo a esta necesidad de la educación revolucionaria, cosas muy eficaces, que muy oportunamente han sido recogidas en este volumen. Ahora son centenares y centenares los libros y folletos de propaganda entre el público, difundidos con millones de ejemplares, con los que se dan a la luz y se enseñan nuestras ideas. ¿Por qué entre tantos, no debería existir un librito como este, que eduque el espíritu y el cuerpo en la lucha contra el embrutecedor vicio del alcohol al menos entre la minoría que escucha más nuestra voz?

No nos ilusionemos sobre la eficacia de esta especie de propaganda. Sabemos que el número de nuestros lectores será limitadísimo. Seremos nosotros -debemos decirlo- los primeros en reaccionar contra una excesiva importancia dada al problema que nos ocupa, y contra una auténtica especialización de la propaganda a propósito del alcoholismo. Pero también sobre esto debe expresarse nuestra opinión.

Y por mucho que sean imperceptibles los frutos, no se habrá perdido nada. Nada se pierde en el mundo de las ideas, en el mundo moral ni en el mundo físico. Lancemos nuestro pensamiento en medio de los trabajadores, y antes o después fructificará en algo útil y beneficioso para la humanidad, tanto más si, no contentos con decir palabras vanas, sabemos añadir a la prédica la práctica, haciendo también en este campo restringido y secundario la mejor propaganda: la propaganda con el ejemplo.

Luigi Fabbri
Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Abril de 2016

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Anarquismo y lucha antialcohólica en la Guerra Civil Española

Errico Malatesta: El Primero de Mayo (1893)

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Publicado originalmente en The Commonweal (Londres) 1, nueva serie, no. 1 (1 de mayo de 1893).

Por tercera vez el proletariado consciente de todos los países afirma por medio de una manifestación internacional, la solidaridad real entre los trabajadores, el odio a la explotación, y la voluntad, día tras día más determinada, de darle fin al sistema existente. 

Los gobiernos y las clases tiemblan, y tienen buena razón. No porque en este día romperá la revolución — pues ese es un evento que puede ocurrir cualquier día del año — sino porque cuando los oprimidos comienzan a sentir el peso y la deshonra de la opresión, cuando se sienten como hermanos, cuando olvidan todos los odios históricos fomentados por las clases gobernantes, cuando se toman de las manos cruzando las fronteras y sienten la solidaridad en la lucha por una emancipación común, entonces el día de la liberación se acerca.

¿Qué importa si los hombres y los partidos ofrecen diversas razones hoy por hoy para sus fines inmediatos y en acuerdo al beneficio que esperan derivar de ellos? El hecho principal sigue siendo que los trabajadores anuncian que están todos unidos, y son unánimes en la lucha contra los dominadores. Este hecho sigue siendo, y seguirá siendo, uno de los eventos más importantes del siglo, y uno de los signos que proclaman la Gran Revolución — una revolución que dará a luz a una nueva civilización fundada sobre el bienestar de todos, y la solidaridad del trabajo: Es un hecho, cuya importancia sólo es equiparada en el presente por aquel otro anuncio proletario de la asociación internacional entre los trabajadores.

Y el movimiento es de suma relevancia por ser obra directa de las masas, y bien separada e incluso en oposición a la acción de los partidos.

Cuando los socialistas de estado en el Congreso de París de 1889, definieron el 1º de Mayo como un día de huelga internacional, fue meramente una de esas definiciones platónicas que se hacen en los congresos simplemente por declarar un principio, y que son olvidadas tan pronto como el congreso termina. Tal vez pensaron que esa decisión podría ayudar a darle importancia a su partido, y a serle útil a ciertos hombres como cabecera electoral; pues desgraciadamente estas personas parecen tener corazones que solo laten con entusiasmo por propósitos electorales. En cualquier caso, sigue siendo cierto que desde el momento en que percibieron que la idea se había abierto paso, y que las manifestaciones se volvieron imponentes y que amenazaban con llevarles por senderos revolucionarios, se esforzaron por controlar el movimiento y por despojar el significado que el instinto popular le había dado. Para probar esto, no se requiere más que recordar los esfuerzos que se han hecho por cambiar la manifestación desde el primer día de mayo al primer domingo de mayo. Puesto que no es la regla trabajar los domingo, hablar de suspensión del trabajo en ese día es simplemente una farsa y un fraude. Ya no es una huelga, ya no es un medio para afirmar la solidaridad de los trabajadores y su poder de resistir las órdenes de los empleadores. Queda como un simple fête o feriado — un poco de marcha, unos cuantos discursos, unas pocas e indiferentes resoluciones, con el aplauso de grandes o pequeñas congregaciones — ¡eso es todo! Y para matar con aún más eficacia al movimiento que sin pensarlo comenzaron, han llegado a tal punto de querer pedir al gobierno ¡que declare el 1º de Mayo feriado oficial!

La consecuencia de todas estas tácticas adormecedoras es que las masas, que en un comienzo se lanzaban al movimiento con entusiasmo, comienzan a perder su confianza en él, y están empezando a considerar el 1º de Mayo como un mero desfile anual, con la única diferencia con otros desfiles tradicionales de ser más apagado y más aburrido.

Es asunto de los revolucionarios salvar este movimiento, que podría en algún momento u otro dar ocasión a consecuencias más importantes, y que en cualquier caso es siempre un poderoso medio de propaganda al cual renunciar sería un desatino.

Entre los anarquistas y los revolucionarios hay algunos que no tienen ningún interés en el movimiento, algunos incluso lo objetan porque el primer impulso, en Europa al menos, fue dado por los socialistas parlamentaristas, que utilizaron las manifestaciones como una forma de obtener poderes públicos, las ocho horas legales, legislación internacional con respecto al trabajo, y otras reformas que sabemos que son meras carnadas, que sirven solo para engañar a la gente, y para desviarles de introducir demandas sustanciales, o bien para apaciguarles cuando amenacen al gobierno y a las clases propietarias.

Estos objetores están equivocados en nuestra opinión. Los movimientos populares comienzan como pueden; casi siempre brotan de alguna idea ya trascendida por el pensamiento contemporáneo. Es absurdo esperar que en la condición presente del proletariado la gran masa esté capacitada antes de concebir y aceptar un programa formulado por un pequeño número a quienes las circunstancias han dado medios excepcionales de desarrollo, un programa que solo puede llegar a ser conscientemente aceptado por el gran número por la acción de condiciones morales y materiales que el movimiento mismo debe suministrar. Si esperamos, para saltar a la palestra, a que el pueblo monte los colores anarquistas comunistas, correremos gran riesgo de ser eternos soñadores; veremos la corriente de la historia fluir a nuestros pies mientras contribuimos escasamente algo en la determinación de su curso, dejando mientras el campo libre a nuestros adversarios quienes son enemigos, consciente o inconscientemente, de los reales intereses del pueblo.

Nuestra bandera debemos montarla nosotros mismos, y hemos de llevarla en alto donde sea que haya personas que sufren, particularmente donde sea que haya personas que demuestran estar cansadas de sufrir, y luchan de cualquier modo, bueno o malo, contra la opresión y la explotación.

Los trabajadores que sufren, pero que poco o nada comprenden de teorías, los trabajadores que tienen hambre y frío, que ven a sus hijos languidecer y morir de inanición, que ven a sus esposas y hermanas darse a la prostitución, trabajadores que saben que ellos mismos marchan al asilo o al hospital — estos no tienen tiempo que esperar, y están naturalmente dispuestos a preferir cualquier mejora inmediata, no importa cuál — incluso una transitoria o una ilusoria, ya que la ilusión mientras perdure pasa por realidad. Sí, mejor eso que esperar por una transformación radical de la sociedad, que destruya por siempre las causas de la miseria y de las injusticias del hombre contra el hombre.

Esto es fácil de comprender y de justificar, y explica por qué los partidos constitucionales que explotan esta tendencia hablando siempre de las pretendidas reformas como "practicables" y "posibles" y de las mejorías parciales pero inmediatas, generalmente triunfan mejor que nosotros en su propaganda entre las masas.

Pero donde los trabajadores cometen un error (y es labor nuestra corregirles) es en suponer que las reformas y mejorías son más fáciles de obtener que la abolición del sistema salarial y la completa emancipación del trabajador.

En una sociedad basada en un antagonismo de intereses, donde una clase retiene toda la riqueza social y se organiza en el poder político para defender sus privilegios, la pobreza y el sometimiento de las masas desheredadas siempre tenderán a alcanzar su máximo compatible con la existencia básica del hombre y con los intereses de la clase dominante. Y esta tendencia no encuentra obstáculo alguno excepto en la resistencia de los oprimidos: la opresión y la explotación nunca se detiene hasta que se alcanza el punto en que los trabajadores se muestran decididos a no soportarlas más.

Si se obtienen pequeñas concesiones en vez de grandes, no es porque sean más fáciles de obtener, sino porque las personas se contentan con ellas.

Siempre ha sido por medio de la fuerza o del miedo que se ha obtenido algo de los opresores; siempre ha sido la fuerza o el miedo lo que ha impedido a los opresores quitar lo que han concedido.

Las ocho horas y otras reformas — sea cual sea su mérito — solo pueden obtenerse cuando los hombres se muestran resueltos a tomarlas por la fuerza, y no traerán mejora alguna a la suerte de los trabajadores a menos que éstos estén determinados a no sufrir más lo que sufren hoy.

Lo sabio entonces, e incluso lo oportuno, requiere que no malgastemos tiempo y energía en reformas sedantes, sino que luchemos por la completa emancipación de todos — una emancipación que solo puede volverse realidad mediante la puesta en común de la riqueza, y mediante la abolición de los gobiernos.

Esto es lo que los anarquistas han de explicar a las personas, pero para hacerlo deben no mantenerse distantes desdeñosamente, sino unirse a las masas y luchar junto a ellas, empujándolas mediante el razonamiento y el ejemplo.

Además, en países en que los desheredados han intentado una huelga el 1º de Mayo han olvidado las "8 horas" y lo demás, y el 1º de Mayo ha tenido todo el significado de una fecha revolucionaria, en la que los trabajadores del mundo entero cuentan sus fuerzas y se prometen ser unánimes en los días venideros de la batalla decisiva.

Por otra parte, los gobiernos se esmeran en remover toda ilusión que cualquiera pueda albergar, en cuanto a la intervención de los poderes públicos en favor de los trabajadores; pues en vez de concesiones, todo lo que se ha obtenido hasta ahora ¡han sido arrestos al por mayor, cargas de caballerías, y descargas de armas de fuego! — ¡asesinato y mutilación!

Entonces ¡QUE VIVA el 1º de Mayo!

No es, como hemos dicho, el día de la revolución, pero sigue de todos modos siendo una buena oportunidad para la propagación de nuestras ideas, y para volcar las mentes de los hombres hacia la revolución social.

Traducción al castellano: @rebeldealegre

Revisa dos textos breves donde Davide Turcato hace referencia a este texto: 
Del Capítulo 5: «Epílogo: La continuidad del anarquismo» 
Del Capítulo 6: «Epílogo: La corriente de la historia»

Fuente: http://rebeldealegre.blogspot.com.es/2016/04/errico-malatesta-el-primero-de-mayo-1893.html 
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