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Mitin en la tumba de Ricardo Flores Magón

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La historia marca significativamente la forma en la que el presente ha de forjarse y cómo se desarrollará el futuro. No es posible pensar eternamente en el pasado; pero para las mentes atentas y revolucionarias, el futuro no puede forjarse a costa de desconocer el pasado.

La mejor forma de dominación no es la desinformación, sino por el contrario, controlar lo que se informa.

Esta última cosa la han comprendido muy bien los distintos órganos del poder político, y es por ello que en todas partes del mundo se han lanzado a la reivindicación oportunista de las diferentes luchas sociales. Permitir la existencia de una historia del pueblo donde los rebeldes no sean los bandoleros que indica la historia oficial, sino gente rebelde llevada hasta ahí por la fuerza de los acontecimientos desatados por el despotismo, es algo que no conviene a las esferas del poder.

Por ello es que antes de decir que los revolucionarios combatían sus privilegios, prefieren distorsionar la historia y afirmar que luchaban por constituir los imperios déspotas que manejan ellos en la actualidad. Asumir las cosas es mucho más benéfico que ocultarlas o combatirlas abiertamente.

No es para nadie desconocido que en Rusia existen museos y grandes avenidas con el nombre de Pedro Kropotkin; que en España los órganos de poder de la izquierda catalana impulsan una constante difusión de la revolución anarquista que tan intensamente se vivió en aquella zona.

En México no ha sido distinto: las figuras de los anarquistas Ricardo Flores Magón, de Librado Rivera, de Praxedis Guerrero, etc., han sido continuamente reivindicados por la izquierda política mexicana. ¿Obedece esto a un acto de buena voluntad o de distorsión de lo que esa lucha fue? El movimiento de Andrés Manuel López Obrador edita actualmente un periódico llamado “Regeneración”… ¡Cómo si los editores del periódico anarquista hubiesen hecho como ellos, que ambicionan tomar el poder!

La figura y el recuerdo de un anarquista inspiran siempre a los jóvenes y a los oprimidos de todos los niveles a profundizar y organizar la lucha.

Asistimos hoy a un acto por medio del cual los tiranos de México agazapados en partidos políticos, culpables directos de la miseria de nuestro pueblo, pretenden hacer un homenaje a quien en vida fue enemigo mortal de sus privilegios y de sus instituciones. Este acto bajo y rastrero se realiza año con año ensuciando la memoria de nuestro compañero Ricardo. Los anarquistas debemos entonces contestar a estas manipulaciones reivindicando el verdadero carácter anarquista de los magonistas, no permitiendo que su memoria sea manchada; porque al manchar la memoria de Ricardo Flores Magón, manchan igualmente las ideas ácratas por las que muchos compañeros han dado su vida en la lucha contra el Estado; manchan la lucha de todos los que van a parar a los presidios de la democracia burguesa actual; manchan la lucha de todos los revolucionarios que deseamos llevar adelante la lucha dejada en suspenso por Ricardo Flores Magón en contra de toda forma de gobierno, pues ahí donde hay gobierno hay despotismo e injusticia.

Si un movimiento que lucha por la conquista del poder reivindica la figura de un anarquista, con ese mismo acto ensucia y pisotea la memoria de alguien que en vida fue un enemigo irreconciliable de las ideas que ellos sostienen. Al reivindicarlo tratan de hacer ver que fue “un patriota, un demócrata, un luchador por la libertad”

No la libertad real, la que solamente es posible por medio de la destrucción del poder estatal, sino la libertad burguesa que sostienen los demócratas de todos los matices.

Ricardo Flores Magón y sus compañeros de lucha eran de las mismas ideas que los Bakunin, Malatesta, Kropotkin, Reclus, Durruti, Rosigna, Makhno, Sabaté, Radowitzky y otros muchos compañeros que no lucharon por una república burguesa, ni por tener el derecho a elegir gobernante, sino por acabar de manera implacable con todo tipo de dominación sobre el pueblo, con toda forma de dominación política y social, incluyendo los gobiernos demócratas o liberales que ahora se atreven a reivindicar la memoria de los anarquistas del Partido Liberal Mexicano.

En este sentido, es deber de todos los anarquistas el impedir que personajes sin escrúpulos y ambiciosos de gobernar reivindiquen la memoria que solo a nosotros como anarquistas nos incumbe hacer.

Aquí, a unos metros de donde se encuentra el camarada Magón, los anarquistas de México afirmamos que la lucha por el anarquismo que el defendió no va a morir, que la memoria de él y de todos sus compañeros continúa inspirando a muchos militantes anarquistas en la actualidad; que pese al paso del tiempo, su recuerdo sigue en las luchas de México; por supuesto, no en las luchas burguesas de los partidos políticos, ni de quienes no desean cambio alguno, sino solamente maquillar la explotación. Su recuerdo sigue donde estuvo todo el tiempo que duró su vida de luchador: en las luchas del pueblo contra el gobierno, contra los tiranos de izquierda y derecha; en los pobres y sometidos por el despotismo del gobierno actual que, como el porfirista y el maderista, no cejaron nunca en sus arremetidas contra los desposeídos; en las comunidades indígenas y en la memoria de todos nosotros.

Por la revolución social, por el comunismo anarquista.

Salud compañero Ricardo.

Erick Benítez Martínez

21 de noviembre del 2011


A las hijas del pueblo: folletos anarquistas para mujeres

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En 1895, en ese Buenos Aires tan atónito como fascinado por la polifonía inmigratoria de ultramar, aparece la publicación Propaganda anarquista entre las mujeres, que consta de una serie de folletos impresos bajo el sello Biblioteca de la Questione Sociale. Por cierto, los editores tienen muy en claro sus propósitos y lo expresan en la introducción: "Con el objeto de propagar las ideas emancipadoras entre nuestras compañeras de trabajo y de miseria, la redacción de La Questione Sociale se propone publicar una serie de folletos especiales para la propaganda entre las mujeres, en los que se tratarán todas aquellas cuestiones que tienen relación directa con la emancipación económica, política y religiosa de la mujer. Dichos folletos se repartirán gratis y serán costeados por suscripción voluntaria, cuyas listas se insertarán en La Questione Sociale… Los que simpaticen con nuestra iniciativa pueden desde ahora abrir una suscripción voluntaria remitiendo las cantidades de nuestra administración o a cualquier periódico anarquista. ¡Manos a la obra compañeros! Buenos Aires, abril de 1895.” 

Se pide esta colaboración solidaria para la serie de proyectos culturales, que sin el apoyo del activismo y de los simpatizantes no podrían sostenerse en el tiempo. Estas entregas, como tantas otras publicaciones posteriores, suponen ser cajas de herramientas para incitar a través de la palabra la participación femenina, una de las grandes obsesiones de los cuadros anarquistas de ese entonces. Al centrar la atención en las mujeres, emerge un perfil novedoso y necesario de analizar: durante este período, pesa más la preocupación de las vanguardias masculinas sobre la condición de subalternidad de las mujeres que la de las propias afectadas. Si bien hubo excepciones que no se pueden soslayar y, más aún, que se celebran con algarabía, como es el caso del periódico La Voz de la Mujer (1896-1897)[1], no obstante, el grueso de los artículos y manifiestos que desfilan por nuestros lares están escritos por anarquistas europeas y no por nativas. Es más, la mayoría son recopilados y traducidos al castellano por figuras masculinas. De allí que en el Río de la Plata, las cuestiones cruciales que hacen al debate de la discriminación y exclusión de las féminas están impulsados por militantes e intelectuales varones, los cuales van armando una estrategia fundada en agitar un periodismo de mujeres para mujeres. 

En tanto, la tirada de esta tanda de folletos sería de alrededor de dos mil a tres mil ejemplares, distribuidos por los cientos de activistas que viven en Buenos Aires hacia finales del siglo XIX. Con seguridad, donde se consiguen es en la Librería Sociológica, ubicada en la avenida Corrientes, entre Ayacucho y Junín. “Justamente su dueño, Fortunato Serantoni, los edita y portan el sello La Questione Sociale, que además es el nombre de la revista que, desde 1894, y en italiano y en castellano, está a su cargo suyo.”[2] Este espacio dispone de todo tipo de textos - libros, folletos, revistas y periódicos- en diferentes idiomas que provienen del exterior a causa de las migraciones y los intercambios internacionales. 

La necesidad de repetición enunciativa no es azarosa: en Europa La Questione Sociale representa un símbolo emblemático, en el cual se identifican todas aquellas producciones de cuño ácrata y librepensador. Errico Malatesta, uno de los grandes teóricos del anarquismo moderno cuya reputación cruza los océanos, había elegido el mismo nombre para sus publicaciones aparecidas tanto en Buenos Aires como en Florencia. 

Propaganda anarquista entre las mujeres, bajo el subtítulo A las proletarias, es el primero de esta serie. Está firmado por la utopista, partidaria de Charles Fourier y también librepensadora, Ana María Mozzoni (1837- 1920). Tras la unificación de Italia en 1870, ella impugna fuertemente los modos discriminatorios hacia las mujeres que se refuerzan en el naciente estado. Esta periodista y política -considerada como una de las pioneras del movimiento feminista en Italia- parte de la creencia que el nivel de la democracia deberá medirse en función de su capacidad para integrar a sus congéneres como ciudadanas y participantes en el desarrollo moral y material de la nación. Desde su perspectiva, tanto el derecho al sufragio como el ingreso a la educación agrieta el modelo del "monarcato patriarcale" (familia patriarcal). Además de constituir la Lega Promorrice degli Interessi Femminili, se incorpora al Partido de los Trabajadores que, de inmediato, se transforma en el Partido Socialista, del cual es cofundadora. 

En verdad, que estos folletos aparezcan bajo su nombre genera ciertos interrogantes: por un lado, cabe la posibilidad de que Mozzoni haya pasado por Buenos Aires y se hubiera contactado con los grupos ácratas locales. Por el otro, tal vez, dicho material habría sido traducido de la lengua original al castellano por decisión de Fortunato Serantoni. Lo cierto es que tanto una como otra hipótesis no alteran la condición de su autoría. En cuanto al segundo folleto, Propaganda anarquista entre las mujeres tiene como subtítulo A las muchachas que estudian. 

Claro está que ambos incursionan alrededor de la explotación inhumana de las obreras fabriles, pero también emergen, de manera iniciática, expresiones de un malestar anclado en el espacio íntimo que se adelanta al horizonte mental de la época. Así, se configura una retórica a partir de sus nuevos roles en el mundo del trabajo asalariado. Y además, hace ver las condiciones subalternas dentro del patrón familiar autoritario y patriarcal. Institución, por cierto, que influye sobre las expectativas de aquellas que integran los sectores populares, ya que tener una prole representa el proyecto central de sus vidas. En este trazado, irrumpe una mirada de impugnación contra situaciones concretas de violencia doméstica. Al respecto, Mozzoni dice: "El padre de tus hijos que un día te miraba como a la confidente y la depositaria de sus congojas, te considera hoy como el punto natural donde desahogar sus iras y malhumores (…) y si él busca en el vino y en la compañía de sus amigos una tregua a su tristeza, al regresar a casa pagarás con creces aquella tregua, con acrecentados desprecios. Si tu marido te maltrata, si te pega y te quejas al juez, éste te responderá: Id en paz, no existen los extremos legales”. 

La propuesta frente a tantas injusticias estará en abrazar el ideario de la revolución como una maquinaria propia: “La anarquía defiende la causa de todos los oprimidos y por esto, y de un modo especial, defiende vuestra causa ¡Oh mujeres, doblemente oprimidas por la sociedad presente! En realidad, vosotras sois esclavas tanto en la vida social como en la privada”. 

Sin paliativo alguno, estos folletos desnudan las formas de violencia a las que son sometidas por las golpizas y maltratos por parte de sus cónyuges. Uno de sus puntales significa manifestarse con un tono grandilocuente que avanza más allá de los propios límites históricos: 

"Queremos libertaros de la codicia del patrón que os explota, de las acechanzas del cura que os llena el cerebro de supersticiones, de la autoridad del marido que os maltrata, de las nefandas preocupaciones que os oprimen. Si vosotras anheláis por la completa extirpación de todas estas injusticias de las cuales vosotras, oh mujeres, sois las primeras víctimas y mártires, venid con nosotras, combatid en nuestras filas, sed nuestras compañeras de lucha y amor. Venceremos." 

En líneas generales, se cruzan demandas urgentes y puntuales con intentos de revelar las costumbres machistas que imperan tanto en la fábrica como en el hogar: " En realidad vosotras sois esclavas tanto en la vida social como en la vida privada. Si sois proletarias, tenéis dos tiranos: el hombre y el patrón. Si sois burguesas, se os deja solamente la soberanía de la frivolidad y de la coquetería. El hombre - ya sea padre, ya esposo, ya hermano - no es por ley y costumbre vuestro amigo y compañero: es dentro y fuera de la familia el dueño de la mujer, aunque él, a su vez, sea esclavo de otro hombre". Es posible que, en buena medida, estas posiciones reveladoras de opresiones de género aún no visibilizadas como tales, evoquen las premisas de la socialista Flora Tristán, en su folleto, Unión Obrera, en 1843: “Se la ha educado para ser una graciosa muñeca y una esclava destinada a distraer a su dueño y a servirle.”[3] 

Tomando el postulado de Beatriz Sarlo que señala que "los textos forman al actor social"[4], la aparición de estas producciones responden más a inquietudes y compromisos de Mozzoni y de su grupo de afinidad ácrata que a un movimiento de obreras organizadas, dispuestas a apropiarse del saber y de la escritura contestataria. 

Al abordar Propaganda anarquista entre las mujeres, se siente de hecho el diálogo con una lectora implícita más que el fenómeno de una práctica cultural sobre las apropiaciones textuales. No cabe duda de la formación de un incipiente electorado moderno femenino, pero el grueso de sus potenciales interlocutoras está integrado por analfabetas o parciales alfabetizadas -sean inmigrantes o migrantes, obreras industriales o informales-. 

En esa dirección, las diversas formas para acceder a la cultura escrita son mediante la lectura silenciosa o en voz alta, individual o colectiva, dirigida o independiente. En cuanto a la autoría de Mozzoni, hace del lenguaje una maquinaria fundamental para denunciar con argumentos reveladores las variadas opresiones de sus congéneres. Por ello, estas folleterías alcanzan un nivel crítico con vocación libertaria. En efecto: sus provocativos enunciados poco tienen que ver con esas imágenes de época de un contingente de proletarias subordinadas tanto a las lógicas del capital fabril como de la cotidianeidad doméstica, ya que la osadía de tomar para sí el uso de la palabra es lo que permite que los estudiemos en este presente. 

Por Mabel Bellucci
Activista feminista queer. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Gino Germani-UBA, de la Cátedra Libre Virginia Bolten de la UNLPlata y de la Cátedra Libre de la Campaña Nacional por el derecho al aborto de La UBA. Autora Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital Intelectual. 2014. 

Notas:

[1] La Voz de la Mujer es el primer manifiesto libertario dirigido por mujeres para mujeres en América Latina. Virginia Bolten lo sostiene económicamente con el aporte de su trabajo como aparadora de calzado. Es sumamente original por su carácter de expresión independiente al feminismo con una impronta discursiva obrerista. Es la típica publicación de época: pequeña, semiclandestina y efímera: salen sólo nueve números. Su lema lo confirma: Aparece cuando puede.

[2] Cristian Ferrer, Folletos anarquistas en Buenos Aires. Publicaciones de los grupos La Questione Sociale y La Expropiación, Edición facsimilarBuenos Aires, Biblioteca Nacional, 2015.p.19.

[3] Ana Miguel y Rosalía Miguel Feminismo y Socialismo. Antología Flora Tristán, Madrid, Los libros de la Cataratas, 2003.

[4] Sarlo, Beatriz, El imperio de los sentidos, Buenos Aires, Edit. Catálogos, 1985. p.58..

Fuente original: Damiselas en apuros

Fuente: N&A

La influencia de Mijaíl Bakunin en España

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Al cumplirse doscientos años del nacimiento de Mijaíl Aleksandrovich Bakunin en la aldea rusa de Pryamújino, parece obligado hacer memoria de su figura y un balance de su obra. Esta labor de rescate historiográfico a golpe de efemérides, que en muchas ocasiones es tan superflua como interesada, en este caso es imprescindible pues, a pesar de la evidente recuperación del anarquismo en las últimas décadas, las nuevas generaciones apenas se interesan por el personaje ni, sobre todo, conocen sus textos1. Pretendemos, por eso mismo, abordar nuevamente la cuestión de la influencia de Mijaíl Bakunin en España, más con el ánimo de reabrir una vía de investigación poco transitada que de hacer en este breve artículo un estudio exhaustivo de su eco entre nosotros2.

Su obra publicada en España

No deja de ser contradictorio que Bakunin, que recorrió medio mundo y que residió temporalmente en más de una docena de naciones, nunca visitase el país en el que sus ideas encontraron más arraigo; sólo en el verano de 1873, a poco de proclamarse la República Federal, hizo planes para venir a la Península, pero las dificultades que presentaba el viaje para un proscrito de la justicia francesa y la falta de recursos económicos, que no le quiso enviar Carlo Cafiero, frustraron su proyecto3. Este alejamiento significativo no impidió que su intervención fuese decisiva en la historia del obrerismo hispano y que su poderosa influencia aún no se haya extinguido.

En su ausencia, debían de haber sido sus escritos la vía más evidente de penetración del ideario bakuninista en España; pero no ocurrió así. Mijaíl Bakunin fue, sobre todo, un revolucionario y nunca le quedó tiempo para que sus agudas intuiciones y sus profundas reflexiones se trasladasen debidamente al papel. No escribió su primer texto político, un breve artículo en un periódico de Dresde con el pseudónimo de Jules Elysard, hasta 1842, cuando ya había cumplido 28 años, y siempre consideró que su producción teórica estaba subordinada a su acción revolucionaria. En una de sus biografías se apunta: “Los escritos de Bakunin están compuestos por cuartillas dispares, proclamas, cartas, artículos de propaganda, arreglado todo a voluntad de los impresores clandestinos o de los amigos a quienes confiaba con frecuencia sus pruebas. Daba a sus camaradas libertad absoluta para retocar y abreviar, sin tener ningún amor propio de autor”4.

Los principales escritos de Mijaíl Bakunin sólo se difundieron en España a partir del año 1888, con la publicación del texto de Dios y el Estado, traducido del francés por Ricardo Mella y Ernesto Álvarez y editado con el formato propio de un folleto, tal y como había visto la luz por primera vez cuatro años antes gracias a la iniciativa de Carlo Cafiero y Élisée Reclus, que lo habían hallado y reconstruido rebuscando entre los papeles póstumos de Bakunin5.

Esta obra conoció nuevas tiradas en el primer tercio del siglo XX a cargo de editoriales comerciales; sorprendentemente, y a pesar de la nutrida nómina de intelectuales anarquistas de aquellos años, fueron traducidas por personas ajenas al movimiento libertario organizado. La de 1900 para la barcelonesa Editorial Sopena se debió a Guillermo Núñez de Prado, un poeta bohemio y flamencólogo andaluz fallecido en la capital catalana en 1915, y fue Eusebio Heras Hernández, que también vertió a Lev Tolstói y Piotr Kropotkin al castellano, quien la tradujo en 1903 para la casa editorial Sempere6. Y lo mismo puede decirse del folleto titulado El patriotismo, traducido por Rosendo Diéguez para la barcelonesa Editorial Atalante, que PRESA publicó en 1905 en su colección “Los pequeños grandes libros”. Diéguez era hombre de ideas avanzadas, pero no un anarquista, que lo mismo traducía a Lev Tolstói y Élisée Reclus que versionaba a Friedrich Engels, Jules Guesde o Herbert Spencer.

Hubo que esperar a 1928 para que se publicasen en lengua castellana nuevos libros de Bakunin y para que los originales fuesen traducidos por un correligionario, aunque la versión de Diego Abad de Santillán de éste y otros libros del mismo autor fuese publicada en Argentina a cargo del periódico La Protesta, portavoz oficioso de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) que encaraba en aquellos años un agudo debate ideológico en el que las obras del anarquista ruso servían de poderosa munición.

Así pues, no fue a través de sus textos como Mijaíl Bakunin ejerció esa influencia que, sin embargo, se reconoce como decisiva en el devenir del proletariado militante español. Quizás por eso sus ideas fuesen tan desconocidas como tergiversadas. Una de las referencias críticas más antiguas que hemos encontrado en la prensa española se debe a Antonio Govin y Torres, que en La Revista de Cuba publicó sendos artículos sobre “Relaciones de la Economía Política con el Derecho” en los números correspondientes a abril y mayo de 1881. Sostenía, sin haber entendido la teoría bakuninista, que “La variedad es ley de la historia y de la naturaleza, como lo es igualmente la unidad. La Internacional no lo comprendió así. Quiso fundir todos los pueblos en la misma turquesa; aniquilar su respectiva originalidad y crear sobre tanta ruina la confederación de los municipios amorfos,según la expresión de Bakunin, confederación en que no habría lugar ninguno para el sentimiento nacional. Dejaría éste de existir al suprimirse las naciones. Y preténdese tal dislate nada menos que en el siglo XIX, en el siglo de la constitución de fuertes y grandes nacionalidades”7. Tampoco fue por medio de las críticas de sus enemigos como los trabajadores españoles pudieron conocer las ideas y experimentar el influjo de Bakunin.

Su presencia en la prensa española

Es verdad que podemos encontrar una relación más amplia de sus textos en la prensa internacionalista de su tiempo8, aunque su colaboración en los medios de comunicación españoles fue forzosamente breve. El primer artículo apareció en el otoño de 1869 en La Federación y el último en 1874 en El Condenado; las condiciones de semiclandestinidad de la sección española de la Primera Internacional, sobre todo desde el verano de 1873, no permitieron una mayor difusión de sus escritos. Y eso que, al marchar de Madrid, Giuseppe Fanelli entregó a los pioneros del internacionalismo madrileño “unos números del Kolokol con artículos y discursos de Bakunin”, según nos dice Anselmo Lorenzo en El proletariado militante9.

Sea como fuere, algunos trabajos escritos de Bakunin, quizás esos mismos extraídos del Kolokol de Aleksandr Herzen y Nikolái Ogarev, debían de ser conocidos y comentados por los primeros internacionalistas, pues Anselmo Lorenzo da cuenta en ese mismo libro de un debate con el republicano federal Francisco Suñer y Capdevila, que fue diputado a Cortes y alcalde de Barcelona durante el Sexenio, en el que en su réplica un delegado obrero, seguramente él o Francisco Mora, utilizó un párrafo de un discurso de Bakunin10.

Pero, de estos artículos periodísticos, ninguno está dedicado ni hace referencia a España y a sus trabajadores, a pesar de que se le solicitaron expresamente desde la Península Ibérica. En una carta que Rafael Farga Pellicer escribió a Bakunin el 1 de agosto de 1869 le decía: “espero que vos me autorizaréis para que publique vuestros escritos de Le Progrés [se refiere seguramente a las “Cartas a los compañeros de Chaux-de-Fonds” que se insertaron en el mes de septiembre en La Federación], y hasta me atreveré a rogaros que escribáis y remitáis –si podéis hacerlo– unos artículos originales vuestros, hechos directamente para nuestro periódico La Federación11.

Estas colaboraciones nunca llegaron, así que los internacionalistas hispanos se tuvieron que conformar con reproducir, a veces anónimamente, traducciones de textos ya publicados que, además, en su mayoría eran cartas o textos circunstanciales, como por ejemplo las ya citadas “Cartas a los compañeros de Chaux-de-Fonds” y “Respuesta de un internacional a Mazzini” en La Federación, “Salud a los obreros lioneses” en La Solidaridad, y “Carta a la Federación Jurasiana” en El Condenado. Algo más de profundidad tienen las “Cartas a un francés sobre la crisis actual”, que se pudieron leer en La Federación entre noviembre de 1870 y enero de 1871 y casi simultáneamente en La Solidaridad, o “Política de la Internacional”, que apareció entre febrero y abril de 1870 en La Federación, y un resumen de “Organización de la Internacional”, en enero de 1872 en la misma cabecera. Algunos de estos artículos fueron también reproducidos en la revista republicana La Justicia Social desde 186912.

Muy poco, tan poco que La Propaganda de Vigo, no sabía escribir correctamente su nombre en 1882. Resulta curioso comprobar cómo la figura de Bakunin también pasó bastante desapercibida para la prensa general española, incluso la políticamente más avanzada. Y no fue por falta de información; Anselmo Lorenzo nos cuenta que Emilio Castelar, que tanto se prodigaba en la prensa escrita nacional, coincidió con Bakunin en 1864 en el congreso de la Liga de la Paz y la Libertad y hablando de él un día, le presentaba como un monstruo capaz de entregar la sociedad al “¡bárbaro comunismo moscovita!” e hizo con espanto la descripción de “un gigante vestido de mujik que ostentaba luenga barba, melena de león y facciones reveladoras de poderosa energía”13.

Además, la mayoría de las informaciones periodísticas que hemos encontrado le identificaban con el radicalismo burgués y republicano o con el nacionalismo polaco o eslavo. La primera referencia que hemos encontrado al anarquista ruso no puede ser más equívoca; en el número de El Espectador de Madrid correspondiente al 24 de diciembre de 1847 se da la noticia de una reunión de “la emigración polaca” en París, eufemismo que escondía a los nacionalistas polacos exiliados, en la que Bakunin intervino públicamente “contra el emperador de Rusia”14.

En 1849 aún se oían los ecos de la llamada Primavera de los Pueblos, y así el monárquico La Esperanza publicaba con satisfacción el 21 de mayo que habían sido detenidos algunos miembros del “gobierno provisional de Dresde”, entre los que se encontraba Bakunin. Esta detención tuvo consecuencias y El Áncora del 22 de enero de 1850 informaba de su condena a muerte en Sajonia por su participación en las barricadas de Dresde y el 23 de junio daba cuenta de que había sido entregado a Austria para que le juzgase por sus actividades revolucionarias en Praga15, atravesando las tierras de Bohemia vigilado por fuerte escolta policial, según contaba La España tres días después. Su juicio en Austria fue recogido por la prensa con una nota tan sucinta como críptica: a consecuencia del proceso “mirándose muchas personas que hasta ahora no lo han sido como peligrosas y que serán peligrosas”16. El Popular comunicaba el 14 de febrero de 1851 que se había reforzado la seguridad carcelaria sobre Bakunin por haberse conocido en Cracovia planes para liberarlo.

No hemos leído noticias sobre su extradición a Rusia, que también le condenó a muerte, pero sí de su indulto, en La Ilustración de Madrid el 23 de junio de 185617, y de su huida de Siberia, de la que daba cuenta una carta recibida por Aleksandr Herzen que recogía en Londres el Daily News y de la que se hizo eco La Iberia el 29 de noviembre de 1861, que le calificaba como “el célebre mártir de 1849”. Se recordaba su hazaña y se anunciaban unas memorias suyas en La Correspondencia de España del 20 de marzo de 1865 y en el diario pimargalliano La Discusión del día siguiente.

Aún menos se publicó en la prensa sobre Bakunin a lo largo de su periodo más revolucionario, que se extendió desde 1864 hasta 1876 y, además, estas noticias fueron equívocas. La Discusión de Madrid se ocupó de Bakunin en dos ocasiones en enero de 1870, con ocasión de la actividad revolucionaria de Serguéi Necháyev en su breve visita a Rusia durante las últimas semanas de 1869. El 11 de enero de 1870 le situaba a la cabeza de un inminente levantamiento popular: “Las noticias que se reciben de la frontera de Polonia con fecha 31 de diciembre, según la Gaceta de Augsburgo, son de importancia. La agitación revolucionaria de Rusia es más grave que lo que hacían presumir los datos que anteriormente se tenían sobre este asunto. Es cierto que Bakounine es el jefe de la insurrección, la cual se extiende por todo el país y tiene por objeto la supresión de la organización política actual y de la propiedad particular”, y el 26 de enero lo hacía para rebajar la participación de Bakunin en la supuesta intentona revolucionaria18. El Imparcial aún culpaba en febrero a “los jóvenes asociados a Bakunin” del reciente “complot revolucionario” que era “de mayor importancia de lo que se creyó en un principio”19. Y el Diario Oficial de Avisos de Madrid volvía a anunciar el 23 de noviembre de 1871 “una vasta conspiración contra las clases ricas” al frente de la cual estaba Bakunin.

Es más difícil seguir a través de la prensa española el rastro de las actividades de Mijaíl Bakunin en el seno de la Internacional. Fue, otra vez, El Imparcial el que, con motivo de la firma por el gobernador de Nápoles de un decreto que proscribía su sección napolitana, criticaba que “hay todavía quien cree cándidamente que asociaciones de esa índole se disuelven porque un ministro refrende un decreto, que podrá ordenar la prohibición, pero de ningún modo producir la disolución, antes al contrario”, e informaba que en el registro de los domicilios de Carlo Cafiero, Carlo Gambuzi y Giustiniani, los más destacados miembros del internacionalismo napolitano, se habían encontrado documentos que trataban “acerca de la reorganización de las varias secciones internacionalistas de Italia, reorganización con bases más radicales que las expuestas y propagadas por el ruso Bakounine”20.

Era este diario liberal el mejor informado de la pugna ideológica de la Internacional dentro y fuera de España. En su número del 15 de octubre de 1871, menos de un mes después de la Conferencia de Londres que exteriorizó el enfrentamiento entre Marx y Bakunin, ya contraponía en un artículo la “Internacional [que] trasformó sus medios de acción; modificó su programa; [y] llegó á ser la Internacional de Karl Marx” con la que se estaba forjando por la posterior intervención de “Bakounine [que con] sus trabajos acentuando las tendencias internacionalistas” ponía en peligro la sociedad, mientras los conservadores “seguían mudos, ciegos y sordos; tal vez porque ignoraban hasta la existencia de Bakounine”.

Así debía de ser para la mayoría de los españoles, pues aunque Castelar incluyó en su discurso sobre la Internacional “retratos enérgica y elocuentemente trazados de Proudhon y de Bakounine”, al decir de La Época del 20 de octubre de 1871, pocas publicaciones ampliaron su información sobre ellos y sus ideas cuando se discutía en el Congreso la ilegalidad de su sección española. Mientras La Discusión calificaba a Bakunin, junto con Napoleón III, de “salvadores de sociedades”21, El Imparcial, en un artículo sobre el comicio internacionalista de La Haya, le situaba “al frente de un grupo numeroso hostil al Consejo General”22.

Sólo la prensa integrista católica se interesaba por él aunque fuese para informar, con horror, a sus lectores sobre las peligrosas doctrinas del pensador ruso. La Revista Católica de Barcelona, en su número de octubre de 1868, informaba de los debates de la Liga de la Paz y la Libertad y escribía: “el Sr. Bakounine ha resumido las horribles doctrinas que ha sustentado en el congreso, en tres palabras: ateísmo y materialismo científico y humanitario; de cuyo principio ha deducido las conclusiones: supresión de la propiedad individual, de la herencia de la familia, del matrimonio, de la educación paterna; igualdad completa del hombre y de la mujer; atribuciones de los hijos del Estado; de la tierra á todos, del capital á la asociación. El que sostuvo estas doctrinas es un jefe de partido, organizador de una secta que lleva el siniestro nombre de nihilistas, y que ya cuenta muchos partidarios”.

Años después, sería el integrista El Siglo Futuro de Madrid el que se ocupara de él cuando publicó, el día 10 de noviembre de 1875, un informe sobre los grupos revolucionarios en la Rusia zarista; y aunque vinculaba a estos grupos con la Internacional por medio de Bakunin, al que calificaba como celebérrimo representante de las “doctrinas archisocialistas”, citaba las conclusiones de un informe del procurador del Imperio ruso que insistía en “el príncipe Kropotkin” como el autor del auténtico plan de acción revolucionario23.

Y ya fallecido Bakunin, el diario católico La Unión insertaba el 27 de junio de 1885 un artículo, “El anarquismo en Suiza”, que seguramente no había sido escrito en España, en el que le mencionaba expresamente. Y dos años después, uno de sus redactores, Eugenio Fernández Hidalgo, volvió a citar críticamente a Bakunin en su crónica sobre una conferencia que Emilia Pardo Bazán impartió sobre literatura rusa y que fue publicada en ese mismo periódico el 21 de abril de 1887.

Hubo que esperar a que Mijaíl Bakunin muriese el 1 de julio de 1876 y pasase el tiempo para que, muy poco a poco, fuese reconocido el papel protagonista que jugó en las luchas revolucionarias internacionalistas dentro y fuera de España y pasase a un segundo plano su consideración como un revolucionario romántico de la burguesía radical de la segunda mitad del siglo XIX.

El eco de Bakunin en España en 1868

Puede pensarse, y es fácil en alguien con la personalidad extrovertida de Mijaíl Bakunin, que su indudable influencia en el movimiento obrero no se debiese tanto a la difusión por escrito de sus ideas, que hemos comprobado que fue muy limitada incluso en los últimos años de su vida, como a sus relaciones personales con la vanguardia de los destacamentos más avanzados de la burguesía y del proletariado.

Abona esta idea su pertenencia a la Liga de la Paz y la Libertad, que estaba en relación con algunos españoles, como el ya citado Emilio Castelar. También tenemos noticias de que Mijaíl Bakunin escribió el 19 de junio de 1866 a su viejo amigo Aleksandr Herzen que la organización secreta Fraternidad Internacional, que dirigía, tenía miembros en España, al igual que en otros países europeos24. No conocemos los nombres de esos posibles afiliados españoles, aunque Nettlau sospecha que uno pudiese ser Fernando Garrido o, en su defecto, algún otro exiliado republicano avanzado de la burguesía progresista. Las dificultades que encontró en 1868 para enviar a España algunos miembros de la Alianza y el escaso conocimiento directo que sus militantes tenían del país, hasta el punto de que los tres emisarios, Giuseppe Fanelli, Aristide Rey y Élie Reclus, quedaron citados en un hotel de Barcelona que había cerrado tiempo atrás, nos indican que esos posibles conjurados españoles o eran una fantasía o, más probablemente, ya hacía tiempo que habían dejado de mantener contactos regulares con Bakunin.

Si algún teórico del socialismo tenía en 1868 el terreno abonado para ejercer su tutela sobre la clase trabajadora española era sin duda Pierre-Joseph Proudhon. En el Sexenio sus libros se editaban con impecables traducciones y, en algún caso con atinados estudios introductorios de Francisco Pi y Margall, el patriarca del republicanismo federal hispano. Ya en 1860 se había publicado su polémica económica con Frédéric Bastiat y en 1862 su libro Teoría de la contribución con traducciones del republicano Roberto Robert. A Pi y Margall, exiliado en París, se deben las versiones de Filosofía del progreso, de Filosofía popular y de El principio federativo en 1868, De la capacidad política de las clases jornaleras y La solución del problema social en 1869 y en 1870 de su Sistema de las contradicciones económicas o filosofía de la miseria. También salieron de imprenta en esos años su Idea general de la revolución en el siglo XIX, con ediciones en 1868 y 1870 en la versión de José Comas, y todavía en 1873 se publicó su obra Contradicciones políticas. Teoría del movimiento constitucional en el siglo XIX con traducción de Gabino Lizarraga.

Pero no sólo sus libros eran suficientemente conocidos, sino que habían influido en los postulados federales de Pi y Margall que tenía un enorme predicamento entre las clases populares. Muchos de los anarquistas más destacados del periodo se incorporaron a la lucha política de la mano de sus ideas y de su partido. Ricardo Mella publicó con motivo de la muerte de Pi y Margall un emocionado artículo que empezaba con estas palabras: “Fui su discípulo, niño aún, en el agitado periodo del 73, mi buen padre, federal enragé, dábame a leer todos los periódicos, revistas y libros que entonces prodigaba el triunfante federalismo. Después, puede decirse que se moldeó mi cerebro con las doctrinas de Pi y con sus traducciones de varias obras de Proudhon”25. Y lo mismo cabe decir de Anselmo Lorenzo y de otros muchos.

Incluso Karl Marx lo tenía, a priori, más fácil que Mijaíl Bakunin para atraerse el favor de las clases populares hispanas. La lenta y accidentada formación de sociedades obreras en España pareció alcanzar su madurez con la presencia en el congreso que la Primera Internacional celebró en Bruselas en 1868 del obrero Antonio Marsal Anglora, que oculto bajo el seudónimo de Sarro Magallán acudió en representación de una casi desconocida Legión Ibérica, asociación que podría haber sido fundada por Fernando Garrido y que tenía mucho en común con las sociedades secretas del radicalismo político burgués. Por entonces, las clases populares españolas, largo tiempo privadas del sufragio y lideradas por prohombres republicanos como Francisco Pi y Margall, eran favorables a la acción política democrática, que les había sido repetidamente negada y en la que aún confiaban como en un talismán. Incluso quienes estaban más próximos al socialismo utópico, como el citado Garrido, militaban en las corrientes más avanzadas estructuradas en partidos políticos.

El mejor ejemplo del apoyo que aún prestaban los trabajadores a la participación electoral en el periodo de implantación de la Internacional en España fue que en las Cortes Constituyentes de 1869 no sólo Fernando Garrido fue elegido diputado por Cádiz, sino que también ocupó un escaño por Barcelona el obrero Pablo Alsina, que contó con el apoyo explícito del obrerismo organizado catalán. Que Garrido aspiraba a orientar a los internacionalistas españoles y a encauzar su acción política a través de la vía electoral lo prueban sus palabras, publicadas en La Solidaridad el 4 de junio de 1870 en un artículo que contestaba a las críticas recibidas en esa misma cabecera, en el que hacía méritos y se mostraba satisfecho “de haber contribuido a su establecimiento [de la Internacional], acompañando a las personas encargadas de esto [Fanelli, Reclus y Rey] por centros de otros países [la Alianza de Bakunin] y poniéndoles en relaciones que me parecieron más a propósito, precisamente por el radicalismo de sus opiniones republicanas y socialistas”26.

Friedrich Engels expuso con claridad las ventajas de esa vía electoral: “España es un país muy atrasado industrialmente, y, por lo tanto, no puede hablarse aún de una emancipación inmediata y completa de la clase obrera. Antes de esto, España tiene que pasar por varias etapas previas de desarrollo y quitar de en medio toda una serie de obstáculos. La República brindaba la ocasión para acortar en lo posible esas etapas y para barrer rápidamente estos obstáculos. Pero esta ocasión sólo podía aprovecharse mediante la intervención política activa de la clase obrera española“; y añadía, “tan pronto como los mismos acontecimientos empujan al proletariado y lo colocan en primer plano, el abstencionismo se convierte en una majadería palpable y la intervención activa de la clase obrera en una necesidad inexcusable”27.

Esa fe en la acción electoral de federalistas como Garrido o Pi y Margall, aún conservaba en 1870 amplio predicamento entre los trabajadores españoles; Francisco Tomás, internacionalista mallorquín de primera hora, escribió unos artículos en los que sostiene: “El Congreso de Barcelona [de junio de 1870] (…) fue el primero donde proclamaron las ideas anarcocolectivistas unos 50 de los 85 delegados que tomaron parte en sus deliberaciones. (…) Una parte de los delegados que votaron con la mayoría entendían que como sociedad, como corporación, no debían hacer política burguesa o parlamentaria, pero como individuos podían afiliarse a cualquiera de los partidos políticos. Esta falsa interpretación dio lugar a que, en los momentos críticos, muchos de los internacionalistas fuesen más amigos de los partidos burgueses que de dicha asociación. (…) Cuando se celebró éste, los federales ejercían mucha influencia y, para que algunos delegados como los Bochon y los Nuet votaran el dictamen sobre la actitud de la Internacional con relación a la política, hubo que suprimir del preámbulo las frases más combativas contra el Partido Federal”28.

No podía ser de otra manera, pues los internacionalistas así lo reconocieron en su debate con los federalistas: “¿acaso ignora [Fernando Garrido] que las sociedades obreras españolas han reunido en su seno la parte más sana, menos ambiciosa, más viril y más activa de las filas del partido federal?”29 Efectivamente, para muchos trabajadores la Internacional era la rama societaria del republicanismo federal.

Así pues, en 1868 no había un caldo de cultivo predispuesto para acoger el ideario bakuninista. Las algaradas callejeras protagonizadas por la clase trabajadora española en aquellos años, se debían a la habitual intrusión política de la Milicia Nacional, a la que muchos pertenecían, y a la tradición insurreccional del republicanismo hispano, que sólo aspiraba a establecer un Estado democrático avanzado, y no se inspiraban en las propuestas revolucionarias de Mijaíl Bakunin. Antes al contrario, los trabajadores españoles estaban ideológicamente más influidos por Pierre-Joseph Proudhon y más próximos estratégicamente a la participación electoral que proponían Karl Marx y Friedrich Engels. Pero se estaba conformando una nueva base social que se nutría tanto del obrerismo más consciente como de un republicanismo revolucionario, que acogía principalmente a intelectuales y profesionales liberales, que sirvió de sustento al movimiento libertario en España.

Su influencia en la Federación Regional Española (FRE)

Como el singular arraigo del anarquismo en España no es de índole racial, ni se explica por el clima, ni está escrito en las estrellas, habrá que conceder que algo tuvo que ver Bakunin con el desarrollo de esos acontecimientos. Reconoce Anselmo Lorenzo en El proletariado militante que “si no hubieran estado en Barcelona Viñas, Soriano, Meneses y Ferrán, andaluces y privilegiados todos; si Rafael Farga no hubiera ido al Congreso de Basilea donde recibió la sugestión directa de Bakunin, además de inspirarse en la grandeza de las ideas de los fundadores y cooperadores de la Internacional; si no hubiera estado presente Gaspar Sentiñón, que con sus grandes y enciclopédicos conocimientos y su constancia supliera las deficiencias, reemplazara a los perezosos y por su aspecto venerable fuera como la personificación de la idea; si, en fin, no se hubieran agrupado los inteligentes, los activos, los buenos en la sección de la Alianza de la Democracia Socialista, y hubiera debido esperarse que las corporaciones obreras por sí mismas, por evolución efectuada por sus propios medios hubieran entrado en la Internacional, los obreros catalanes no hubieran sido jamás internacionales”30; dejando meridianamente claro que el arraigo del anarquismo en Cataluña, y en el conjunto de España, sólo se debió a la acción mancomunada y consciente de los anarquistas españoles “sugestionados” por Bakunin.

Se puede objetar que la opinión de Anselmo Lorenzo es tan partidista como interesada. Pero, paradójicamente, quien más insistió en resaltar esa proyección de Bakunin sobre los trabajadores españoles fue uno de sus rivales: Friedrich Engels. En el otoño de 1873 escribió tres artículos sobre la revolución cantonal española que vieron la luz en otros tantos números del periódico Volksstaat y en 1894, con el añadido de un breve prólogo, se publicaron bajo el título común de Los bakuninistas en acción. En este libelo, aunque está escrito para criticar a los anarquistas, sólo se menciona una vez a Bakunin por su nombre y, además, apenas glosa en un puñado de líneas un pasaje de sus Cartas a un francés, pero desde su propio título no deja de criticar la perniciosa influencia de sus ideas sobre los internacionalistas hispanos. No debía de ser propósito de Engels que este texto se publicase en España, donde podía ser fácilmente rebatido, así que no fue traducido al castellano hasta 193431.

Los marxistas españoles, que tenían hilo directo con Karl Marx y Friedrich Engels a través de Paul Lafargue, compartían esa obsesión por Bakunin. Su periódico, La Emancipación, publicó el 27 de junio de 1872 un suelto en el que sembraban dudas casi policiales sobre el anarquista ruso: “¿de qué vive ese señor, cómo y dónde vive? Misterio. Bakunin es un aventurero burgués, que no se sabe de dónde viene, ni quién le inspira, ni cuáles son sus antecedentes”, un ataque gratuito e injustificado que sólo podía perpetrarse en España, donde era, como hemos visto, prácticamente un completo desconocido, pero que sería ridículo en casi cualquier otro lugar de Europa, y que pone en evidencia tanto la inquina hacia él como el peligro que para ellos representaba32.

Pero entonces, ¿qué hizo Bakunin? ¿Cómo ejerció su influencia en España? En primer lugar, comprendió que con la Revolución de septiembre de 1868 se abría en España un nuevo ciclo que permitía un desarrollo político y social que podía llevar a las clases populares hacia su emancipación. Fue su aguda intuición de viejo agitador la que le llevó a enviar emisarios afines a una España en plena efervescencia para informarse de lo que estaba pasando y averiguar en qué medida podía extender a la Península Ibérica su acción revolucionaria.

Porque la noticia de la Revolución se conoció en Europa con toda la rapidez que permitían los adelantos tecnológicos del momento, y llegó a Inglaterra al mismo tiempo que a Suiza. Karl Marx y Friedrich Engels habían coincidido con Antonio Marsal Anglora en Bruselas con motivo del reciente Congreso de la Internacional y, sin embargo, ni el Consejo internacionalista, a cuyo frente se encontraban Marx y Engels, ni Eugène Dupont y Auguste Serraillier, que fueron delegados para España de la Internacional, ni Paul Lafargue, que se expresaba correctamente en castellano, se pusieron en contacto con él.

Se ha menospreciado el papel que Marsal Anglora jugó en los primeros pasos de la Internacional en España, pero creemos que su importancia merece ser reevaluada; es cierto que la Legión Ibérica, en cuya representación acudió en 1868 al comicio internacionalista bruselense, debía ser una organización a caballo entre el republicanismo y el socialismo utópico, pero a su vuelta de Bruselas participó en la organización de un primer Congreso de sociedades obreras barcelonesas en el que él y Rafael Farga Pellicer fueron nombrados secretarios33.

El Centro Federal de Sociedades Obreras barcelonesas que se constituyó en ese congreso del otoño de 1868 no se identificaba con el socialismo, y ni mucho menos se orientaba hacia el anarquismo. Todavía el 1 de agosto de 1869 Farga Pellicer escribía a Bakunin: “Aquí el socialismo no está tan desarrollado como fuera de desear; así que el Centro Federal no ha decidido nada clara y terminantemente respecto a este punto tan interesante. Hasta ahora sólo se ha ocupado de organizar asociaciones obreras de todos los oficios y artes y propagar para que la federación entre todos se haya efectuado, y para que la República federal triunfe en la gran lucha que sostenemos con los monárquicos y demás conservadores de todas las demás tiranías. No obstante, he de participaros con placer que la gran mayoría de los obreros son susceptibles de ser decididamente socialistas, puesto que van ya comprendiendo esas grandes ideas que llevan en sí nuestra inmediata y radical emancipación”.

Insisto, pues, que nada estaba escrito, y quizás si Paul Lafargue, o algún otro delegado enviado por el Consejo, hubiera acudido inmediatamente a España, hubiese sido Marx el que habría recibido esa carta con tan alentadoras palabras de Farga Pellicer: “Gracias a los esfuerzos que hacemos algunos amigos en pro de esta propaganda dentro de las varias profesiones y oficios asociados y dentro del mismo Centro Federal, yo tengo la seguridad de que dentro de poco tiempo formaremos parte los obreros de España de la grande Asociación Internacional de los Trabajadores”.

Frente a la incomprensible pasividad de Marx y del Consejo internacionalista, Bakunin movilizó inmediatamente a cuantos amigos y compañeros podían acudir o al menos coadyuvar para enviar a España algunos militantes de la Alianza de la Democracia Socialista. Basta leer a Max Nettlau, que reconstruye muy acertadamente la agitación de Bakunin en esos días, para comprender la importancia que un revolucionario como él concedía a una revolución como la que se estaba desplegando en España. Al final, casi sin medios y después de soportar alguna renuncia y animar alguna tibieza, tres compañeros llegaron a Barcelona: Élie Reclus y Aristide Rey, por un lado, y Giuseppe Fanelli, por otro.

Ya hemos señalado algunos de los apuros que sufrieron hasta reunirse en la capital catalana, a los que hubo que añadir los problemas derivados de la personalidad de quienes se les habían ofrecido como contactos en España; personajes como Fernando Garrido y José María Orense, que se encontraban muy lejos de los postulados de la Internacional y aún más distanciados del anarquismo bakuninista. Lo cierto es que los amigos enviados por Bakunin no tenían ninguna dirección o contacto de trabajadores manuales, sino de burgueses ideológicamente más o menos avanzados pero que, en el mejor de los casos, podían situarse en la órbita del socialismo utópico o de las teorías de Pierre-Joseph Proudhon34. Si Fanelli se reunió en Madrid en el Fomento de las Artes, una iniciativa burguesa para obreros con inquietudes, a su regreso por Barcelona se vio con un grupo de trabajadores en el taller de José Luis Pellicer, un conocido artista del momento35.

Pero, haciendo de la necesidad virtud, esta carencia de relaciones con obreros fabriles fue otra de las causas de la extraordinaria influencia en España de Bakunin, que rechazaba todo sectarismo. Frente al rígido clasismo de Marx y Engels, que convertían a los obreros de la industria moderna en los privilegiados actores de la revolución social, los anarquistas valoraban por igual a todos aquellos que mostrasen fehacientemente su sincero compromiso revolucionario. Bakunin escribió el 12 de marzo de 1870 al internacionalista Albert Richard, de la sección internacionalista de Lyon: “¿Quiere ello decir que debéis rechazar a todos los individuos nacidos y educados en el seno de la clase burguesa, pero que, penetrados de la justicia de vuestra causa, se acercarán a vosotros para servirla y para colaborar a su triunfo? Al contrario, recibidles como amigos, como iguales, como hermanos, siempre que su voluntad sea sincera y que os den garantías tanto teóricas como prácticas de la sinceridad de sus convicciones”. Él mismo había colaborado sin empacho con distintas iniciativas de la burguesía revolucionaria europea ajenas al anarquismo, como por ejemplo la Liga de la Paz y la Libertad, y había forjado la Alianza de la Democracia Socialista a imagen y semejanza de las sociedades secretas de la burguesía revolucionaria en los años del Romanticismo.

Esa flexibilidad permitió a Fanelli y Bakunin agrupar en la Alianza a un número significativo de individuos que, desde la burguesía revolucionaria, recalaron en el anarquismo militante: los médicos Gaspar Sentiñón, José García Viñas y Antonio González Meneses, el ingeniero Celso Gomis, el profesor de Ciencias Trinidad Soriano, el abogado Rius, el artista José Luis Pellicer… que, al margen de cualquier personalismo, pusieron su rico bagaje intelectual al servicio del obrerismo anarquista. En una carta fechada en 1870 escribía Gaspar Sentiñón: “Queremos ver la justicia establecida lo antes posible, en cinco o diez años, y para ello marchamos decididamente al fin sin desviarnos al ocuparnos de otra cosa que la organización de las sociedades obreras”36. Esta relación de jóvenes profesionales e intelectuales libertarios contrasta con el estrecho obrerismo de la corriente marxista española, que a lo largo del siglo XIX sólo pudo contar entre sus filas con el médico Jaime Vera37.

Aunque ya hemos citado a Anselmo Lorenzo reconociendo la importancia que este grupo de burgueses tuvo en los primeros pasos de la Internacional en España, no podemos dejar pasar la ocasión de hablar de su aportación más interesante para el desarrollo del movimiento obrero dentro y fuera de nuestras fronteras: el modelo organizativo propuesto por la sección española y que él defendió personalmente en la Conferencia de Londres de 1871, aunque fue redactado por los jóvenes Trinidad Soriano y José García Viñas. Dotaba a las sociedades obreras de una doble estructura, territorial y profesional, que con el tiempo se ha ido imponiendo entre los sindicatos contemporáneos, aunque en la citada Conferencia de Londres no obtuvo por parte de los delegados la atención que merecía.

Aunque algunos de estos militantes internacionalistas de ascendencia burguesa con el tiempo abandonaron la militancia anarquista o templaron su ardor revolucionario, desde entonces se mantuvo una estrecha relación entre elementos de la burguesía revolucionaria afines al republicanismo federal y el obrerismo anarquista. Ambas fracciones se relacionaban e interactuaban con naturalidad durante el Sexenio y siguieron haciéndolo durante las décadas siguientes, de la mano de quienes eran niños en tiempos de la Revolución de 1868: los ingenieros Ricardo Mella y Fernando Tarrida del Mármol, el médico Pedro Vallina, el también médico y abogado Eduardo Barriobero… Es imposible, por más que se empeñe cierta historiografía academicista, delimitar las mutuas influencias y las militancias comunes de uno y otro grupo, pues ambos acogieron con parecido interés el eco de las ideas de Mijaíl Bakunin38.

Pero la confluencia de este grupo pionero, aunque estuviese formado por militantes más o menos preparados, no basta para explicar suficientemente la influencia del anarquismo en el movimiento obrero español. Es preciso añadir la arrolladora personalidad de Bakunin, que parecía desprender un ascendiente natural sobre los que le rodeaban, y su relación personal con los militantes más destacados del núcleo impulsor del obrerismo en nuestro país.

Errico Malatesta, que le trató en sus últimos años, escribía medio siglo después: “Conocí a Bakunin cuando él estaba ya en edad avanzada y minado por las enfermedades contraídas en las prisiones y en Siberia. Pero lo encontré siempre lleno de energía y entusiasmo y comprendí toda su potencia comunicativa. Era imposible para un joven tener contacto con él sin sentirse inflamado por el fuego sagrado, sin ver ensanchados los propios horizontes, sin sentirse caballero de una noble causa, sin hacer propósitos magnánimos. Esto ocurría a todos los que caían bajo su influencia. Después, algunos, una vez cesado el contacto directo, cambiaron poco a poco de ideas y de carácter y se perdieron por los más diversos caminos, mientras otros sufrieron y, si sobrevivieron, sufren aún aquella influencia; pero no hubo nadie, creo, que al entrar en contacto con él, aunque fuese por breve tiempo, no se haya vuelto mejor”. Lo cierto es que parecía no dejar a nadie indiferente; cuenta también Malatesta una anécdota significativa del Congreso internacionalista de Saint-Imier, donde “los muchachos acogieron a Bakunin al grito de ¡Viva Garibaldi! Naturalmente, siendo Garibaldi el hombre que más habían oído celebrar, aquellos muchachos pensaban que debía ser un hombre colosal. Bakunin era colosal, lo vieron rodeado y festejado y pensaron que no podía ser más que Garibaldi”39.

Tanto los protagonistas de aquellos acontecimientos, como muchos historiadores que los han investigado, han concedido un peso decisivo a la relación personal o epistolar de los aliancistas españoles con Bakunin. Así lo explica, por ejemplo, el profesor Josep Termes: “planteada la polémica entre favorables y contrarios a la actuación política, los internacionalistas españoles tomaron partido a favor del grupo del Jura. Influyó en esta actitud (…) el hecho de que Farga y Sentiñón, en Barcelona, y el grupo aliancista madrileño estuviesen en contacto con Bakunin”40. Sin esa relación personal con él, aquellos jóvenes españoles, impresionados y espoleados por la energía del anarquista ruso, habrían sucumbido con más facilidad a las dificultades y persecuciones que atravesó la sección hispana de la Internacional.

Conclusiones

Esperamos haber puesto de manifiesto la indudable influencia que tuvo Mijaíl Bakunin en el desarrollo en España de la Primera Internacional, y por extensión en el devenir del movimiento obrero peninsular. Esta influencia no la ejerció personalmente, pues nunca vino a España, ni por medio de sus escritos, que durante décadas sólo fueron conocidos de forma fragmentaria, ni siquiera a través de la deformación crítica de sus rivales ideológicos. Fue, como casi no podía ser de otra manera con él, su intuición revolucionaria la que le llevó a enviar primero y a reclutar después a los militantes de más sincero empeño revolucionario, sin importarle ni su extracción social ni su posición ideológica anterior.

Pero tampoco impuso su voluntad sobre estos militantes; de los tres aliancistas que vinieron a la Península, sólo Giuseppe Fanelli cumplió íntegramente con su tarea a pesar de las primeras dificultades. Y los jóvenes españoles que se incorporaron a la Internacional y al anarquismo militante, ni recibieron órdenes terminantes ni cumplieron con exactitud las orientaciones recibidas, como se demostró con la disolución de la Alianza de la Democracia Socialista, que fue formalmente disuelta en 1868, mientras que en España, y al margen de Bakunin, se mantuvo activa hasta la década de 1880, como comprobó con sorpresa Anselmo Lorenzo cuando volvió de su exilio en 1874.

Es fácil concluir que la orientación anarquista del movimiento obrero español y la íntima afinidad con el sindicalismo del anarquismo peninsular no se debieron exclusivamente a la personalidad de Bakunin, por influyente que fuese, ni a la acción mancomunada de sus discípulos, por activos y preparados que estuviesen. El profesor Josep Termes explica que en el Congreso Obrero de 1870 en Barcelona, “no todos los delegados asistentes habían aceptado los postulados de Bakunin, alguno de ellos ni tan siquiera conocía su existencia”41, y sin embargo de forma mayoritaria, aunque no unánime, los representantes de las sociedades obreras de todo el país allí reunidos respaldaron ampliamente los postulados bakuninistas.

También es necesario resaltar que Mijaíl Bakunin ejerció una mayor influencia y tuvo una presencia más activa en otros países europeos, y eso no se tradujo en una identidad con el anarquismo del proletariado militante de Suiza o de Francia, por poner algún ejemplo. No es éste el lugar para formular una explicación, que muchos historiadores han ofrecido aunque no siempre con fortuna, pero sí es preciso situar en sus justos términos la influencia de Bakunin en el sindicalismo español, cuya figura fue seguramente necesaria pero no suficiente para el extraordinario florecimiento del anarquismo obrerista en España.

Juan Pablo Calero Delso

Publicado en Germinal. Revista de Estudios Libertarios num.12 (julio-diciembre 2014)

Fuente: http://acracia.org/la-influencia-de-mijail-bakunin-en-espana/

Notas:

1.- Sus obras completas en castellano están agotadas desde hace más de quince años y sus mejores biografías o raramente han sido reeditadas en el último medio siglo (las de James Guillaume y Helena Iswolsky), o nunca fueron traducidas (Hanns Erich Kaminsky); ni siquiera han conocido nuevas ediciones las más breves y modestas de autores españoles (Anselmo Lorenzo, Juan G. de Luaces, Carlos López Cortezo, Ramón Liarte o Tomás Cano Ruiz). Solo Los exiliados románticos: Bakunin, Herzen, Ogarev de Edward Hallet Carr ha conocido alguna reciente reimpresión, pero es una obra manifiestamente tendenciosa contra el anarquista ruso.

2.- Como en tantos otros asuntos, la labor de Max Nettlau sigue siendo fundamental para adentrarse en esta cuestión, especialmente su libro Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España (1868-1873), La Piqueta, Madrid 1977.

3.- Ibídem, p.146ss.

4.- Helena Iswolsky, La vida de Bakunin, Ulises, Madrid 1931, p.228.

5.- Ese mismo año de 1884 se publicó una primera versión por entregas en La Revista Social, pero la obra completa en un solo volumen no salió de imprenta hasta 1888.

6.- El librero y bibliófilo Antonio Palau Dolcet le califica como pésimo traductor; ver Yvan Lissorgues y Gonzalo Sobejano (ed.), Pensamiento y literatura en la España del siglo XIX, Presses Universitaires du Mirail, Toulouse 1998, p.159.

7.- Antonio Govín y Torres nació en la localidad cubana de Matanzas en 1849. Cursó estudios en la Universidad de La Habana, mereciendo el título de Doctor en Derecho. En 1879 fundó el Partido Autonomista, del que fue secretario. Al estallar la guerra colonial, emigró a Estados Unidos, volviendo a la isla caribeña tras la derrota española. En la República de Cuba fue magistrado del Tribunal Supremo de Justicia y Gran Maestre de la Gran Logia de la masonería cubana.

8.- Es de consulta obligada el libro de José Álvarez Junco, La ideología política del anarquismo español (1868-1910), Siglo XXI, Madrid 1991 (segunda edición).

9.- Anselmo Lorenzo, El proletariado militante, CNT-MLE, Toulouse 1946, p.25.

10.- Ibídem, p.154.

11.- M. Nettlau, op. cit., p.50.

12.- Las cartas fueron reproducidas en la revista republicana La Justicia Social en septiembre de 1869; ver El Imparcial, 26 de septiembre de 1869. En el número de noviembre de ese mismo año, se anunciaba un texto de Bakunin en la misma revista con el título genérico de “Correspondencia social”; ver El Imparcial, 1 de diciembre de 1869.

13.- Se describe la escena en la nota biográfica sobre Bakunin que escribió Anselmo Lorenzo y que se incluyó en la edición de Dios y el Estado que el editor Bautista Fueyo publicó en Buenos Aires a principios del siglo XX.

14.- “En la reunión general de la emigración polaca que tuvo lugar en París el 29 de noviembre por la tarde, en la sala Valentino, Mr. Bakunin, refugiado de aquella nación, pronunció un discurso contra uno de los opresores de la patria común, contra el emperador de Rusia. Mr. Guizot acaba de intimar, por medio del prefecto de policía á Mr. Bakunin, la orden de que deje á París en el término de 24 horas y la Francia sin pérdida de tiempo. Todas las gentes honradas han visto con indignación este acto inhospitalario del inhumano M. Guizot, esta mezquina condescendencia del ministerio francés, hacia la tiranía del Czar”, El Espectador de Madrid, 24 de diciembre de 1847.

15.- El motivo de que Sajonia no ejecutase la sentencia y entregase el preso a Viena no podía ser menos humanitario: discutiéndose la posibilidad de abolir la pena de muerte, los poderes públicos se comprometieron a no cumplir ninguna última pena, con la excepción de Bakunin, por lo que se le entregó a Viena con la seguridad de que allí sería ejecutado y no escaparía al castigo; ver La España, 3 de febrero de 1850.

16.- Lo decía La Esperanza el 22 de julio de 1850 y lo repetía El Católico cuatro días después.

17.- “Ha sido indultado por el Czar el teniente que fue de la guardia imperial Miguel Bakunin, que se hizo muy célebre por varios trabajos literarios. A consecuencia de un discurso fulminante pronunciado contra la Rusia, fue en 1848 expulsado de Francia, y el gobierno ruso a su vez ofreció 10.000 rublos por su cabeza. Bakunin tomó una parte sumamente activa en cuantos movimientos revolucionarios surgieron en Alemania, y en 1851 fue sentenciado en Austria a la horca, acusado de alta traición, pena que el emperador conmutó en reclusión perpetua”, La Ilustración de Madrid, 23 de junio de 1856.

18.- “El Moskaner Zeitung designa como la cabeza de la conspiración republicana á un estudiante de la Universidad de San Petersburgo, Nieczajeff, que habiendo tomado parte en disturbios pasados en la susodicha universidad, se vio en la precisión de emigrar á Suiza, en donde conoció al emigrado Bakunin. Ya en agosto último había recorrido varias capitales, entre ellas Moscow, repartiendo proclamas con su firma, en las cuales excitaba al levantamiento al grito de los principios modernos que las revoluciones han hecho efectivos, y participaba la próxima vuelta de los emigrados para obrar en sentido igual. Los conjurados guardaban un secreto extremado acerca de sus planes, pero seguían con valor recorriendo las principales poblaciones, sembrando en todas sus doctrinas y conquistando prosélitos. Llevaban por lema para reconocerse: Narodnaja rospraun (Tribunal del pueblo). Noticias posteriores anuncian que gran parte de la policía estaba comprada para que guardase el más estricto sigilo. Pero la denuncia de la conspiración no se debió a éstas; antes por el contrario, de un estudiante de la misma universidad; un tal Ivanoff, fue el que villanamente la delató entregando á treinta de sus compañeros á las iras de las autoridades. Todos fueron reducidos á prisión, incluso él, para que no se pudiese sospechar su incalificable conducta; a los pocos días concediósele la libertad, mas no la disfrutó mucho tiempo, pues fue asesinado á las pocas horas. Otro cabecilla más significado que Nieczajeff, se ha sabido luego era el alma de la conspiración: el Juez de paz Teherkesoff”, en La Discusión de Madrid, 26 de enero de 1870.

19.- El Imparcial, 24 de febrero de 1870.

20.- Ídem, 7 de septiembre de 1871.

21.- La Discusión, 21 de octubre de 1871.

22.- El Imparcial, 10 de septiembre de 1872. Este diario liberal informaba el 21 de noviembre de ese mismo año de las luchas intestinas que agitaban a la Internacional con motivo de los congresos celebrados en La Haya y Saint-Imier, y La Época, que se hacía eco de la información, escribía con tanto alivio como inconsciencia: la Internacional “se halla, pues, en plena decadencia. No necesitamos añadir que consideramos fausto el suceso”.

23.- Curiosamente, Piotr Kropotkin sí visitó España, en el año 1878, y sus obras se tradujeron al castellano en 1885, antes que las de Bakunin y con una difusión notablemente mayor.

24.- M. Nettlau, op. cit., p.14.

25.- En La Revista Blanca, 15 diciembre 1901.

26.- Abel Paz, Los internacionales en la Región española (1868-1872), Barcelona 1992, p.90.

27.- Friedrich Engels, Los bakuninistas en acción, Ciencia Nueva, Madrid 1968, p.12ss.

28.- Francisco Tomás, “Apuntes históricos del nacimiento de las ideas anarco-colectivistas en España”: Revista Social, 1883.

29.- La Solidaridad, 28 de mayo de 1870.

30.- A. Lorenzo, op. cit., p.39.

31.- En 1880 se publicaron en Francia por Paul Lafargue tres capítulos del Anti-Dühing con el título de Socialisme utopique et socialisme scientifique que, con un título que era su traducción literal, se editaron en España en 1886. Es decir se conoció antes y mejor la crítica de Engels a sus predecesores y rivales que los postulados bakuninistas. Merece la pena reseñar que una de las ediciones, con traducción de Anselmo Lorenzo, formó parte del catálogo de las publicaciones de La Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia.

32.- A. Paz, op. cit., p.248.

33.- Seguramente no fue por casualidad que su hermana, Josefa Marsal Anglora, encabezara las rúbricas de un Manifiesto firmado exclusivamente por mujeres que se hizo público en Barcelona el 7 de agosto de 1870 apelando a las mujeres francesas y prusianas para detener la guerra. Mientras tanto, Marx consideraba “una tontería belga querer hacer la huelga contra la guerra”, según se lee en una carta escrita a Engels el 16 de septiembre de 1868, en la que criticaba un acuerdo en ese sentido aprobado en el recién clausurado congreso internacionalista de Bruselas, al que asistió Antonio Marsal Anglora, según cita E. Dólleans en su Historia del movimiento obrero, Zero, Madrid 1969.

34.- Max Nettlau informa que Garrido aún publicaba en 1872 en su periódico La Revolución Social textos de Charles Fourier; op. cit., p.14.

35.- A él se deben algunos magníficos dibujos y grabados sobre la Comuna de París que aparecieron en la prensa española; ver La Ilustración de Madrid, 30 de junio de 1871.

36.- M. Nettlau, op. cit., p.54.

37.- Y aún su militancia estuvo llena de altibajos, pues abandonó tempranamente el PSOE por ser partidario, al contrario que Pablo Iglesias, de pactar con los republicanos y sólo volvió a colaborar con el partido obrero a partir de 1890. También suele citarse a José Mesa, pero éste era un tipógrafo de profesión que se convirtió en periodista.

38.- Josep Termes explica, con razón, que “se ha sobrevalorado el papel desarrollado en la Internacional por algunas figuras importantes”, pero parece contraponer a “las personalidades conocidas, cuya formación cultural es más elevada”, de las que dice erróneamente que generalmente procedían “de la zona madrileña y representan a núcleos obreros reducidos”, con los líderes obreros catalanes “menos brillantes pero mucho más representativos”. Sin embargo, la sección madrileña no tuvo más militante destacado que el médico marxista Paul Lafargue (si exceptuamos algunos de recorrido muy efímero como Francisco Córdoba López o Ubaldo Romero de Quiñones) y, en cambio, la mayoría del núcleo de profesionales e intelectuales residían en Cataluña, aunque Termes no deja de indicar, no sabemos con qué intención, que eran andaluces, lo que no se podía decir, por ejemplo, de Celso Gomis; Anarquismo y sindicalismo en España, Crítica, Barcelona 1977, p.175.

39.- Errico Malatesta en Pensiero e Volontà, Roma, 1 julio 1926.

40.- J. Termes, op. cit., p.150.

41.- Ibídem, p.65.

Aquel vuelo desde el cuarto piso

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Cuando Giuseppe Pinelli (foto), anarquista milanés cuarentón, cae al suelo desde el cuarto piso de la Comisaría Central de Milán, el engranaje se atasca. La planeada estrategia que comenzó con las bombas en la Feria en abril de 1969, y continuó con los atentados del 12 de diciembre del mismo año, se detiene miserablemente ante la imprevisible y obstinada resistencia de un modesto ferroviario que lo ha entendido todo. Que ha intuido la tragedia que se proyecta para el país y para el movimiento anarquista si también él capitula. Pinelli rechaza meterse en ese juego, aunque este parezca imparable, y se interpone a los planes criminales del poder. Comienza así a desencadenarse el más grande y engañoso montaje jamás urdido antes en la historia de la joven de la República italiana; y para hacerle pagar esta responsabilidad, el anarquista es arrojado por la ventana por un hatajo de policías frustrados ante la imposibilidad de satisfacer los designios de sus amos.

Aquel día, con aquella muerte, cambia la historia del país. Los estragos de Milán, de hecho, ya no serán la obra de unos anarquistas sedientos de sangre sino el proyecto reaccionario de una parte considerable del aparato del poder, y de ahora en adelante se llamarán con toda propiedad Estragos de Estado. Se abre un nuevo periodo, comienzan los años setenta, años de lucha, de gran tensión y de grandes errores, años de dramas personales y colectivos que señalan la existencia de una generación entera, pero también años de gran generosidad e inteligencia política. Entre otras historias de esa época, citaremos la de Franco Serantini, joven anarquista de Pisa muerto tras ser detenido por la policía en una jornada de lucha antifascista. Y oportunamente se pone de relieve cómo un hilo rojo señala el recorrido vital de los compañeros y de las historias de entonces.

Una época absolutamente irrepetible

En un contexto tan vivaz y dinámico, también el ambiente intelectual se moviliza y participa en la etapa de cambios con un esfuerzo a menudo de gran eficacia. Y naturalmente, el suceso de Piazza Fontana se convierte en uno de los focos de la reflexión. Fueron muchas las intervenciones de intelectuales, periodistas y escritores que aportaron su contribución al extraordinario trabajo de contrainformación que caracterizó a aquellos años, así como fueron también muchos los artistas que se inspiraron, más o menos directamente, en los hechos. Si en el ámbito cinematográfico no se pueden olvidar Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha, de Elio Petri (1969), o Sacco y Vanzetti, de Giuliano Montaldo (1971), que empieza con el histórico encuadre del anarquista Salsedo cayendo desde el rascacielos de la policía de Nueva York, en el ámbito teatral nace la que, según creo, es la obra maestra de Dario Fo: Muerte accidental de un anarquista.

Dario Fo es lo suficientemente conocido para que no me extienda relatando sus méritos, por lo que me limitaré aquí a recordar en breves trazos la trama del texto y la importancia que tiene debido a que su hilarante mofa del poder contribuyó a convertir en patrimonio común la percepción del engaño que se estaba tejiendo. La paradoja del artista, alegremente surrealista, supo dar la vuelta al sentido trágico de cuanto había sucedido, y de este precioso resultado se valieron no solo los compañeros del movimiento sino también una infinidad de otras personas, decididamente lejos de cualquier forma de implicación o participación. Una auténtica obra maestra, fruto de una época absolutamente irrepetible, a la vez una gran obra de arte y una gran intervención política. Su éxito fue enorme, y el espectáculo recorrió toda Italia en funciones multitudinarias, en los grandes teatros, en las primeras carpas-teatro o en los polideportivos, y a menudo, muy a menudo, incluso los espacios más grandes resultaban insuficientes para contener a todo aquel público que quería "reírse" del Estrago de Estado.

El equívoco, el absurdo, la ironía

Todo nace de una idea teatralmente genial, la de confiar a un "loco" maníaco del disfraz la tarea de desmontar, pieza a pieza, las innumerables versiones que la policía milanesa ha proporcionado para justificar su comportamiento. El protagonista, usando una lógica aparentemente delirante, hace creer que quiere ayudar al jefe de policía y a su corte en evidente crisis de credibilidad y, fingiendo ser primero un policía, después un juez, luego un agente secreto y un periodista, reconstruye el drama de la muerte de Pinelli a través de una serie incansable e hilarante de divertidísimos gags. Jugando con el equívoco, el absurdo y la ironía, su lógica, absolutamente loca y sin embargo apabullante, reconstruye pieza a pieza la terrible verdad de aquellos días de diciembre, haciendo aparecer, en la creciente incomodidad de la "autoridad" todavía enganchada en los hilos de su marionetista, la obscena desnudez de la razón de Estado, tanto criminal como ineficazmente perseguida.

Hay para todos, verdaderamente para todos, en esta obra maestra del teatro político, y ninguno de los muchos responsables, por infame o cobarde, grande o pequeño que sea, se salva del irrefrenable y burlón ímpetu del autor. Recuerdo, entre otras, una escena famosa, la de los "tres zapatos de Pinelli". Es seguramente el ejemplo más completo de cómo Dario Fo ha conseguido transformar las grotescas afirmaciones de los policías responsables de aquella trágica muerte en un crescendo de irresistible sarcasmo. Y revelar que lo surrealista no era el comportamiento del "loco" que andaba disfrazado por la Comisaria Central de Milán, sino las mentiras inventadas, con gran esfuerzo, por un Poder acorralado. Tres zapatos, eso es, y "¡una carcajada los sepultará!"

Massimo Ortalli

Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Noviembre de 2016

La revolución cubana: una mirada libertaria

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La revolución cubana, al igual que ha ocurrido con la llamada "bolivariana" más reciente, ha producido pasiones y rechazos por doquier; tantas veces, sin posibilidad de matizar entre los dos extremos. La realidad es que el comunismo originado en Marx ha visto fracasado una y otra vez, tanto su teoría supuestamente científica, como sus experiencias políticas; hablamos de fracaso en términos auténticamente revolucionarios y socialistas, por supuesto.

A pesar de esta praxis fallida, con un negación de la libertad en todos los ámbitos de la vida, y con una cuestionable política económica (que, en cualquier caso, nunca fue autogestión por parte de los trabajadores ni pareció haber caminado hacia ello) cierta izquierda encontraba nuevos referentes una y otra vez en estas esperiencias de Estado. Veamos cómo ha visto el movimiento anarquista, partidario del socialismo autogestionario, este más de medio siglo de "revolución cubana". En la lucha contra Batista, como es lógico, los anarquistas tuvieron un papel activo. Muy pronto, con la llegada de Fidel Castro al poder, encontrarán una represión en sus filas; en sus publicaciones, advertirán sobre el autoritarismo, el centralismo estatal y la hegemonía del Partido Comunista y reclamarán democracia en los sindicatos. Los anarquistas, al igual que deberían hacerlo los marxistas, apostaban por la autogestión y por la emancipación de los trabajadores. No obstante, la vía del Estado cubano derivó, con su falta de libertad y de iniciativa propia, en el totalitarismo y la dependencia del modelo soviético.

Al ser conscientes de este desastre, en 1960 los anarquistas hicieron una declaración de Principios mediante la Agrupación Sindicalista LIbertaria; en ella, se atacaba al Estado, al centralismo agrario propuesto por la reforma del gobierno, así como al nacionalismo, al militarismo y el imperialismo. Los libertarios se mantenían fieles a su concepción de la libertad individual, como base para la colectiva, del federalismo y de una educación libre. Las habituales acusaciones, que llegan hasta nuestros días, de estar a sueldo de Estados Unidos u otros elementos reaccionarios no tardarían en llegar. Después de aquello, la represión castrista hizo que el anarcosindicalismo no tuviera lugar al erradicarse la libertad de prensa y no pudiera hacer propaganda ideológica. Se inició el éxodo anarquista en los años 60, quedando pocos militantes en Cuba y sufriendo un miserable despotismo.

En aquellos primeros años de la revolución cubana, se crearon organizaciones en el exterior, como el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE), y hubo otros manifiestos libertarios criticando la deriva totalitaria. Una obra anarquista destacada es Revolución y dictadura en Cuba, de Abelardo Iglesias, publicada en 1961 en Buenos Aires. La posición anarquista, al menos por parte de la mayor parte del movimiento, estaba clara. La incansable actividad intelectual de algunos anarquistas cubanos hace que se exponga con claridad meridiana conceptos como los siguientes: "expropiar empresas capitalistas, entregándolas a los obreros y técnicos, eso es revolución""pero convertirlas en monopolios estatales en los que el único derecho del productor es obedecer, esto es contrarrevolución". A pesar de estos esfuerzos, a finales de la década de los 60, el castrismo parecía estar ganando la propaganda ideológica, lo que provocó que algunos medios libertarios, en Europa y en América Latina, tendían cada vez más a apoyar a la revolución cubana.

Un punto de inflexión para esta situación será la publicación en 1976 en Canadá del libro The Cuban Revolution: A Critical Perspective (La Revolución cubana: un enfoque crítico), de Sam Dolgoff, excelentemente distribuido y que "hizo un impacto demoledor entre las izquierdas en general y los anarquistas en particular". El libro constituyó un certero enfoque crítico del castrismo, recogiendo la lucha del MLCE (reiteradamente acusado de estar al servicio de la reacción) y propiciando su reconocimiento internacional; el impacto sobre el anarquismo internacional, e incluso sobre otras corrientes de izquierda, fue considerable. En los siguientes años, es destacable la publicación Guángara libertaria, a cargo del MLCE, iniciado en 1979 y que llegó hasta 1992. En los últimos tiempos, destaca el boletín Cuba libertaria, del Grupo de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba, cuyo primer número apareció en febrero de 2004. En la actualidad, es una obligación de los movimientos anarquistas internacionales apoyar la red del Observatorio Crítico Cubano, que implica proyectos socioculturales internos y externos, con un marcado carácter antiautoritario y autogestionario.

Si algo ha alimentado el mito de la revolución cubana ha sido el criminal bloqueo de lo Estados Unidos, que llega hasta nuestros días a pesar del inicio de relaciones propiciado por Obama. Tan intolerable es ese bloqueo norteamericano como el que han establecido los Castro sobre la población cubana. Esa elección entre lo malo y peor, tendencia tantas veces de la mentalidad humana, es pobre y falaz; lo malo sigue siendo malo, hay que trabajar por una vía que asegure la justicia y la libertad. Así lo han hecho históricamente los anarquistas, desde la época colonial hasta el actual sistema totalitario. Desgraciadamente, los movimientos sociales son inexistentes en Cuba, ya que la única representación política es a través del Partido Comunista y de la Unión de Jóvenes Comunistas. El régimen cubano parece doblemente perverso, por su condición intrínseca, suavizada por la magnificación de sus logros, y por arrogarse una autoridad moral fundamentada en su supuesta naturaleza transformadora y progresista. Tras la muerte de Fidel Castro, el régimen ya ha tenido continuidad con el liderazgo de su hermano Raúl; es digna de asombro la capacidad del fallecido comandante para perpetuar su legado.

El proceso que se ha abierto, en los últimos tiempos, con el inicio de relaciones con Estados Unidos y con algunas reformas internas aparentemente liberales (aunque asegurado el control estatal de la economía), parece una nueva etapa capitalista en la isla en la línea del "comunismo" chino, aunque claramente liderada por las mismas élites políticas y militares. Recordemos que en Cuba, a pesar de la dificultades del bloqueo, operan y han operado empresas del capitalismo internacional. Como en tantas otras experiencias marxistas, el supuesto socialismo ha acabado siendo capitalismo de Estado y una triste y perversa práctica totalitaria. En estos Estados totalitarios pseudosocialistas, al igual que en los "liberales", los paradigmas hegemónicos son la explotación y la dominación. La crítica anarquista a toda forma de poder se ha demostrado acertada.

Capi Vidal

http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com.es/

Más recursos en el Portal Libertario OACA sobre el anarquismo en Cuba:

Anarquismo en Cuba (1959-1980): castrismo, confrontación, exilio y sombras

El movimiento anarquista en Cuba

Vídeo-entrevistas a anarquistas cubanos

Una propuesta libertaria para la Cuba actual

El anarcofeminismo en España: las propuestas anarquistas de mujeres libres para conseguir la igualdad de géneros

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En las primeras décadas del siglo XX, las mujeres empezaron a organizarse con la finalidad de tener un papel más activo en la sociedad. Con la llegada de la II República consiguieron incorporase a la vida política pero seguían siendo discriminadas. En el caso de las anarquistas, algunas mujeres de la CNT decidieron crear su propia organización, Mujeres Libres que trató de crear un nuevo modelo de sociedad anarcofeminista en la cual la mujer podía actuar con plena libertad en cualquier ámbito. Pero como las mismas integrantes reconocían había un problema de concienciación (no sólo en la derecha conservadora sino también en los sectores de la izquierda socialista, comunista y anarquista) por la que las mujeres seguían sintiendo que su función primordial en la vida era la de madres y esposas. La educación y la formación profesional serán los medios que utilizarán para capacitar a las mujeres e intentar conseguir su emancipación.

Descargar Artículo [PDF]

Fuente: https://anarkobiblioteka3.wordpress.com/

Los anarquistas expropiadores

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Sé que llevo el paso cambiado, que la marcha que sigo no es la misma que sigue la mayoría, pero no puedo abandonar mi propio rumbo sin traicionarme. Dentro de este tipo de cosas, hay algo que siempre ha contado con mis simpatías, con lo que me identifico fácilmente y que de nuevo me sitúa al margen de la opinión común de la sociedad.

En la vida, en la literatura y en el cine, en cualquier historia, casi siempre me pongo del lado de los "malos". Hay una clase de individuos que suele gustarme: son los forajidos y marginados, los rebeldes y perdedores, los que no se someten y viven según sus propias reglas y no con las normas de los demás. De ahí proviene mi simpatía por los piratas y los ladrones de bancos. 

Ya sé que los piratas -salvo la honrosa excepción del capitán Misson- fueron unos bastardos sanguinarios a los que era mejor colgar del palo mayor; y que la mayor parte de los atracadores son criminales violentos y despiadados que merecen estar entre rejas. No obstante, también es preciso señalar que son un reflejo del orden establecido que impera en el mundo, que no es mucho mejor, cuando no es indudablemente más infame y execrable.

Entre estos malhechores hay una categoría aparte, una clase de personas sin igual, hechos de otra pasta, tallados en una madera diferente a la de la inmensa mayoría de los mortales. Han sido pocos, pues son ejemplares únicos y especiales, de los que cada generación proporciona tan sólo unos pocos frutos selectos. Estas personas son consideradas a menudo como criminales, pero en realidad no lo son, o mejor dicho, no pertenecen al tipo habitual de delincuentes. La mayoría de la sociedad los cataloga como tales y, en consecuencia, los condena utilizando el código penal. Me refiero a los anarquistas expropiadores.

Es cierto que el anarquismo persigue otra clase de mundo, una sociedad que se conduzca mediante unas ideas y costumbres muy diferentes e incluso antagónicas a las actuales, y que en su lucha se enfrenta con frecuencia al poder y la ideología dominantes. Pero no siempre lo hace usando los mismos métodos. No todos los anarquistas luchan con la violencia y el crimen. Por el contrario, una importante corriente anarquista es clara y decididamente pacifista a ultranza.

Pero hoy quiero hablar de los primeros, de aquellos anarquistas que emplearon métodos violentos y delictivos para conseguir sus fines: romper toda ley arbitraria e injusta, arremeter contra todo aquello que se halle en pugna con la libertad del ser humano, y con una plena conciencia del latrocinio y el abuso al que es sometida la mayoría de la gente por parte de los ricos y poderosos. Son bandidos en la medida en que delinquen.

Sin embargo, aunque los actos pueden ser los mismos que los empleados por otros criminales, sus motivaciones son muy distintas. Pongamos por ejemplo el hecho de robar un banco. Igual roba un atracador que un anarquista. Pero mientras al primero únicamente le mueve el mero afán de lucro, el segundo actúa por un ideal. Si el ladrón persigue su propio interés, los expropiadores ácratas buscan el bien común. Si unos quieren el dinero para gastarlo y derrocharlo inútilmente, los otros desean emplear el botín robado en luchar contra la injusticia y la opresión. Si unos jamás han aportado nada bueno a la sociedad, los otros expropian las ganancias deshonestamente obtenidas mediante el abuso y la explotación de los trabajadores.

A esta línea de actuación pertenecen los integrantes de la Banda Bonnot, o la Banda del Auto, como anunciaban los titulares de la prensa de la Belle Époque por ser los primeros ladrones de bancos de la historia en utilizar un coche como vehículo de fuga; del anarquista francés Alexandre M. Jacob -foto-, creador y cerebro de Los Trabajadores de la Noche, una banda que se dedicó a desvalijar a los ricos de media Europa con un innovador sistema conocido en los anales del crimen como "el robo científico" por la audacia y limpieza de sus métodos de guante blanco; sin olvidar a los nuestros, aquellos jóvenes españoles que formaron el grupo de acción anarquista Los Solidarios, el brazo armado que defendió el movimiento sindical español contra la patronal y el gobierno, y cuyas aventuras asaltando bancos en América dejan pálidas a las del Grupo Salvaje de Butch Cassidy y Sundace Kid, por citar tan sólo unos pocos casos.

Atracaron bancos a punta de pistola, desvalijaron iglesias y catedrales, asaltaron castillos y saquearon mansiones, robaron a banqueros, notarios, rentistas, aristócratas y también a simples guardas de seguridad cuando portaban caudales. Llevaron vidas de acción, siempre en el filo de la navaja, entrando y saliendo de la cárcel, perseguidos, acosados, en constante peligro, arriesgando su vida por unas ideas que anteponían a cualquier otra cosa. Testigos de este sacrificio fueron muchas veces sus familiares, que nos les abandonaron en la adversidad ni en la desgracia, y que pagaron las consecuencias de los actos de aquellos a quienes querían. Algún día debería contarse en profundidad la historia de esas familias, como la de Durruti o Jacob y tantos otros, que sufrieron la persecución y la pobreza por formar parte del entorno de aquellos que se atrevían a levantarse contra al poder.

Sé que quizás no sea la mejor forma de luchar, entre otras razones por el alto coste personal que supone, y que seguramente es un método de lucha abocado irremediablemente al fracaso. Sé que el uso de la violencia puede acarrear graves consecuencias. Sé que el fin no justifica los medios. Pero aun sabiendo todo esto, no puedo dejar de admirar a estas personas. Me asombran y admiran las cosas que hicieron, la convicción e integridad con la que vivieron, su arrojo y decisión a la hora de actuar, su entereza para sufrir y afrontar las adversidades, su generosidad sin límites, su idealismo a ultranza. Esta es la gente a la que admiro y cuya memoria jamás ha de olvidarse. Lucharon por un mundo mejor, más justo, más libre, humano y solidario, y lo hicieron a su manera, tal vez equivocada, pero sin duda sincera y abnegada. Estos son mis héroes.

Jcaro

Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Diciembre de 2016

Sobre los inicios de la acción anarquista y anarcosindicalista en Venezuela

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* Lo que sigue es un fragmento del recién publicado libro Contracorriente. Historia del Movimiento Anarquista en Venezuela (1811-1998), Madrid, LaMalatesta-El Libertario, 2016. Aquí el autor narra algunos datos de interés sobre los primeros esfuerzos por echar a andar el ideal ácrata en suelo venezolano en las dífíciles condiciones que imperaban en Venezuela hacia comienzos de la década de 1920, bajo la dictadura de Juan Vicente Gómez.

En Caracas germina la idea

La segunda corriente se encuentra radicada en la ciudad de Caracas, que es el ámbito de mayor militancia, donde el colorante lo da la influencia española. El vocero de sus ideas es el periódico El Obrero, dirigido por Luis Armando García, Rafael Villasana y Emilio Lovera; su gerente y dueño Cándido De Armas. Sale diariamente entre 1919 y 1920; Luis Amitesarove, Medardo Medina, Gustavo Parodi figuran como colaboradores nacionales, y José Jerique lo es desde Madrid. La ocupación del Ruhr en Alemania, el fascismo en Italia y los peligros de una guerra europea parecen constituir los temas internacionales de mayor preocupación. La Revolución de Octubre de 1917 es un acontecimiento que se sigue con simpatía. Pero las discusiones entre el sindicalismo revolucionario soreliano(155)  y las concepciones específicas del anarquismo los presentan en vías contradictorias.

De vital importancia fue el periódico El Obrero, en la organización de los primeros sindicatos de las líneas ferroviarias. Como secuela de la huelga en la Bolívar Railway Company y su impacto en la organización obrera de Venezuela. [Se refiere a la huelga del ferrocarril de Aroa, ocurida en 1918, considerada la primera huelga "moderna" en Venezuela, donde fue evidente la influencia y presencia anarcosindicalista.]

En la militancia propiamente sindical se encuentran otros luchadores anarquistas. En el gremio de profesionales de artes gráficas aparecen Juan C. Cignoni, Carlos Moreno, A.R. Risquez Blanco y Adolfo Montero; en la Asociación General del Trabajo están Ezequiel Marín y Rafael Oyarzabal; en los portuarios Francisco González Blanco y Ladislao Yañez; en los zapateros José Tostón, Pérez Padilla, Nicasio Páez y Carlos Graner.

Leonardo Rodríguez, historiador de la clase obrera durante la época de Gómez, escribió:

“Los anarquistas, sindicalistas revolucionarios, gremialistas y socialistas son los activistas de la Confederación del Trabajo de Venezuela (CTV). A través de sus charlas y artículos en El Obrero, las referidas corrientes ideológicas enfrentan a los socialistas desechando la lucha política y planteando la huelga general como medio revolucionario fundamental. Sin embargo la CTV después de 1922 entrará en un período de muerte por los efectos de la represión dictatorial hasta que en 1936 es revivida”.(156)

Celestino Mata hace referencia al zapatero José Tostón: “El zapatero José Tostón, cojo y socialista, fundaba el Gremio de Zapateros, dándose a la tarea de editar un periodiquito. Lanza su primera huelga contra la Casa Boccardo y la gana”.(157)

La Huelga contra la Casa Boccardo se llevó a cabo el 16 de Julio de 1919 con un rápido triunfo para los huelguistas encabezados por José Tostón. La Casa Boccardo fue la industria zapatera más importante en Venezuela. Sobre su importancia dentro de la sociedad venezolana, el historiador Gerardo Lucas escribirá:

“La firma J.Boccardo y Cia. para 1899 era la mayor y más vieja empresa en la industria del calzado en el país. Fue fundada en el año 1860 por el Sr. Geronimo Astengo, quien se separó en 1877, quedando el negocio bajo la razón social de A. Delfino S. y Cia. En 1860 (en la Guiara) tenía 40 operarios; hoy (1898) viven de sus talleres 4000 individuos que laboran diariamente de 6 a 700 pares de calzados y 100 docenas de alpargatas, todas hecho a mano. A la firma de Boccardo y Cia. pertenecieron los siguientes establecimientos: Caracas- ¨Fabrica de calzado, alpargatas y artículos de tabaquería¨; La Guaira- ¨Fabrica de calzados y alpargatas. Detal de Calzado y talabartería¨; Ciudad Bolivar-¨Mayor y detal de todos los artículos¨. En París tenían una casa de comisión, lo cual nos indica la importancia y expansión de dicha firma”.(158)

Sobre la influencia de los anarquistas dentro del gremio zapatero y de la futura casta de dirigentes sindicales, Rodolfo Quintero, comenta:

“Hubo grandes luchas entre los zapateros. Aquí las zapaterías más importantes, por la concentración de trabajadores, eran Benacerraf y Boccardo. Y allí hubo huelgas grandes y luchas verdaderamente clasistas. Se destacaron y formaron en esa época, dirigentes que murieron recientemente o han llegado hasta nuestros días. González Navarro (presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela) fue formado en Benacerraf. Yo lo conocí allí como zapatero raso. Augusto Malavé Villalba, el cojo Malavé (fundador del movimiento obrero del partido Acción Democrática), que murió, era zapatero remendón. Trabajaba en una banca, que llamaban, metiéndole clavos a los tacones; era un obrero raso. Toda esa gente, al coger camino de un partido político como Acción Democrática se transformó y llegaron a ser diputados y otras cosas. Gente que en esa época fueron iniciadores del movimiento de zapateros. Había también mucho español. Había por ejemplo, un personaje español llamado Antón, que fue famoso; español, anarco-sindicalista, que trabajó mucho con los zapateros y que prácticamente, fue el maestro de los primeros dirigentes aquí.” (159)

Fernando Key Sánchez, uno de los fundadores del Partido Comunista de Venezuela, en un texto, mencionará a José Tostón y otros anarquistas de la siguiente manera:

“La del movimiento obrero artesanal que, a pesar de la dictadura de Gómez, tenía cierto nivel de desarrollo y que tenía dirigentes importantes, principalmente españoles, venidos del anarco-sindicalismo español como José Tostón, Claudio Hernández, Ramos Abad y otros”(160).

Tiempo después Claudio Hernández y Ramos Abad se unirían al Partido Comunista de Venezuela, participando activamente en su consolidación y en la Primera Conferencia Nacional del Partido celebrada el 8 de agosto de 1937.

En una entrevista hecha por el periódico Compañero a un viejo dirigente sindical venezolano, también se aportan otros antecedentes de la influencia anarquista:

“En este país no había mano de obra calificada y ya en este siglo, cuando Juan Vicente Gómez se fue a Maracay y empezó hacer construcciones empezó a venirse una gran cantidad de obreros italianos y españoles, en una época que abunda en el anarquismo. Con esta gente que contrató Gómez se vino una gran cantidad de anarquistas, quienes sembraron aquí la idea de la lucha obrera… Yo recuerdo, ya para los años 27 y 28, época de las luchas estudiantiles, que todavía existían muchos anarcosindicalistas. Ellos, subestimaban el partido político y le daban fundamentalmente importancia al sindicato. Consideraban que el sindicato era la fuerza definitiva para la transformación de la sociedad y que la revolución tenía que fundamentarse en una huelga general que desquiciaría la actual sociedad y que necesariamente convertiría a la clase obrera en el elemento determinante de la dinámica social. Ellos predicaban esto e impulsaron organizaciones de las más antiguas, como la de zapateros, albañiles y algunos grupos gráficos que nacieron bajo el signo anarcosindicalista. Recuerdo que existía un compañero que se llamaba Antón, que era zapatero, que se reunía clandestinamente con quienes estábamos ligados al movimiento obrero. Con él aprendimos las primeras nociones de lo que era un sindicato y del cual era la finalidad del sindicato. Los anarcosindicalistas fueron los que enseñaron a los intelectuales las primeras cosas referentes a los sindicatos.”(161)

En otro texto el antropólogo Rodolfo Quintero escribirá sobre Antón:

“Existía un viejo luchador europeo que llamábamos Antón, lo conocíamos como Antón; recuerdo perfectamente que ese era el dueño absoluto, llamésmolo así, el líder máximo, del sindicato de zapateros e influía desde el punto de vista del anarquismo a este grupo.”(162)

Sobre la presencia anarquista en el gremio de zapateros, la historiadora Silvia Mijares escribió:

“Por otra parte llegan al país, como emigrantes de Europa, cierto número de artesanos anarco-sindicalistas que influyeron en la formación de algunos gremios
como el de albañiles, zapateros, etc.”(163)

Notas:

155 Soreliano es una forma de encajar en una denominación a los simpatizantes del escritor francés George Sorel (1847-1922) partidario del Sindicalismo Revolucionario y cercano en algunos posicionamientos al anarquismo, su obra fue difundida y comentado en círculos anarquistas franceses, sobre todo en el cenáculo de Romainville de donde saldrá la trágica Banda Bonnot...

156 RODRÍGUEZ, Leonardo (1988). La clase obrera en el tiempo de Gómez 1908-1935. Publicaciones El Pueblo.

157 MATA, Celestino (1985). Historia Sindical de Venezuela. Editores Urbina y Fuente asociados. Caracas, Venezuela.

158 LUCA, Gerardo (1998). La Industrialización Pionera en Venezuela (1820-1936). Universidad Católica Andrés Bello. p.110.

159 LARES, Fermín. El movimiento sindical y la lucha política en Venezuela 1936-59. Monte Ávila e Instituto Nacional de Altos Estudios Sindicales, INAESINO.

160 V.V.A.A (1984). Pío Tamayo. Un combate por la vida. Ediciones UCV.

161 Compañero. Nº 2, mayo 1976.

162 FARIAS, Eduardo (1990). 1928. Responden los protagonistas. Fondo Editorial Tropykos. Caracas, Venezuela.

163 MIJARES, Silvia (1980). Organizaciones Políticas de 1936, su importancia en la socialización política del venezolano. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, Venezuela.

Rodolfo Montes de Oca

Fuente: http://periodicoellibertario.blogspot.com.es/2016/12/sobre-los-inicios-de-la-accion.html


[Libro] Educación burguesa y educación libertaria - Jean Grave

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Traducción de J. Ruipérez.

Trabajo leído por el compañero Juan Grave en la sesión inaugural de los cursos de edducación libertaria, el 12 de febrero de 1900 en el Hotel de la Sociedades Sabias.

.../...

En diferentes circunstancias, muchos de nosotros habíamos tenido ocasión de oír las lamentaciones de padre de familia que deseaban, para sus hijos, una instrucción sana y lógica, quejándose de no poder encontrar esto en la sociedad actual.

Todos sabéis lo que es, lo que ha sido la educación, y no somos nosotros los únicos en reconocerlo, pues numerosos burgueses de los más consumados empeizan a su vez a comprender los inconvenientes de la ensañanza de hoy.

.../...

Descargar Libro [PDF]

Fuente: http://archivomagon.net/

Anarquismo negro - Federación Anarquista Rosa Negra

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En el extenso terreno de la historia anarquista, pocos acontecimientos son tan grandes como la Guerra Civil Española (1936-1939). Numerosos libros, películas, canciones, folletos y camisetas están dedicados a esta lucha transformadora por la revolución social de los obreros y campesinos españoles. Pero en el numeroso material disponible, poco se puede encontrar sobre los militantes negros en la revolución española, como el que aparece en la poderosa foto en la portada de este texto – un miembro de los cuarteles Bakunin en Barcelona – símbolo de la profunda presencia y ausencia del anarquismo negro internacionalmente.

Durante más de 150 años, los anarquistas negros han desempeñado un papel fundamental en la formación de diversas luchas en todo el mundo, incluyendo huelgas de masas, movimientos de liberación nacional, solidaridad con los prisioneros, liberación queer, formación de organizaciones autónomas de liberación negra y más.

Nuestro momento político actual se caracteriza por un resurgimiento global de la rebelión de los negros en respuesta a la violencia racial del Estado, la criminalización y la desposesión. Las comunidades negras en lugares como Gran Bretaña, Sudáfrica, Brasil, Haití, Colombia y Estados Unidos han iniciado movimientos sociales populares para resistir las condiciones de la muerte social y forjar caminos hacia la liberación en sus propios términos. Dado el espíritu antiautoritario de estas luchas, es hora de examinar más de cerca el anarquismo y el anarquismo negro en particular.

La ausencia engañosa de la política anarquista negra en la literatura existente puede atribuirse a una contradicción inherente encontrada dentro del canon eurocéntrico del anarquismo clásico que, en su fidelidad a una concepción occidental del universalismo, pasa por alto y muda activamente las contribuciones de los pueblos colonizados. En los últimos años, los militantes negros, y otros dedicados a la política anarquista negra, han avanzado mucho para enfocar el anarquismo negro a través de numerosos ensayos, libros, entrevistas y charlas públicas, muchas de las cuales se reúnen por primera vez en este texto.

Nuestra esperanza es que este texto sirva como una contribución fructífera a diálogos, debates y luchas que nacen a través de la diáspora negra sobre cómo avanzar hacia nuestra liberación a nivel mundial. “Anarquismo”, señaló Hannibal Abdul Shakur, “como cualquier otra cosa encuentra un nuevo significado radical cuando se enfrenta a la negrura”. Mientras que este texto nos acerca a “un nuevo significado radical” para el anarquismo, hay brechas flagrantes que deben ser rellenadas para obtener una imagen más completa del anarquismo negro, en particular las contribuciones vitales de las mujeres negras, los militantes queer, y más personas del Sur Global.

En lucha,
Federación Anarquista Rosa Negra

Libro (PDF) muy interesante sobre el anarquismo negro (en inglés)

Texto traducido por Free Collective

Fuente: https://freecollective.wordpress.com/

[Libro] Orígenes e historia del movimiento obrero en México

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Una de las razones que nos impulsa a publicar esta obra es llenar lagunas y rectificar inexactitudes que se establecieron en la obra titulada Pugnas de la Gleba (1922), que falseó los anales proletarios, desahogándose contra quienes propusimos la expulsión de sus autores de la primitiva Confederación General de Trabajadores (agrupación que surgió de 1912 a 1931 los principios apolíticos de la Casa del Obrero Mundial). Se expulso a Rosendo Salazar y a J. Guadalupe Escobedo por estar en convivencia secreta con los llamados comunistas y aceptar una subvención del entonces ministro de hacienda para prepararle su candidatura a la presidencia de la república. Esta ayuda y apoyo para levantarse en armas contra su paisano, por la imposición del “jefe máximo” al grito “¡Arriba Sonora!”, se los prestaron en 1923 los supuestos partidos de Cooperativista y mayoritario y no la CGT, como se pretende hacer creer. 

Estamos de acuerdo con M. Bisback que dice: “Para afirmar la labor y saber lo que se ha hecho y se está haciendo, aplicando una saludable autocrítica, es necesario conocer la obra de los póstumos”. Pero nosotros no contamos con órdenes oficiales para que se haga el trabajo en la Cámara de diputados y después vender la edición de modo que sólo puedan adquirirla quienes les sobra el dinero. Por otra parte, tendríamos que repetir fotografías, periódicos y demás documentos históricos que le prestamos al autor de la obra mencionada y no supo devolvérnoslo ni citar su procedencia. Este material se utilizó, en síntesis, para exaltar las personalidades políticas y propagar, sin resultado, un nuevo misticismo (al polaco Drefes lo conocimos desde 1912 y nunca supimos que fuera socialista): La cuestión social, como dice Kropotkine, es una cuestión de pan y no precisamente “naturista”. El falansterio desapareció con su autor, al enarbolar el pendón del socialismo integral.../...

Descargar Libro [PDF]

Fuente: http://www.kclibertaria.comyr.com/

Anarquismo, liberalismo y libertad

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El anarquismo y el liberalismo poseen semejanzas históricas, aunque finalmente adopten caminos divergentes; si bien uno se acabó mostrando dual y ambivalente en su defensa de la soberanía individual y de la participación en la riqueza material, el otro tratará de aportar una visión compleja de la libertad para asegurar la emancipación social.

Según el contexto cultural, Inglaterra o la Europa continental, el liberalismo adoptó diversas vertientes. Así, en Francia surge como oposición al feudalismo y al Antiguo Régimen y, debido a la reaccionaria Iglesia Católica y su fuerza política, el liberalismo va indisociablemente unido al librepensamiento y el anticlericalismo. En este sentido, en el liberalismo inglés no existe dicho aspecto radical y puede hablarse de un simple "inconformismo religioso". No obstante, a nivel político hay que decir que el liberalismo francés sí toma como modelo al ingles y Montesquieu se inspira en él para su obra El espíritu de las leyes: la Constitución inglesa, para este autor, garantizaría la libertad individual gracias a la separación de poderes. Montesquieu describe una forma de gobierno constitucional regulada por la ley, que protege de cualquier tipo de despotismo y tiranía. Aunque hay precedentes en el pensamiento francés al gran proyecto de la Ilustración, serán los filósofos del siglo XVIII los que tengan ya una confianza extrema en la razón humana y en el progreso. No obstante, como también opinaría posteriormente Proudhon, algunos autores ya advirtieron que esta doctrina de la perfección, que considera que es posible la erradicación de todos los males sociales, debe evitar un modelo definitivo para abrirse a la constante superación y evitar el estancamiento.

Casi contemporáneo a los grandes autores de la Ilustración es el inglés Godwin, el cual abundaría en la idea de la autoperfectibilidad del ser humano, gracias a la razón, y en una cierta ley del progreso. Como crítica a estos autores, por mucho que podamos simpatizar con el progreso, o tal vez debido a ello, está esa idea más o menos explícita de unas leyes en la historia que suponen una necesidad. No obstante, ya hubo autores franceses de la época que no compartían esa fe extrema en el progreso, es el caso de Voltaire, el cual la llegaría a ridiculizar en su Cándido. La Revolución francesa pondrá a prueba estas leyes inevitables del progreso, y cierta tradición liberal considera que prácticamente se autorrefutaron en el proceso. El liberalismo inglés se preservó de ello, al considerar la visión de Rousseau y su "voluntad general" como un peligro totalitario, refugiándose en el conservadurismo. Benjamin Constant, feroz adversario del pensamiento rousseauniano, distinguió dos concepciones de la libertad que llegan hasta nuestros días. En la modernidad, ha triunfado la libertad negativa propia del liberalismo, que sería una esfera protegida por la ley de no interferencia en los asuntos del individuo. La libertad positiva, que para Constant resucita Rousseau, sería el derecho a tener voz en el proceso colectivo de toma de decisiones. La ruptura entre ambas concepciones, o superación, la puede aportar el anarquismo: si bien puede considerarse su base teórica la libertad negativa de protección del individuo, nunca se hace en nombre del Estado al considerarlo una forma de dominación y explotación; por otra parte, puede decirse que las ideas libertarias tienen una concepción positiva de la libertad al considerarla una conquista social en base a la cooperación y la solidaridad. Son conocidas las críticas a Rousseau por  parte del anarquismo, a su visión política y también a su concepción del ser humano, por considerarlas abstractas y acabar justificando finalmente el Estado y la democracia representativa. 

El liberalismo es, pues, la doctrina política y económica triunfante en la modernidad. A pesar de que posteriormente la evolución del capitalismo lo sitúan por otros derroteros, existen algunas coincidencias entre el liberalismo y el anarquismo. La importancia de la educación, la capacidad de progreso del ser humano, el disenso frente a lo establecido, incluso la crítica al poder, son algunos de los rasgos coincidentes. Los anarquistas, por lo general, harán un mayor hincapié en el aspecto social del individuo; sus preocupaciones principales estribarán en lo necesaria que es la sociedad para que todas las personas alcancen su pleno desarrollo y para que la individualidad adquiera conciencia de su participación en lo colectivo. Por el contrario, el liberalismo apostaba por un pacto o contrato entre los individuos, según el cual se asumía la pérdida de ciertos derechos y se establecían algunas obligaciones mínimas para que el sistema asegurara la meta personal. Ese contrato social desemboca en el Estado moderno, burgués y democrático, caracterizado por esos mecanismos limitadores y equilibradores de Montesquieu y su separación de poderes. Muchos anarquistas, como es el caso de Anselmo Lorenzo, mencionarán positivamente a ideólogos liberales, si bien advirtiendo sobre esa defensa última que realizan del Estado. La clase burguesa del siglo XIX, emergente, demandaba ese Estado liberal, estable y supuestamente neutral, con leyes objetivas para asegurar el derecho de propiedad como garantía de autonomía y libertad.

Los liberales reprocharán al anarquismo que ignore el contrapeso, necesario para ellos, entre la ley y la autoridad para asegurar la libertad. Los anarquistas, por su parte, no se enredarán en disquisiciones teóricas y señalarán que la sociedad capitalista supone una negación de las libertad individuales para gran parte de la población. El derecho solo adquiere un significado real si se desprende de su condición jurídica y permite a cada ser humano participar de la riqueza social. Volvemos así la concepción de la libertad positiva, mencionada anteriormente, aunque de una manera amplia y emancipadora. Los anarquistas darán un concepción positiva también al derecho, frente a la negativa de la concepción liberal, ya que adquiere su verdadera dimensión en una vida social que garantice al individuo su libre desarrollo y cooperación con los demás. Por otra parte, la dualidad de los liberales les llevará a apoyar con firmeza el sufragio universal, aunque se negarán a una mayor profundización democrática, como querían los anarquistas, ya que eso podía acabar con los privilegios de la clase propietaria. Puede hablarse ya de cierta ambivalencia en el liberalismo: progresista frente a todo residuo del Antiguo Régimen, uniéndose incluso a los desfavorecidos circunstancialmente, pero conservador cuando las clases humildes realizan reivindicaciones ante un nuevo sistema de explotación y desigualdad. Con el paso del tiempo, se irá consolidando un sistema liberal y una democracia representativa, propio de lo que se llamarán "países avanzados". La realidad es que la minoría privilegiada que detenta el poder traiciona los principios liberales al controlar la economía, los medios de información y la cultura en general, lo que impide esa profundización en la democracia y un mayor desarrollo en libertad e igualdad social. El anarquismo puede considerarse la síntesis, y superación de esa bifurcación producida a partir de la Ilustración y de la Revolución francesa, de las dos grandes corrientes de la modernidad: liberalismo y socialismo.

Capi Vidal

http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com.es/

El anarquismo en El Salvador: Un balance historiográfico

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El siguiente trabajo aborda la producción académica elaborada sobre el pensamiento ácrata en El Salvador durante las primeras tres décadas del siglo XX. En el país sin duda existieron organizaciones de inspiración anarquista como es el caso de la Federal Regional de Trabajadores, fundada el 21 de septiembre de 1924 donde se puede apreciar según las fuentes existentes del periodo un rico debate entre las facciones anarcosindicalistas, marxistas, reformistas, unionistas y anarquistas, estos últimos encontraran su lugar de expresión en el Centro Sindical Libertario fundado en 1930. El objetivo es explorar las líneas temáticas, y algunos vacíos y aportes que han desarrollado las investigaciones encontradas, con el propósito de darle continuidad a la reflexión de las ideas ácratas en nuestro país.

Debido a que esta temática no ha sido un objeto de estudio de la historia en el país, se plantea una síntesis de las principales líneas de análisis que se han elaborado para Guatemala y Costa Rica, que incluyen de forma directa o indirecta el transcurso de las ideas anarquistas en el ámbito local.

A guisa de justificación por esta carencia, este inédito acercamiento plantea buscar abrir la perspectiva de análisis que giran alrededor del tema del anarquismo tomando en cuenta los estudios modernos desarrollados desde diversos ámbitos como: la filosofía política, redes intelectuales y políticas, anarco-marxismo, construcción de naciones, filología, redes transnacionales, historia, etc. Asimismo, se incluyen trabajos de otros países latinoamericanos, que permiten tener una perspectiva más amplia sobre las dimensiones de análisis que cruzan los muy variados estudios donde se menciona el anarquismo.

La mayoría de estudiosos del tema del anarquismo en la región (como movimiento político y social), dan por hecho de que es en Europa donde este tiene su primera formulación sistemática a mediados del siglo XIX. Antes de este momento, se han identificado algunas ideas-fuerzas que nutrieron la forma y contenido del anarquismo, pero que no pueden ser caracterizadas como tales. Este contexto anterior, ha sido conceptualizado por el filósofo argentino Ángel Cappelletti como prehistoria del anarquismo, en donde convergen algunas ideas y personajes radicales que asumieron una postura crítica contra la vertiente institucional de la cultura greco romana[1].

El hito clave en la historia, que expresa una crítica radical a los sistemas institucionales y religiosos de algunas partes de Europa se sitúa entre los siglos XVII y XVIII. Estos movimientos han sido analizados sistemáticamente por historiadores británicos  y latinoamericanos como Eric Hobsbawn, George Woodcock y Ángel Capelleti, de quienes se desprende conceptualizar estas revueltas como herejías gnósticas o milenarismo. Este concepto puntualiza el contenido de estas manifestaciones de descontento popular que buscaban arrebatar espacios a  la autoridad y reducir la riqueza del clero y los gobernantes y volver a un estado de convivencia social más “armonioso”[2].

Siguiendo el planteamiento de Cappelletti, es hasta mediados del siglo XIX donde se puede identificar un corpus doctrinario, con una base social y una construcción organizativa de un conjunto de sectores sociales que se auto identifican con las ideas anarquistas, que Piot Kropotkin define como:

“un principio o una teoría de la vida y de la conducta según las cuales la sociedad es concebida sin gobierno (del griego An y Arche: sin autoridad), la armonía en una sociedad así se logra no por la sumisión a la ley o por la obediencia a cualquier     autoridad, sino por los libres acuerdos concluidos entre los numerosos y variados      grupos, en base territorial o profesional, constituidos libremente para las  necesidades de la producción y el consumo; tanto como para satisfacer la infinita variedad de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado”[3].

A partir de esta época, se puede rastrear un proceso de circulación de ideas, símbolos y prácticas, que transitan a través de diferentes continentes, por medio de personas que migran, con el fin de propagar el ideal anarquista en diferentes sectores populares e intelectuales.

Para América Central se ha documentado la presencia de militantes anarquistas franceses, españoles e italianos en países como El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Panamá.[4] En el caso colectivo, las principales referencias están en los obreros anarquistas españoles que trabajaron en la construcción del canal de Panamá entre 1904 y 1914 y desarrollaron una importante red de militancia laboral y pedagógica en ese país,[5] para el caso de Costa Rica durante los albores del siglo XX se dio una importante migración de obreros de la zona de la Mantua en Italia, donde predominaba el anarcosindicalismo, conocidos como “tutiles” y que pronto difundieron sus ideales entre los círculos obreros[6].

Para el caso de El Salvador, se ha identificado que no será ajeno a estas oleadas y tal como lo sugiere Capelletti con respecto a que es en nuestro país donde parece haber muerto Anselme Bellagarige, un anarquista involucrado en la Revolución Francesa, que en 1850 publicaba en París L´Anarchie-journal de l´Ordr.[7] Siguiendo las huellas trazadas por el clásico historiador y militante del anarquismo mundial Max Nettlau en su escrito “La anarquía a través de los tiempos” que representa un testimonio de primera fila, del legado del pensamiento y la acción libertaria desde sus orígenes y a lo largo y ancho del tiempo y el espacio. Desde sus más antiguas manifestaciones, pasando por William Godwin; los iluminados; el anarquismo individualista en los Estados Unidos, en Inglaterra y otras partes; Proudhon y la idea proudhoniana en diversos países; la idea anarquista en Alemania, desde Max Stirner a Eugen Dühring y a Gustav Landauer; Los orígenes anarquistas en España, Italia, Rusia; Las ideas libertarias en la Internacional; la comuna de Paris y el comunalismo; el anarquismo francés desde 1895 a 1914, entre otros[8].

Nettlau en 1906 constató la existencia de un vástago de Bellagarige en el Pimental, Departamento de La Libertad. Pero no es posible afirmar si durante su estancia en tierras centroamericanas, escribió algo o difundió alguna manera sus ideas anarquistas. Éste emigró a Honduras y luego a San Salvador después de haber trabajado como maestro en el primero.[9]  En el artículo titulado “El primer pensador anarquista en El Salvador (1904)” estas ideas anarquistas se divulgan, según Ricardo Argueta, dependiendo del momento histórico. A finales del siglo XIX pudo ser a través de periódicos o revistas que tenían un público muy inapreciable; pero también se podía divulgar cuando un sujeto viajaba a otro país y ahí conocía nuevos enfoques teóricos sobre determinadas problemáticas, por ejemplo si un joven salvadoreño iba a estudiar a Europa, allá se empapaba de las teorías sociales, filosóficas, económicas en boga. Al volver a El Salvador divulgaba entre sus connacionales las nuevas ideas. Otra forma de divulgación era través de la adquisición de bibliografía por parte de las instituciones universitarias, la cual era consultada por los estudiantes en su proceso de formación[10].

Fue de una u otra forma como Enrique Córdova el “primer anarquista de El Salvador” se enteró de las teorías de Piot Kropotkin, León Tolstoi, Pablo Leroy, etc.,[11] y compartió algunos de sus postulados y decidió elaborar una propuesta con la perspectiva teórica del anarquismo (1904) para graduarse de abogado en la Universidad de El Salvador[12]. La tesis de Argueta radica en el hecho de que existieron al inicio de siglo XX, autores que aprobaron o desaprobaron, cómo categoría de investigación los postulados anarquistas para el análisis de la realidad salvadoreña.

De este trabajo se desprenden conceptos operativos básicos y esenciales, por lo cual merece especial atención; ya que aporta un apartado teórico-metodológico especializado para los tipos de corrientes dentro del anarquismo y los ricos debates suscitados entre el liberalismo y el anarquismo, tema en especial fundamental en la busqueda de los senderos trazados por el anarquismo en El Salvador.

En este periodo de conformación de identidades, según Víctor Hugo Acuña Ortega las clases populares que surgen simultáneamente en El Salvador y el resto de Centroamérica (en menor medida Nicaragua y Honduras)  oscilan entre sociedades artesanales y gremiales impulsadas por artesanos propietarios de talleres y bajo el auspicio y vigilancia de los gobiernos liberales, la metodología del autor consiste en sistematizar y analizar el papel de los sectores sub alternos en el proceso de creación de identidades nacionales a partir de los escritos académicos de la región, partiendo de la transición clásica del mutualismo a los sindicatos tan multireproducida y citada que a jerarquizado las líneas investigativas en los investigaciones encontradas por el autor[13].

El movimiento obrero fue uno de los sectores privilegiados por los anarquistas para desarrollar sus ideas políticas. La corriente predominante a principios del siglo XX en la mayoría de los países de Latinoamérica y Europa fue el anarcosindicalismo. Este unía las ideas del sindicalismo revolucionario desarrollado en Francia con la estructura federalista propuesta por Proudhon en el siglo XIX.  El objetivo de esta corriente era establecer el sindicato como núcleo de base de las reivindicaciones materiales del proletariado y servir como escuela de formación para  que la clase trabajadora tomara la rienda de los medios de producción una vez desarrollada la revolución social[14].

El desarrollo de esta corriente se dio a través de procesos de disputa con otras formas ideológicas como el liberalismo, el reformismo y el marxismo. Para el caso de América Central, esto ha sido poco estudiado, principalmente por la escasez de fuentes, la rigidez teórico-metodológica y el ocultamiento explícito de algunos historiadores de la presencia anarquista en la región.

El historiador guatemalteco Arturo Taracena es el que más ha contribuido con pistas para seguir el itinerario del anarquismo en el movimiento obrero en la región. Traduce el manuscrito del historiador anarquista austriaco Max Nettlau, sobre la presencia anarquista en Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Este texto es básico para cualquier investigación para ubicar a las organizaciones y sus publicaciones entre 1906 y 1932. Las fuentes están constituidas por periódicos, correspondencia y fuentes orales. Sobre estas resaltan las referencias en publicaciones como: ¡Tierra y Libertad!La Revista BlancaContinental Obrera y La Protesta[15]. Sobre el balance que hace Nettlau, menciona que es El Salvador y Costa Rica donde se ubican las primeras publicaciones anarquistas con la revistas Ritos (1908) y Renovación (1911)[16]; y que para la década de 1920 ya existen organizaciones con influencia anarcosindicalista en Guatemala y El Salvador.

Para la década de 1920, coinciden de forma más explícita diferentes corrientes ideológicas dentro del movimiento obrero centroamericano, a través de la experiencia de la Confederación Obrera de Centroamérica (COCA)[17].  Siguiendo a Taracena, la presencia anarquista más importante dentro de la COCA, se dio a través de la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador (FRTS), mejor conocida como “La Federal” que se alejaba- según él- de la influencia reformista, mutualista y liberal de las demás federaciones, insistiendo en no participar en las elecciones y mantenerse al margen de la colaboración con el Estado[18].

Para el caso de Guatemala, la presencia anarquista se agrupó en el “Comité Pro Acción Sindical”, fundado en 1928. En El Salvador, los anarquistas se reagrupan en el “Centro Sindical Libertario” en 1930, luego de salir de la Federación Regional de Trabajadores. En el mismo periodo en estos dos países se fundaron sus respectivos partidos comunistas[19]. En Panamá, se fundó el Sindicato General de Trabajadores en 1924, con la influencia de los anarquistas españoles José María y Martín Blázquez de Pedro que llegaron al país y dieron continuidad a la militancia que sus camaradas habían desarrollado anteriormente durante la construcción del canal entre 1904 y 1914.

Los señalamientos de Taracena y la lectura de la actividad anarquista en la región, permite elaborar la hipótesis de que estas ideas tenían mayor tradición histórica en Costa Rica que en los demás países, a excepción de Panamá que ya tenía una actividad ligada a los obreros españoles en el Canal. Esto se comprueba por la labor conjunta desarrollada entre el Centro de Estudios Sociales Germinal, la Confederación General de Trabajadores (CGT) y la revista Renovación.

En estos tres espacios coincidían obreros, artesanos e intelectuales en donde se discutían abiertamente las ideas anarquistas. Este proceso tuvo su mayor apogeo entre 1909 y 1923, año en que la CGT se disolvió para formar el Partido Reformista. Los sectores que no concordaron con esta situación formaron la Federación Obrera Costarricense (FOCR) que, según el historiador antes citado, es el espacio que mantuvo las ideas anarquistas hasta la formación en 1928 del “Comité Pro Acción Sindical” adherido a la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), de carácter anarquista a la que también estaba unida la F.R.T.S desde 1924.

El trabajo de Taracena titulado “Presencia anarquista en Guatemala entre 1920 y 1932” aborda líneas temáticas que son la base angular de los actuales investigadores del anarquismo en la región, constituyendo un material de referencia casi que obligado, porque  permite sentar las bases para la construcción de la historia del anarquismo local a través del ejercicio comparativo de las coyunturas entre ambos países, entre estas tenemos : historia política de los siglos XIX y XX en las temáticas de región, Estado-nación, ciudadanía, memoria e historia,  relaciones interétnicas y movimientos sociales. Siendo esta ultima rama de donde se desprende la justificación del tema ya que existe un vacío histórico de Guatemala entre 1885 y 1944 y este marca su afán de investigar las corrientes socializantes, en este caso aplicado en concreto al anarquismo, durante la dictadura de Manuel Estrada Cabrera (1898-1920)[20].

El objetivo del artículo es tratar de precisar e incorporar nuevos elementos para el estudio de ideologías socializantes entre 1920 y 1932, para lo cual basó sus preguntas de investigación e hipótesis, en que Guatemala, indudablemente como en otros países latinoamericanos donde existieron grupos o asociaciones de inspiración anarquista desde finales del siglo XIX, contó con similares actividades en el seno de los movimientos sociales de la época, máxime su posición de cercanía con México donde estas proliferaron[21].

El trabajo está estructurado basándose en el marco judicial a partir de la ley de extradición de actividades anarquistas firmada por 16 países en 1902 (El Salvador se suscribió al tratado)[22]. A partir de esa fecha el trabajo se irá articulando en las cartas, congresos y directrices que giran en torno los programas emprendidos por el movimiento obrero internacional. De esta forma se crea un espacio para la mayor comprensión del rol que jugaron los obreros centroamericanos en las diferentes luchas que se dieron por la supremacía de la dirección ideológica de los trabajadores a nivel local, regional y mundial.

Sin duda uno de los aportes más importantes para nuestra investigación es el papel organizativo del argentino Julio Díaz, que da cuenta de la importancia de la FORA (Federal Obrera Regional Argentina) en el movimiento anarquista mundial, específicamente en su vinculación a la Asociación Internacional del Trabajo con sede en Moscú que mantenía una política de rechazo ante la III Internacional, está a la vez proponía un distanciamiento con la Industrials Worker of the World (colectivismo norteamericano) y sus planes organizativos en Centroamérica[23]. De aquí se desprende la mayoría de contactos que el anarquista argentino hizo en tierras centroamericanas, siendo oportuno una carta fechada en México con fecha 12 de agosto de 1925, en la cual comunicó al secretario de la AIT, Diego Abad de Santillán, acerca de los obreros interesados con en estos contactos en El Salvador a través de la figura de Virgilio Alvarado Chacón (hondureño, delegado plenipoteciario de la F.R.T.S en San Salvador)[24].

Las fuentes utilizadas por el autor son poco heterogéneas y muchas veces privilegiadas. Entre ellas hay fuentes secundarias, correspondencia de La Internationale Presse-Korrespondenz, periódicos, informes oficiales de los congresos de la AIT, cartas de correspondencia personal entre los anarquistas latinoamericanos y Diego abad de Santillán, artículos de revista y publicaciones de la época.

Entre las limitaciones que el autor encontró podemos señalar la ausencia de toda forma de expresión pública de ideologías socializantes durante los periodos de 1989 a 1932, ya que esto dificulta la precisión de los antecedentes del anarquismo guatemalteco.

Para el caso de El Salvador el tema de los trabajadores es tocado tangencialmente desde las décadas de 1960 y 1970 por los intelectuales marxistas, los cuales no tuvieron una especialización histórica ni mucho menos repararon en el tema de las fuentes primarias. Entre estos tenemos la tesis de Arístides Larín “Los sindicatos en El Salvador”, una breve descripción de la clásica transición del mutualismo al sindicalismo antes señalada. Es de valorar el acceso que tuvo este autor a dirigentes de la época de los cuales recoge testimonios además de ofrecer una muy buena cronología de los congresos obreros de la Federal desde 1924[25].

Por otra parte de Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño de Rafael Menjivar Larín, nos ofrece un material rico en conceptos dialecticos donde por primera vez se habla del “carácter utópico” (designación de carácter peyorativo por parte de los marxistas) de las posturas anarquistas en la Unión de Obreros Socialistas (UOS) y la Confederación de Obreros de El Salvador (COES) en miras de los congresos obreros de 1911 y 1918 respectivamente[26].

De capital importancia resulta el trabajo de Roque Dalton Miguel Mármol: Los sucesos de 1932, ya que nos ofrece como fuente las memorias del militante comunista, este nos permite tener un panorama amplio de la sociedad salvadoreña de las primeras tres décadas del siglo del siglo XX[27]. Según López Bernal, lejos de presentar a las masas populares como fácilmente dominadas y manipulables, Dalton (y Mármol) llevan el problema a otro extremo; tratan de darle a las masas una tradición política militante y revolucionaria que va más allá de lo que evidencian la realidad histórico salvadoreña. Sin embargo, esta obra tiene un gran valor histórico, pues registra el proceso de organización, politización y radicalización de los obreros y campesinos en la segunda y tercera década del siglo XX[28].

 Este testimonio ha sido de referencia obligatoria en los estudios modernos de anarquismo por parte de todos los académicos centroamericanos, ya que muchas veces la ambigüedad, los silencios y omisiones de Mármol nos muestran la transición ideológica del anarcosindicalismo hacia el marxismo por parte de este en el proceso organizativo dentro de la F.R.T.S[29].

El único trabajo especializado en historia de la época que se diferencia de los demás nos lo ofrece Everett Alan Wilson en The crisis of national integration in El Salvador, 1919-1935, en este existe un nuevo replanteamiento del tema en el cual se estudia los movimientos de artesanos y obreros como proceso de movilización de las clases medias y no como antecedente inmediato a la coyuntura política de la época tal cual lo plantean los demás autores marxistas, la rigurosidad en la sistematización de fuentes asumiendo enfoques y teorías novedosas constituye su principal aportación al tema[30].

Las décadas de 1980 y 1990 van a marcar un resurgimiento de los estudios históricos sobre el país tanto de investigadores nacionales e internacionales, estos han abordado la temática de los trabajadores y anarquistas de manera más holística con nuevas fuentes y nuevas cajas de herramientas entre las que tenemos: movilizaciones, vida cotidiana, sociabilidad y los imaginarios de estos grupos, ganando estos mismos nuevas dimensiones y espacios. Aunque los temas no se han configurado como trama principal, han ocupado espacios en capítulos y temas secundarios.

Se tiene entre estas producciones el trabajo de Patricia Alvarenga Cultura y ética de la violencia en El Salvador, 1880-1932, en el cual a través del estudio de las dinámicas del Estado y los grupos sub alternos explica el papel de la violencia en la construcción de los códigos morales que rigen la ética del poder, una ética que surgió en el país a partir de la revolución liberal del 1885 y que moldeó la renovación de las relaciones de poder lo mismo que las relaciones que organizaron la propiedad y las relaciones laborales, en donde se generaron los marcos axiológicos para la nueva sociedad cafetalera que siempre se enfrentó a la resistencia campesina en un conflicto sin solución. Las fuentes presentadas en este trabajo han representado una guía de análisis y comparación, en cuanto que aporta una diferenciación clara entre marxistas y anarquistas en la F.R.T.S[31].

¿Qué diferencias existían entre el liberalismo y anarquismo en El Salvador? En este punto, es de capital importancia poner los ojos en este período, específicamente en la obra Tradiciones Inventadas y Discursos Nacionalistas: El Imaginario Nacional De La Época Liberal En El Salvador, 1876-1932, en ella López Bernal aborda el tema de identidades nacionales desde las perspectiva moderna de contruccion de naciones planteado en 1990 por el pionero Steven Palmer de cuya tesis se desprende la relacion entre el liberalismo y el nacionalismo como base popular al proyecto hegemonico y agregados culturales propuesto por los ideologos liberales y marxistas en su interpretación de proceso civilizatorio[32].

Además de su propuesta teoríca y su rigurosidad y reintrepretación de las escasas fuentes, el autor propone que es con la década de 1920 que las luchas y radicalización en las relaciones urbano-rurales de los trabajadores evidencian el deteriorado estado de desigualdad económica y social que arrastró el cultivo del café y las élites intransigentes lo que conllevó a una polarización política[33]. De aquí se desprende que existió una élite intelectual liberal con una idea de progreso a la cual se opuso y jugó un papel antagónico la super crítica de la “nueva intelectualidad” obrera y artesana.

En las producciones de actualidad, valiendonos de la interdisciplinaridad que impera en los estudios históricos en boga y para poder dimensionar este visión de nueva intelectualidad es necesario detenernos a meditar en la obra de Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giraldez: Redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginario nacionales 1820-1920, este esfuerzo está dirigido a recuperar las corrientes sub alternas que influyeron notablemente en la formación del espiritualismo nacionalista y en el socialismo espiritual, en donde este sector social es re elaborado a partir de la visión de los cambios operantes entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX a partir de la ilustración.

Este punto de partida se puede identificar especificamente en Europa a partir a partir del affaire Dreyfus y el “yo acuso”  o manifiesto de Emile Zola de donde parte una nueva visión de los mismos ante la sociedad. Los intelectuales europeos y latinoamericanos compartieron una serie de afinidades y rasgos comunes que las autoras operativizan, ejemplo de ello representan las redes tejidas y discursos en sus espacios de influencia donde pretendian llegar a la “humanidad” a través de manifiestos internacionalistas, ligas unionistas, apristas, marxistas, anarquistas, etc., en donde existia de trasfondo una visión regeneradora y cosmopolita que nutrió estos “segmentos de red”[34].

Por otra parte, siguiendo con el tema del anarquismo, los autores que se mencionaran a continuación partieron de las siguientes preguntas de investigación ¿Qué es el anarquismo? ¿Dondé y cómo surge? ¿Cómo llega a Centroamérica y a sus respectivos países? ¿Quiénes son sus exponentes? ¿Cuáles son sus espacios prioritarios de expresión? Y ¿Cuál es proyecto político y cultural? Tenemos un trabajo harto ingenioso para abordar metodologicamente y de manera sistematica el tema que nos atañe. Este es el caso de José Julían Llaguna Thomas La semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva intelectualidad en Costa Rica (1900-1914),  desde la perspectiva de la ciencia política como herramienta teórica analiza el pensamiento político de los debates entre anarquistas y el estado, sociedad, representación política y soberanía popular[35].

Una de las limitantes que cruzan entre la experiencia investigativa y comparativa de Costa Rica con El Salvador es el caso de las fuentes, LLaguno Thomas en su primer corpus de análisis identifica entre sus fuentes la producción literaria de autores de anarquistas locales y extranjeros, publicaciones de períodicos, revistas y colecciones científicas. Enfrentadonos a una barrera muy díficil de superar, para el caso nacional se cuenta unicamente con información fragmentaria, aislada a veces y velada y abierta la mayor parte, en los editoriales obreros de los unicos períodicos de la época. Pero de este trabajo se desprende que hacer con estas fuentes luego de analizado su contenido. Abstencionismo doctrinario, anticlericalismo y desarrollo político-cultural son líneas temáticas para poder hacer un balance de la cultura política anarquista en El Salvador. Esto nos permitira a su vez identificar regularidades y discontinuidades del proceso a lo largo de los discursos producidos desde los personajes en estudio y la Federal y El Centro Sindical Libertario.

Por último cabe mencionar otro estudio de capital importancia para el tema en el que cabalgamos como lo es la tesis abordada desde la científidad histórica más contemporánea por parte de Lucas Omar Monteflores: “El anarquismo en Guatemala. El anarquismo en la ciudad de Guatemala 1920-1932”. A la vez, también considerar firmemente que se basa historiográficamente en el pensamiento Anarco-marxista, acuñado por el Doctor Julio Castellanos Cambranes,[36] y el cual es considerado por él, el pensamiento más adecuado para intentar reinterpretar la historia de Guatemala. Este pensamiento no es más que “una forma de ver el mundo (y la historia) diferente, en donde no existe la autoridad y el sometimiento ideológico y académico.” Exponer una historia libre, sin ataduras y sin compromisos más que con la misma ciencia.

“No se trata de la invención de una nueva corriente histórica, una “historiografía anarcomarxista”, pero sí una manera de escribir y darle vida a la Historia, escribiendo claro y pelado, con constantes golpes contundentes al enemigo de clase al servicio de intereses espurios, desmintiendo datos con el propósito de falsear la historia, criticando análisis dogmáticos, ridiculizando mitificaciones de carácter histórico, etc. No existe cátedra alguna donde se enseñe tal corriente historiográfica, ni se conoce historiador alguno iniciado en los que presenta la eventual ventaja de presentar (no crear) algo distinto en el campo del pensamiento historiográfico de nuestra aldea nacional. Creo que el anarcomarxismo tiene la posibilidad de creación histórica, que es en sí la capacidad de pensar autónoma y libre, sin dialécticas aniquilantes y sin frases anquilosadas”[37].

Este trabajo nos transporta a la imperiosa necesidad de profundizar en el díalogo permanente entre pasado y presente para legitimar la visíon del anarquismo en la actualidad a través de las sub culturas musicales de la musica  punk y anarco-punk, los movimientos Skinheads, los sindicatos libertarios y los núcleos ácratas que invaden los circulos intelectuales, obreros y juveniles en nuestras sociedades, tratando de identificar si los militantes en la actualidad son un remanente de las corrientes acratas diluidas a través del tiempo o si son influencia foránea de el resurgimiento global de estos movimientos neo anarquistas de corte mundial que buscan nuevas formas de vida libertaria anti capitalista.

Corriendo con la misma suerte que el caso costarricense en la busqueda de fuentes, lo poco encontrado ha sido exhaustivamente interpretado, con su respectivo proceso hermenéutico, cuestión que a nuestro juicio, no lograron hacer quienes han escrito las pocas líneas sobre el anarquismo -exceptuando el caso ya citado del Doctor Taracena-.

El trabajo titulado “Breve bosquejo histórico del anarquimo en El Salvador” de Wilfredo Ortíz es el único en su tipo en el caso local, pero esta articulado siguiendo la cronología de los estadios y procesos de las luchas anarquistas durante el siglo XX, la primer limitante de este trabajo radica en que obtiene sus supuestos en base de fuentes secundarias y no se encuentra por ningún lado las fuentes primarias que permiten sentar bases para profundizar en el tema. Además el autor no pertenece a la escuela de ciencias sociales y aborda la temática desde el empirismo y el fetiche de buscar la verdad absoluta en los procesos históricos[38]. Estos vacíos no se observan en las investigaciones que han hecho los escritores anteriormente citados, el trabajo de Ortíz no ha manejado la objetividad histórica necesaria, para hacer mención del caso, como cuando escritores de vertientes socialistas o comunistas han escrito sobre el movimiento obrero; por diferencias doctrinales que han arrastrado por años entre comunistas y anarquistas, los escritores comunistas han obviado o tergiversado la historia del movimiento obrero, y como parte de este, el anarquismo.

Pero el grado de desconocimiento acerca del anarquismo en El Salvador, Honduras, Guatemala y Costa Rica es tal que no solo investigadores sociales de este país o de la región lo ignoran, sino hasta los mismos anarquistas de Latinoamérica y de Europa muestran un vacío referente al país. Tal es el caso del sitio electrónico de la Federación Obrera Regional Argentina/Asociación Internacional de los Trabajadores FORA-AIT,[39] quienes tienen un apartado sobre la historia del anarquismo en Latinoamérica y estos brindan datos totalmente fuera de lugar, en tiempo y espacio. Hasta el mismo historiador de anarquismo mundial, Max Nettlau en sus investigaciones sobre Centroamérica proporciona pequeños espacios y brinda datos erróneos sobre su existencia.

De esta forma forma quedan sentadas las bases, metodologías, las distintas experiencias y problemáticas, las limitantes y las potencialidades para los intelectuales que dedicamos horas de esfuerzo al tema del anarquismo y que contemplamos absortos dentro de la teoría y metodología con la que se va a investigar, pero también se persigue acumular el conocimiento necesario sobre esta ideología, en la cual como máximo objetivo se tiene el establecimiento de una sociedad de iguales en una sociedad de opresores y oprimidos.

Las principales hipótesis que se desprenden: los anarquistas y anarcosindicalistas construyeron el andamiaje clandestino para la hegemonización del discurso radical en el occidente de El Salvador por medio de un plan clandestino de sindicalización y educación campesina el cual seria inacabado y “erradicado” por los militantes comunistas en 1930, esto contribuiría a explicar las causas de por que el comunismo ganó rápidamente adeptos entre los indígenas, campesinos y demás sectores sub alternos, por lo que proponemos de que por si solos, los comunistas no pudieron atraer gente a su causa sino más bien se “montaron” en un proyecto que ya venia cabalgando desde principio de la década de 1920 por parte de los anarquistas y anarcosindicalistas.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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CITAS

[1] Ángel Capelleti, Prehistoria del anarquismo  (Madrid: Quemaira, 1983).

[2] Eric Hobsbawn, Rebeldes primitivos  (Barcelona: Ariel, 1974). ;George Woodcock, Anarchism : A History Of Libertarian Ideas And Movements (United States: The World Publishing Company 1979), http://rebelslibrary.org/files/woodcock_anarchism.pdf.; Ángel Capelleti, La ideología anarquista, (Móstoles, Madrid: Madre Tierra, 1991), https://alezgz.files.wordpress.com/2012/03/cappelletti20c1ngel20j-20-20la20ideologeda20anarquista.pdf.

[3] José Mourelo, “El anarquismo” (Universidad de Costa Rica, 1970). 19-20.

[4] Wilfredo Ortíz, “Breve bosquejo histórico del anarquismo “, (2013), http://www.anarkismo.net/article/13941.;Omar Lucas Monteflores, “El anarquismo en Guatemala: el anarco sindicalismo en la ciudad de Guatemala (1920-1932)” (Universidad de San Carlos de Guatemala, 2011).;José Julían LLaguno Thomas, La semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva intelectualidad en Costa Rica (1900-1914)  (San José: Acracia Editores, 2012).

[5] Julie Greene, “Spaniards on the Silver Roll: Labor Troubles and Liminality in the Panama Canal Zone, 1904–1914,” International Labor and Working-Class History 2004.

[6] Thomas, La semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva intelectualidad en Costa Rica (1900-1914). 24.

[7] Ángel Capelleti, El Anarquismo en América Latina, (Biblioteca de Ayacucho, 1990), http://www.bibliotecaayacucho.com/fba/index.php?id=97&b…s=157.

[8] Max Nettlau, La anarquía a través de los tiempos, (México: Editorial Vértice, 1970), http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/ana….html.

[9] Ibid., Cap. 6.

[10] Ricardo Argueta, “El primer pensador anarquista en El Salvador (1904),”  Análisis sociológico boletín(2014).

[11] Ibid., 14.

[12] Ibid., 3.

[13] Víctor Hugo Acuña ortega, “Clases subalternas y movimientos sociales en Centroamérica (1870-1930) ” in Historia General de Centroamérica, ed. Edelberto Torres Rivas (Madrid: Flacso, 1993).

[14] Carles Launed, El anarcosindicalismo en el siglo XX, (Barcelona: Colección de formación e interpretación libertaria, 1978), http://www.uniliber.com/ficha/el-anarcosindicalismo-en-el-siglo-xx-launed-carles_1399319/.

[15] Arturo Taracena Arriola, “El manuscrito de Max Nettlau sobre el anarquismo en Centroamérica (1906-1932),” Política y Sociedad 2009.

[16] Nettlau, La anarquía a través de los tiempos.

[17] Arturo Taracena Arriola, “La confederación obrera de Centro America 1921-1928,” Anuario de Estudios Centroamericanos 10 1984.

[18] Ibid.,83.

[19] Ortíz, “Breve bosquejo histórico del anarquismo “.

[20] Arriola, “Presencia Anarquista en Guatemala entre 1920-1932.” 1.

[21] Ibíd.

[22] Ibíd., 3.

[23] Ibíd., 4-5.

[24] Ibíd.

[25] Salazar, “Los sindicatos obreros.”

[26] Rafael Menjivar, Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño  (San José: Educa, 1982).

[27] Dalton, Miguel Mármol: Los sucesos de 1932 en El Salvador.

[28] Carlos Gregorio López Bernal, Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: el imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932  (San Salvador: Editorial e Imprenta Universitaria, 2007). 28.

[29] Entrevista personal con el Doctor Ricardo Argueta. Compartimos esta posición del militante luego de platicas donde se ha reflexionado del carácter y del bagaje ideológico que este va adquiriendo luego de que su maestro Gumersindo Ramírez (para entonces anarcosindicalista) patrocinara sus clases en la Universidad Popular “Joaquín Rodezno,” de donde se deriva que este fue iniciado en las tareas organizativas y programas propios de la sociología rudimentaria y el sindicalismo revolucionario con base en la formación pedagógica y libertaria de los obreros que representaba este centro.

[30] Alan Everett Wilson, “The crisis of national integration in El Salvador, 1919-1935” (Tesis doctoral, Stanford University, 1970).

[31] Alvarenga, Cultura y ética de la violencia en El Salvador, 1880-1932.

[32] López Bernal, Tradiciones inventadas. 28-28.

[33] Ibid., 32.

[34] Giraldez, Las redes intelectuales centroaméricanas.

[35] Thomas, La semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva intelectualidad en Costa Rica (1900-1914).

[36] Licenciado  y doctor de la Historia de la Karl-Marx-Universitaet, Leipzig, antigua República Democrática Alemana, correo electrónico con el autor del 29 de septiembre al 3 de octubre del 2009.

[37] Monteflores, “El anarquismo en Guatemala: el anarco sindicalismo en la ciudad de Guatemala (1920-1932).” 8-11.

[38] Ortíz, “Breve bosquejo histórico del anarquismo “.

[39] http://fora-ait.com.ar/ait/index.php?text=historiaEnAmerica Consultado el: 01/08/15

José Alemán

Fuente: https://josalemnh.wordpress.com/2017/01/10/el-anarquismo-en-el-salvador-un-balance-historiografico/

El anarcosindicalismo en el decurso histórico - José Luis García Rua

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El anarcosindicalismo en el decurso histórico. Problemas y respuestas del sindicalismo revolucionario

Conferencia pronunciada en la Federación Local de Madrid de CNT-AIT, con motivo del Otoño Libertario 2007.

José Luis García Rúa

Es de sobra conocida la relación de proporcionalidad inversa entre lo intenso y lo extenso, y el pueblo parece tenerla bien determinada en el dicho “el que mucho abarca, poco aprieta”. Es claro, sin embargo, que, para dar por buena esta aserción, es necesario tener bien determinado, junto a ella, el alcance semántico concreto de los términos “intensión” o “intensidad” y “extensión”, que no en todos los casos presentan el mismo arco de matizaciones. Por lo que respecta al mundo del trabajo y de la lucha obrera, el tema es de importancia fundamental, pues en él estriba la posibilidad o imposibilidad de ser, al mismo tiempo, público y revolucionario.

En el campo libertario, tal cuestión fue objeto de debate, si no permanente, sí recurrente, y el hecho de que esa recurrencia se haya venido manifestando, sobre todo, en períodos de especial persecución y represión del movimiento obrero creemos que sea suficiente factor probatorio de que el dilema, lo uno o lo otro, no depende de una contrariedad intrínseca del movimiento mismo, sino de elementos históricos aleatorios, o sea, algo de fuera, algo externo correspondiente al escenario variable, en el que el movimiento ha de desarrollarse, aunque es claro que, con esa variabilidad, debe contar de antemano todo proyecto estratégico en el campo de la lucha político-social.

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Fuente: http://metalmadrid.cnt.es/ 

[Libro] Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España - Max Nettlau

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El predominio incontestable de las ideas anarquistas en el movimiento obrero español, desde hace más de medio siglo, tiene sin duda por base, o por apoyo, la disposición de los obreros españoles hacia los ideales de libertad que, junto con las características del desenvolvimiento histórico de su país, constituyen factores que algún día hará resaltar una detallada historia de la revolución en España. Pero no obstante dichas predisposiciones fue necesario un primer impulso para que despertaran esas tendencias que se hallaban latentes y éste se le encuentra en el viaje que a dicho país hiciera Giuseppe Fanelli, uno de los más íntimos del círculo de Miguel Bakunin, que tuvo lugar en el invierno de 1868-69.

La Internacional española, fundada en esa época, fue propagada desde su comienzo de la manera más activa por personas que aceptaron por entero las ideas anarquistas colectivistas tal como habían sido formuladas por Bakunin, con excepción del episodio Lafargue (1872-73 hasta 1890). Dichas ideas y tendencias fueron las únicas que se propagaron, dado que el partido marxista, calificado entonces de microscópico, nada significaba. Luego que las ideas comunistas anarquistas fueron difundidas por algunas agrupaciones de camaradas se fue absorbiendo, poco a poco, la mayor parte de los núcleos avanzados, como asimismo las organizaciones antiguas que, por haber tomado un carácter demasiado rígido, fueron reemplazadas por agrupaciones libres, evolución pacífica donde lo joven crecía alimentado por la savia y la experiencia de lo viejo. Ese movimiento representó también, desde su comienzo, los intereses corporativistas de los trabajadores y en diferentes períodos llegó a componerse de 50 a 70.000 afiliados.

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Fuente: http://www.kclibertaria.comyr.com/ 


Lectores anarquista

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La lectura es una de las prácticas identitarias del anarquismo. Con ella, el individuo funda criterio, consagra sus ideas y las ensambla con su modo de vida. La lectura integra el quehacer cotidiano de los libertarios. Sin embargo, esta constatación general no es suficiente para señalar una actividad privativa de ellos. La lectura y sus objetivos pueden ser compartidos por otras comunidades y de ello existen numerosos ejemplos en la historia social.

Pensemos en los rangos formativo y cultural, en la convicción pedagógica y redentora de la palabra, en su capacidad de iluminación y de convencimiento, en la dimensión reflexiva y en el uso que de la lectura hacen las comunidades religiosas, los sindicatos y otros agrupamientos. Por el camino comparativo no encuentro indicios de singularidad. Sin embargo, un orgulloso impulso pertinaz me devuelve a la línea de largada. Renuncio a la búsqueda del espécimen original en los objetivos, en las formas de la lectura, en su articulación con la vida. Pero sospecho que si el anarquismo ha demostrado en dos siglos ser una amalgama ideológica insólita, de contenidos exclusivos, puede que exista un trasiego de esa excepcionalidad hacia las prácticas sociales en las que se retroalimenta y una de ellas, axilar, es la lectura. Así por ejemplo las particulares nociones de autoridad, de libertad y de sujeto son, para mi pesquisa, determinantes. Desde ellas aspiro a reconocer una acción lectora especial.

La autoridad del lector

Para el anarquismo la autoridad es múltiple, móvil y circunstancial. “Cada uno es autoridad dirigente y cada uno es dirigido a su vez”, sentencia Bakunin [2]. El vaivén ininterrumpido de relaciones de autoridad y de subordinación es, sobre todo, voluntario. [3] Reconoce en cada individuo idoneidades dispares y, en el intercambio, el provecho mutuo. De la confrontación surge el criterio y, con él, el ejercicio de la libertad.

Así concebida, la autoridad abre los límites del sujeto y revela la disparidad con la noción tradicional, occidental y moderna. El pensamiento anarquista ha incursionado en la noción de sujeto como fuerza (Proudhon), como la integración de lo infinito en lo finito (Tarde), como una fuerza emancipadora, instancia transindividual capaz de formar con otros un mundo individual de significados (Simondon) [4].

El salto desde esta concepción del sujeto hacia la lectura es tentador. Concebido fuera de las sujeciones limitantes con las que el orden social intenta dominarlo, el sujeto-lector ejercería su potencia liberadora en ese otro orden determinante, el de las palabras y, en especial, en el orden de los significados. El sujeto anarquista lograría desbrozar esa red despótica. Esta es la potencia anárquica de la lectura que propuso Hans Magnus Enzensberger. Según su tesis, el lector puede rescatar del texto “conclusiones que el texto ignora”, también puede “alterar y reelaborar frases”, hojearlo “por cualquier parte, saltear pasajes completos” [5].

Este dominio queda expuesto en la posibilidad de construir significado desde la lectura. Allí se dirime el espacio de libertad del lector. Los investigadores entienden que comprender un texto no sólo supone leerlo en sentido literal sino en elaborar sentido [6]. Esta brecha no habilita un relativismo irrestricto hacia una cosmología infinita de interpretaciones. Alberto Menguel reconoce la autoridad del lector pero entiende que la lectura “no constituiría un fenómeno anárquico” (la aseveración parece una ligera respuesta a Enzensberger o, al menos, lo envuelve), aunque tampoco sería “un procedimiento monolítico o unitario, en el que sólo es correcto un significado” [7].

En resumen, atañe al lector la invención de uno o más significados pero dentro de las reglas del lenguaje, en cuyas redes y fronteras, la libertad claudica. Umberto Eco alertó sobre este límite. Conocedor de las nuevas teorías que otorgan al texto “un espacio potencialmente infinito de interpretaciones posibles”, también, entendió que el receptor “no tendría derecho a decir que el mensaje puede significar cualquier cosa”. Por este camino queda visible el anverso de aquella premisa y, así, “existe al menos algo que el mensaje no puede efectivamente decir”. Además, casi como ubicando un punto cero de partida, hay que pensar en el significado etimológico de la palabra (la entrada del diccionario). “Ninguna teoría de la recepción podría evitar esta restricción preliminar. Cualquier acto de libertad por parte del lector puede producirse después y no antes de la aplicación de esta restricción”. Claro que a nosotros nos involucra una idea de interpretación que excede la literalidad del signo y se amplía en un mapa de asociaciones modeladas por la cultura y por la experiencia individual. Sin embargo, la advertencia viene bien para identificar pautas de una expansión finita y evitar el “derroche de energías hermenéuticas que el texto no convalida” [8].

A su vez este ejercicio de la libertad no opera en abstracto ni en aislado. Michel Foucault nos recuerda que en toda sociedad “la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad” [9], pensamiento que Armando Petrucci aplica a la lectura [10]. Con todo, opino que esta aplicación es limitada porque Foucault refiere a procedimientos de exclusión, entre ellos lo prohibido, la separación de la locura, la voluntad de verdad, y con ello concentra su estudio en el discurso como objeto de deseo y, por ende, de lucha de poder mientras el acto de lectura, si bien no está exento de aquellas presiones, otorga un dominio mayor al sujeto que lo ejecuta.

Otro anillo de condiciones se interpone desde un “conjunto de creencias” que no son específicas de cada individuo sino “comunitarias y convencionales”, definidas por Stanley Fish, sintetizadas por la crítica en la llamada comunidad interpretativa. Así, la creación de significados tiene por común origen un catálogo compartido por un grupo social. Según Fish ciertas interpretaciones están determinadas por

normas públicas y constituyentes, han sido incorporadas al lenguaje y “son inherentes a una estructura institucional dentro de la cual las expresiones se escuchan como ya organizadas en referencia a ciertos propósitos y objetivos supuestos” [11]. Martyn Lyons sigue esta línea –“las expectativas puestas en el

libro por los lectores se forman a través de la experiencia social compartida” [12] –, nos recuerda que un mismo lector puede pertenecer a varias comunidades interpretativas y que, además, el contexto social es imprescindible para amoldar la tesis de Fish al proceso histórico. Si bien su colega ya había descartado la regularidad de la incidencia institucional –ninguna institución es inmutable– al diferenciar el significado normativo de acuerdo a las desiguales “situaciones” [13], el énfasis de Lyons no se encontraba en el trabajo de su colega norteamericano. Fish había eliminado la idea de la condición inaugural de la lectura tras demostrar que no existe un punto vacío de interpretación y que resulta ineludible la determinación social o institucional del significado. Luego, Robert Darnton realzó la trama social en la producción de sentido además de instalar el libro en un circuito de comunicación con interventores diversos, entre ellos el autor del texto.

El debate no está cerrado. Manguel sintetizó aportes teóricos ya tradicionales en la relación entre el lector y el signo lingüístico al mencionar las convenciones sociales, las lecturas anteriores, las experiencias personales y los gustos individuales [14]. La mención al “gusto” individual parece situarse en un anillo distante de los centros de emisión de discursos, si bien todavía se encuentra afectado por determinantes sociales e incluso comerciales. Pero la propuesta global diseñada en la enumeración me interesa porque amolda aquella supuesta libertad irrestricta lectora sin afectar gravemente la libre interpretación y, sin proponérselo ni insinuar siquiera el universo ácrata, esta concepción activa la idea de una subjetividad múltiple y expandida, preciada por el anarquismo. Claro que por estos intersticios – convenciones sociales, lecturas anteriores– se filtran los mismos procedimientos de control discursivo advertidos por Foucault (el sistema educativo sería el más evidente), pero a pesar de las tensiones ineludibles tenemos un sujeto operante en un espacio desde el cual puede desdoblar la unidireccionalidad del signo –no estoy seguro si las normas desde las que se lo lee–. Es suficiente para subvertir su autoridad monolítica.

Convengamos que husmear en la relación autor-lector desde el ejercicio de la libertad nos reenvía a las reflexiones de Jean Paul Sartre en ¿Qué es la literatura? Allí ubicó la libertad del lector como fuente de los sentimientos que, a su juicio, no son dominados por el objeto y estos sentimientos, aclaró, “son completamente generosos “pues llamo generoso a un sentimiento que tiene la libertad por origen y fin”. Entonces, según Sartre, “La lectura es un ejercicio de generosidad y lo que el escritor pide al lector no es la aplicación de una libertad abstracta, sino la entrega de toda su persona, con sus pasiones, sus prevenciones, sus simpatías, su temperamento sexual, su escala de valores” [15].

Libertad del lector que, en este punto, se concentra en el manejo del significado del texto. Esta cualidad resulta atractiva para visualizar un lector en apariencia singular y de posible identidad anarquista tras asimilar el tipo de subjetividad, el concepto de libertad y de autoridad libertarias necesarios para el ejercicio de aquella habilidad. Ahora bien, entiendo que aún en este punto existen antecedentes que se remontan al Renacimiento.

La capacidad del lector para interpretar y crear un nuevo texto a partir de la lectura y, con ello, subvertir su condición subordinada respecto al signo y a su autor, tiene por antecedente las disquisiciones de Petrarca en Secretum meum. Este pensador adjudicó a San Agustín, en un diálogo ficcional del que él también participa, una teoría de la lectura que fracturó la disposición jerárquica entre autor, texto y lector y la condición fija del sentido. Petrarca propuso leer con detención pasajes que puedan memorizarse, meditar sus contenidos, retenerlos y utilizarlos en el futuro tras confrontarlos con otros textos también guardados en la memoria. Esbozó una vía interpretativa y de aprehensión individual que deja atrás el valor de sentido único adjudicado por el autor. El discernimiento del lector, claro, sigue guiado por “la verdad divina” que le ayudará a separar lo útil de lo desechable, verdad que remite a las preceptivas religiosas pero asumidas por el criterio personal: esa verdad brilla de manera distinta en cada uno de nosotros y de manera diferente en cada etapa de la vida. Es decir, cada texto tiene su lector y cada lector cambia con el proceso histórico [16].

La tradición religiosa también verificó cambios en la relación entre los textos sagrados y los fieles lectores. El más convocado en los estudios teóricos es el de la reforma luterana y el nuevo margen de interpretación de la Biblia, si bien este grado de autonomía también convivió con la preceptiva doctrinal eclesiástica.

En cuanto a la defensa del criterio individual propia de una lectura libertaria esto es, la objeción en tanto crítica racional, es notoria su dependencia con el pensamiento iluminista tal como ha demostrado Mariana Di Stefano [17].

Por otra parte, la construcción de sentido desde la lectura es asumida como una normalidad por la academia reciente, con un desglose de aquella que se aparta de la ahistoricidad de la teoría de la recepción alemana (Wolfgang Iser) para hacer hincapié en lo contrario, en el peso resolutivo de los procesos históricos, en las variables de tiempo, lugar y comunidad [18].

Entonces, aquella propuesta de Enzensberger de un lector anárquico estuvo esbozada en Petrarca, se consolidó en los dos siglos siguientes, adquirió un tono altanero durante la modernidad en una de sus aristas, la que refiere a la selección del libro, a su aceptación o rechazo según la compatibilidad anímica entre lector y libro (“lector apacible y bucólico/ingenuo y sobrio hombre de bien, tira este libro saturniano”, ordenó Baudelaire). Nuestra búsqueda de lo peculiar en el lector anarquista desde un nuevo concepto de autoridad, libertad y sujeto, hace agua por todos lados. Nos queda, como salvación, trasladar el estudio de la lectura desde el dominio inclusivo de la relación entre lector y texto hacia el plano vivencial.

Sospecho, es una hipótesis, que el lector anarquista asume elementos dispersos de las tradiciones lectoras y, en cada caso, otorga un cariz que conlleva intensidad. Ese cariz puede ser la obsesión lectora, la dedicación, la multiplicación y circulación de los escritos, la capacidad aglutinante del periódico o de la revista, la solvencia profesional, todo esto sostenido hasta el presente. Desde la antigüedad se acumularon estas experiencias de lectores. Piénsese en los eruditos que recitaban obras íntegras de memoria, en los sabios de la Edad Media y del Renacimiento que también memorizaban sus textos predilectos. Sucede que el anarquismo ha retomado esta pasión reasignándole un rol social y un objetivo subversivo en el marco, además, de un franco retroceso contemporáneo del mundo del libro, al menos en las prácticas que connotan esfuerzo, paciencia y dedicación. La sobrepresión hacia la lectura casi a contracorriente del presente donde lo visual domina las prácticas comunicativas, puede desembocar en una singularidad que, insisto, aún no encuentro. Recuérdese, de paso, que el monumental esfuerzo anarquista hacia la cultura tiene sus bemoles. Aquí resuena la advertencia de Mijail Bakunin al sospechar que la redención de los desheredados (del capital, sin tierra ni educación), pueda lograrse a través de la instrucción [19].

Lo que sucede es que, junto a la práctica escritural y lectora, el anarquista valora en pie de igualdad la tradición oral y el diálogo presencial, delicado equilibrio que a veces se vuelca hacia estos últimos e incluso desprecia la palabra escrita, por académica, paralizante y ordenadora. Movimiento con resonancias socráticas que, para el caso, se adosan a una exaltación de la acción social y encuentran en la letra impresa y en la lectura un dardo paralizante [20]. Tal como acusa Alfredo Bonanno, los libros pueden tornarse un somnífero para la acción [21], aunque esta evaluación negativa de una relación esquemáticamente bipolar ha sido cuestionada por Mijail Bakunin, Antonio Gramsci, Roger Chartier, entre muchos. Bakunin, por ejemplo y pese a la advertencia antes señalada en la cita anterior, adjudicó a la literatura y a la filosofía un rol desestabilizador:

Los dos siglos que separan a las luchas de la Reforma religiosa de las de la gran Revolución [refiere a la revolución francesa] fueron la edad heroica de la burguesía. Convertida en poderosa por la riqueza y la inteligencia, atacó audazmente todas las instituciones respetadas por la Iglesia y el Estado. Minó todo, primero, por la literatura y por la crítica filosófica; más tarde lo derribó todo por la rebelión franca [22].

Medio siglo después, Antonio Gramsci llegó a la misma conclusión sobre la funcionalidad de los libros: Las bayonetas del ejército de Napoleón encontraron el camino ya allanado por un ejército invisible de libros, de opúsculos, derramados desde París a partir de la primera mitad del siglo

El lector anarquista conoce esta hipótesis demostrada por los procesos sociales: la lectura y los libros son parte inseparable de la acción revolucionaria y es allí, no en la lectura individual intrascendente, donde cada uno resguarda su rol protagónico.

Entonces, si bien afecta cualidades y tradiciones compartidas, el anarquismo insufló a la lectura de matices singulares y, lo más importante, logró emigrar el acto de lectura desde la experiencia fáctica, íntima y mística, hacia la esfera pública, la intersubjetividad y la dinámica histórica. Ese traslado participa de un proyecto ideológico que puede nuclearse en el afán emancipador.

El dilema es verificar si este lector partícipe de la acción social constituye desde el quehacer de lectura su identidad anarquista. No estoy seguro que la lectura sea una actividad “ineludible para convertirse en libertario” [24]. Puede que lo sea, pero en todo caso no en el sentido de completud que idealmente podemos adjudicarle a esa práctica. En otras palabras, no es necesario leer a Bakunin o a Kropotkin para ser aceptado en el movimiento y ser un ferviente activista. Tomás Ibáñez va más allá: para él la generalidad indica que el anarquista no adquiere los conocimientos teóricos necesarios para serlo: “No es a los escritos de Proudhon o de Bakunin a los que adhieren los jóvenes ibertarios sino a un determinado imaginario y no es hasta más tarde cuando se leen, eventualmente, los textos canónicos”. Esto, claro, ocurre en todos los movimientos ideológicos. Pero conviene recordarlo para relativizar la idealizable concepción del anarquista como una especie de obseso lector encerrado en un sótano entre una muralla de volúmenes. Tal vez las dos imágenes representen algo de aquella identidad poliédrica.

Entonces, asumo que la lectura es una marca de identidad del quehacer libertario y, al mismo tiempo, no es el boleto imprescindible para acceder a esa identidad. Condición necesaria pero no suficiente: la identidad lectora no surge de la acción de leer sino de la simultánea articulación con otras prácticas y con la concepción de vida anarquista. La lectura está interceptada por modos de sociabilidad ahora sí imprescindibles para que un anarquista consagre su identidad. Se trata de una red de vínculos fundante de comunidad y, estos vínculos, se actualizan en rituales donde la circulación de la palabra es el pivot del equipo y el anarquista su adicto participante: canto, recitados, poesía-canción y música instrumental, conferencias y oratorias, debates, representaciones teatrales, folletos y volantes, periódicos y libelos, libros, cartelería,  encuentros de camaradería, veladas con espectáculos diversos, actos y manifestaciones, mesas redondas y reuniones, desde hace unos años, páginas web, redes sociales, mails y blogs, los graffitis. Hay allí un maremagnum de textos, orales y escritos, en tráfico continuo del que cada lector (de signos y de sentidos) toma y resignifica segmentos. Nada de esto parece insólito salvo el aparato conceptual, obviamente único. Después de la enumeración de acciones, podemos pensar en detalle la frágil pero potente filigrana del vínculo. Y, enseguida, en el carácter generativo de la participación individual. Tanto en el relacionamiento como en lo productivo de él se aplica la especial noción de autoridad anarquista. El lector anarquista vive y disfruta esta apertura.

Piénsese en el camino del autodidacta. Georges Sorel –claro que sindicalrevolucionario, enlazado al pensamiento ácrata– se confesó autodidacta y, por eso, entendía el haberse librado de las preceptivas de su educación formal para desplegar su curiosidad entre los libros. Así, “me ha sido preciso convertirme en mi propio maestro y, de alguna manera, asistir a mis propias clases”. Este desplazamiento de la autoridad pedagógica no supone ignorar al otro, sino dialogar con él en pie de igualdad. Su método consistía en leer un libro y escribir las reflexiones producidas en un cuaderno de notas, trabajo que le agradaba cuando el volumen estaba escrito “por un buen autor” porque “me oriento con más facilidad que cuando me abandono a mis solas fuerzas” [25]. Acaso resulte ya un lugar común resaltar la relevancia del pensamiento revolucionario moderno – no sólo del anarquismo pero con énfasis desde allí –, en la consagración del autodidactismo. [26] No exclusivo de él, pero sí connatural.

El anarquismo reniega de consagrar una guía doctrinaria o dogmática que sirva a las generaciones futuras. Reduce sus escasas invariantes al rechazo de la autoridad única e impositiva, al énfasis en la libertad, a la negación de normas fijas y de estructuras opresoras. Es, en especial, un espacio abierto a la novedad. Sus últimos teóricos abandonan la vieja aspiración de hacer la revolución, postulan fomentar el deseo revolucionario, y ni en unos ni en otros tenemos trazos firmes del camino a tomar.

Parece como si el anarquismo apostara más a la creatividad de cada sociedad que a un catálogo preceptivo de ideas y acciones. En este tránsito el anarquismo sobrevive gracias a sus lectores. Aquí aparecen rasgos específicos. Cada anarquista es un lector que reasigna contenido al pensamiento colectivo, y en esta reasignación se funda su identidad. En todos los movimientos ideológicos se reinterpreta la doctrina, pero mientras en aquellos se trata de un diseño intimidatorio, en el anarquismo la creación de conceptos no aspira a alcanzar el régimen doctrinario.

En otros agrupamientos ideológicos los individuos debaten y transforman las preceptivas pero dentro de una estructura jerárquica y un orden que desactiva la incidencia de las individualidades o reducen sus efectos a mínimas expresiones dentro de fracciones de poder. En el anarquismo la voz de cada individuo adquiere valor de uso en el presente y obtiene relevancia de acuerdo al criterio del grupo donde circula en pie de igualdad con las palabras que ese mismo cuerpo plural rescata de los pensadores consagrados por el movimiento. En otros agrupamientos la interpretación individual no está exenta de la custodia de la idea de parte de las jefaturas políticas; en el anarquismo existen intentos de sometimiento de un individuo hacia otros desde una supuesta verdad excluyente pero estos impulsos son desactivados por la acción –y la desobediencia– simultánea de grupos que le exceden.

La lectura anarquista hace la teoría. La primera implica un estilo de vida y una condición del sujeto, la segunda, reasume la acción. En este acto creador el lector anarquista es quien dirige un buque con varios timoneles. Su creación no es autoritaria ni impositiva, no se proyectahacia sino con los otros. Es que su individualidad actúa en un conglomerado de intérpretes y de creadores con los que, solidariamente, descifra los signos del presente y del porvenir.

 Daniel Vidal [1]

Notas

1 Segmento de mi tesis de Doctorado en Letras La poesía en la configuración de las comunidades lectoras anarquistas: el caso Uruguay. Producción, circulación y usos (1900-1920), Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Universidad de la República, Uruguay), 2014-2018. Directora de tesis: Prof.a Dr.a María Inés de Torres, Director académico: Prof. Dr. Armando Minguzzi. Agradezco las observaciones y aportes realizados por Gerardo Garay y Pascual Muñoz.

2 Mijail Bakunin, Dios y el Estado, Buenos Aires, Terramar, 2004, p. 24.

3 Esta condición distingue esta autoridad de la “autoridad coercitiva” como gustaba calificar al autoritarismo individual o colectivo Luigi Fabbri (Influencias burguesas sobre el anarquismo, Buenos Aires, Editorial La Protesta, 1927)

4 Autores y conceptos citados por Daniel Colson en Pequeño léxico filosófico del anarquismo. De Proudhon a Deleuze, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2003, pp. 248 a 250: Pierre Joseph Proudhon, Économie, Bibliothéque municipale de Besancon, 2864 [184]; Gabriel Tarde, cit. En Jean Milet. Gabriel Tarde. La Philosophie de l´histoire, Vrin, 1970, p. 157; Gilbert Simondon, Individuation psychique et collective,Aubier, 1989, p. 203.

5 Hans Magnus Enzensberger en Armando Petrucci, “Leer por leer: un porvenir para la lectura”. En Guglielmo Cavallo y Roger Chartier (dirs.), Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid, Taurus, 1998, p. 547. [1997] Las citas que Petrucci toma de Enzensberger corresponden al capítulo “Una modesta proposta pe difendere la gioventu dalle opere di poesía”, en Sulla picola borghesia. Un capriccio´sociologico seguido de altri saggri, Milan, 1983, pp. 16-26.

6 Merlin C. Wittrock en Alberto Manguel, Una historia de la lectura, Buenos Aires, Siglo XXI, 2014, p. 52. [1996]

7 Manguel, ob. cit., p. 52.

8 Umberto Eco, Los límites de la interpretación, Barcelona, Penguín Random House-Grupo Editor España, 2013, s/n. Recuperado de https://books.google.com.uy/books?hl=es&lr=&id=h-VYAqoL1hQC&oi=fnd&pg=PP4&dq=Umberto+Eco,+sobre+la+interpretaci%C3%B3n&ots=68UHVeTFqe&sig=7_RvBicXMnhcPo9836HBX4l06ak#v=onepage&q=Umberto%20Eco%2C%20sobre%20la%20interpretaci%C3%B3n&f=false

9 Michel Foucault, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 2008, p. 14. [1970].

10 Petrucci, ob. cit., pp. 526 y 527.

11 Stanley Fish. “¿Hay algún texto en esta clase?”, en Elías José Palti, “Giro lingüístico” e historia intelectual, Universidad Nacional de Quilmes, 1998, pp. 219. [1987]

12 Martyn Lyons, Historia de la lectura y de la escritura en el mundo occidental, Buenos Aires, Editoras del Calderón, 2012, p. 826. [2010]

13 “Si bien ninguna institución tiene una vigencia tan universal y perdurable como para que los significados que posibilita sean normales para siempre, algunas instituciones o formas de vida son tan ampliamente habitadas que, para una gran cantidad de gente, los significados que posibilitan parecen “naturalmente” accesibles, y hay que hacer un esfuerzo especial para verlos como un producto de las circunstancias” (Fish, ob. cit., pp. 222 y 236). El punto adquiere nuevas conclusiones sobre las creencias, normas y valores en la interpretación personal hacia las pp. 233-235.

14 Ibid, p. 51.

15 Jean-Paul Sartre. ¿Qué es la literatura? Buenos Aires, Losada, 1950, p. 74. [1948]

16 Petrarca en Manguel, ob. cit., pp. 77-78.

17 Mariana Di Stefano, El lector libertario. Prácticas e ideologías lectoras del anarquismo argentino (1898-1915),

18 “La operación de construcción de sentido efectuada en la lectura (o en la escucha)” sería “un proceso históricamente determinado cuyos modos y modelos varían según el tiempo, el lugar y las comunidades” (Roger Chartier, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural, 6.a reimp., Barcelona, Gedisa, 2005, 51 [1989]). Chartier retoma la idea en el diálogo con Jesús Anaya Rosique: “Los lectores son autores potenciales y, de esta manera, existe un control explícito sobre la interpretación; se cree que las intenciones del texto pueden ser descifradas correctamente por lectores que comparten el mismo modelo cultural, la misma comunidad de interpretación que el autor”, en clara referencia, como sustrato, a la tesis de Stanley Fisch sobre comunidades lectoras (Roger Chartier, Cultura escrita, literatura e historia, 2.a reimp., México, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 23 [1999]). Buenos Aires: EUDEBA, 2013, pp. 17-18.

19 Mijail Bakunin, Federalismo y socialismo, Barcelona, Editorial Sopena, (s/f), p. 11.

20 Sócrates en Fedón, argumenta contra la escritura de Anaxágoras puesto que al leer su libro, “me encontré con que mi hombre no hacía intervenir para nada la inteligencia, que no daba ninguna razón del orden de las cosas y que en lugar de la inteligencia ponía el aire, el éter, el agua y otras cosas igualmente absurdas” (Platón,Diálogos. Critón, Fedón, El banquete, Parménides, 22.a ed., Madrid, Edaf, 2003, p. 116)

21 Charla de Alfredo Bonnano sobre “La lucha insurreccional anárquica” organizada por grupos anarquistas dentro de una gira que involucró Argentina, Chile y Uruguay, en la sede de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM) de Montevideo en diciembre de 2013. Ante unas 150 personas, mayormente jóvenes, Bonnano presentó su último libro La anarquía desbordando la teoría (Buenos Aires, Anarquistas del Río de la Plata, 2013). Entonces afirmó que si bien hay que estudiar los medios [de lucha] “hay que dejar de lado los libros y pasar al ataque”

(Apuntes personales).

22 Mijail Bakunin, “Conferencias dadas a los obreros del valle de Saint-Imier” [Conferencia 1a, mayo de 1871]. Recuperado De Archivo Miguel Bakunin, https://miguelbakunin.wordpress.com/2008/01/23/tres-conferencias-dadas-a-los-obreros-delvalle-de-saint-imier/, s/n.

23 Antonio Gramsci. “Socialismo y cultura”. En Antología1.a ed., 4.a reimp., Buenos Aires, Siglo XXI, 2011, p. 16. [1916]

24 Di Stefano, ob. cit., p. 7.

25 Georges Sorel, Reflexiones sobre la violencia, Buenos Aires, Editorial La Pléyade, 1978, p. 13.

26 Sobre el tema, cf. Leandro Delgado, “La participación del anarquismo en la formación del intelectual autónomo en el Río de la Plata (1900-1930)”. En A Contracorriente, vol. 8, n.o 1, 2010, pp. 163-197. Delgado desarrolla la idea del “intelectual autónomo” construido por el anarquismo finisecular tras concebir la instrucción del obrero como parte de la “acción directa” del anarquismo. En este tema resulta aleccionadora la experiencia de Luce Fabbri Cressatti junto a su compañero volcada en “Caracteres e importancia del autodidactismo obrero” (Brecha, n.o 682, 23 de diciembre de 1998, pp. 4-5).

27 Me refiero al enlace entre anarquismo y posestructuralismo y, de manera general, a los abordajes teóricos de las últimas dos décadas en diálogo con pensadores ingleses y norteamericanos, principalmente, de parte de Christian Ferrer, Tomás Ibáñez, Amedeo Bertolo, Martín Albornoz, siguiendo líneas de investigación de Michel Foucault, Gilles Deleuze, René Lourau y Pierre Clastres, por ejemplo. Algo de esto puede leerse en Christian Ferrer (comp.), El lenguaje libertario, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2005; Christian Ferrer, Cabezas de tormenta, Buenos Aires, Anarres, 2006; Tomás Ibáñez, Anarquismo en movimiento. Anarquismo, neoanarquismo y postanarquismo, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2014.

Texto extraído de la ponencia de igual nombre presentada al I Congreso de Investigadorxs sobre Anarquismo, que en versión completa es accesible enhttp://congresoanarquismo.cedinci.org/wp-content/uploads/2017/03/Actas-Final-con-indice_final.pdf.

Fuente: http://periodicoellibertario.blogspot.com.es/2017/03/lectores-anarquistas.html

La anarquía sin adjetivos

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Todos sabemos que el vocablo “anarquía” no es popular para el común de la gente, ya sea en español, francés, italiano o inglés, anarquía se entiende en sentido peyorativo: sinónimo de desorden y de caos. El anarquista es aquel agitador siempre dispuesto a meterse en todos los “fregaos”, a no aceptar ninguna ley ni autoridad. De poco nos sirve recordar todos los días su etimología griega o que el fin que persiguieron nuestros autores más significativos como Proudhon, Bakunin, Kropotkin y tantos otros era y es empujar a la humanidad hacia una sociedad “igualitaria y fraternal”. Como lo recuerda Daniel Guerin en su excelente libro sobre el anarquismo, es una tarea ardua el intentar resumirlo, sus rasgos son difíciles de estructurar. En parte porque los fundadores de la corriente libertaria nunca se preocuparon por condensar y sistematizar su pensamiento. Todos los continuadores se limitaron a resumir en periódicos o en folletos de propaganda ante la urgencia de la acción y la necesidad de una vulgarización inmediata.

Para el autor de Fascismo y gran Capital existen varios anarquismos, a pesar de esta variedad y sus contradicciones y sus disputas doctrinales que giran generalmente en torno a falsos problemas, es un conjunto de conceptos lo bastante homogéneos que aportan a la sociedad una visión que generalmente el marxismo no tuvo suficientemente en cuenta.

Proudhon fue como se sabe el primero en poner en circulación la palabra anarquía como sinónimo de un nuevo orden social, pero no creemos que pensase en constituir un movimiento social. Se complacía malignamente en jugar con la confusión creada por las dos acepciones antinómicas del vocablo. Incluso en ocasiones se allanaba a escribir An-Arquía sin duda para ponerse a resguardo de los ataques de la jauría de adversarios. En realidad en la sociedad que le toco vivir fue toda una provocación y todo un atrevimiento, el utilizar un vocablo que tenía una tremenda carga negativa para definir una nueva filosofía social. No hablemos de Stirner, de Tucker o de su apóstol francés Émile Armand, para quienes la anarquía era una filosofía negativa y no podía ser otra cosa; la anarquía para ellos no era en ningún caso un posible concepto de organización social sino simplemente la negación de toda organización. Entendemos que estas posiciones mantenidas individualmente como artista pueden justificarse pero en ningún caso sirven para realizar una transformación social donde la relación entre los hombres se mueva en la solidaridad y la libertad responsable. Así, el equívoco del vocablo anarquía ha favorecido no solo la multitud de interpretaciones, negando más que aportando soluciones y atrayendo a individuos agitadores que se arropan y cobijan detrás de sus siglas.

Recordamos cómo Daniel Cohn-Bendit, invitado al Congreso de Carrara, que por entonces se decía anarquista, además se había movido en torno a la revista Noir et Rouge de Nanterre. Aprovechó la tribuna para montar el número él y sus amigos, empezó por criticar a aquellos que denunciaban los atropellos de los Castro, acusándoles de ser agentes de la CIA. Pero pronto pasó a darle un repaso negativo tanto a Bakunin como a Marx, provocando un enorme escándalo. Los años le harían moderar sus posiciones, del ultra revolucionario, agitador nihilista, a un cómodo y relajado diputado en Estrasburgo.

En Francia desde 1880 las dos corrientes se han manifestado, pero no para complementarse sino para oponerse: la corriente proudhoniana societaria, socialista y anarquista y la corriente anarquista individualista cercana al nihilismo y cuyo compromiso con toda organización era poco menos que contraria a la libertad. En esta misma corriente se movieron Victor Serge, André Lorulot y Han Ryner. Los dos primeros tardarían poco en abandonar el anarquismo para unirse al marxismo, en cuanto al tercero, gran intelectual y como buen discípulo de Max Stirner, se mantuvo en la negación pura, enemigo del comunismo anarquista -corriente mayoritaria en la época- y enemigo de la acción sindical, tuvo una gran influencia hasta la Segunda Guerra Mundial.

En España, hacia 1890, Tarrida escribió el ensayo La teoría revolucionaria, que culmina con la “anarquía sin adjetivos”. Mella le combate en La Solidaridad de Sevilla, argumentando que “la anarquía no admite adjetivos”. Max Netlau en su libro La Anarquía a través de los tiempos, vuelve sobre el tema diciendo: “Tarrida, hablando en francés conmigo, empleaba los términos: la anarquía sans phrase y la anarquía pure et simple; en 19081, en la reimpresión de su ensayo propuso, siguiendo a Ferrer en 1906 ó 1907 renunciar a la palabra anarquía, que el público interpreta demasiado mal, y decir socialismo libertario. Dice entonces que sus conclusiones de 1889 habían sido aceptadas por la inmensa mayoría de anarquistas españoles “que prescindían de toda preocupación sectaria”. Solo algunos grupos como el de Federico Urales se oponían, alegando que la anarquía no conoce exclusivismos y se llamaba “anárquico a secas”. Proudhon era plenamente consciente de lo complicado y polémico que resultaba su utilización en el sentido de filosofía social, sabía que iba contra el sentido común, de ahí que añadiese una nota aclaratoria en ¿Qué es la propiedad? diciendo: “el sentido ordinario atribuido a la palabra anarquía es ausencia de principio, ausencia de reglas, de donde viene que se le haya hecho sinónimo de desorden”. Tanto es así que el propio Proudhon, que había introducido el vocablo como expresión de un ideal social, lo sigue utilizando indistintamente en sentido negativo como en sentido positivo.

Kropotkin en Palabras de un rebelde nos aclara cómo se gestó la adopción definitiva de la palabra anarquía, que sin duda tiene su importancia recordar: “cuando en el seno de la Internacional surgió un partido que negaba la autoridad en la Asociación y se revelaba contra toda forma de autoridad, este partido se llamó primero el partido federalista, después antiestatista o antiautoritario. En esa época, se evitaba incluso el nombre de anarquista. La palabra An-Anarquía -es así como se escribía entonces- dado que se la relacionaba con los grupos proudhonianos, cuya Internacional combatía por entonces las ideas de reformas económicas. Pero fue precisamente por ello, para añadir más confusión, que los adversarios le tomaron el gusto a la utilización del vocablo, puesto que les permitía decir que el nombre de anarquistas demostraba que la única ambición (de estos) era crear el desorden y el caos, sin pensar en los resultados.

El partido anarquista -añade Kropotkin- se apresuró a aceptar el nombre que se le atribuía. Insistiendo en un principio en el guion (an-arquía), explicando de esta forma que la palabra an-arquía, de origen griego, significa ausencia de poder y no desorden, pero pronto se aceptó tal cual, para no infringir quebraderos de cabeza inútiles a los correctores, ni lecciones de griego a sus lectores”.

Más cerca de nosotros, Rudolf Rocker, que ha sido el más importante pensador libertario después de Kropotkin, llegaría a las mismas conclusiones, llamándose socialista libertario. Sin embargo será Gaston Leval, que después de los años treinta iniciará una batalla para intentar que el movimiento anarquista cambie su denominación por el nombre de socialismo libertario, invitando a una amplia reflexión y a abandonar el término anarquista por sus connotaciones negativas.

Recuerdo que en 1969, la Fondazione Luigi Einaudi organizó en Turín tres días sobre el anarquismo, entre el 5 y el 7 de diciembre. Gaston Leval me pidió que le acompañase. De las tres comunicaciones que presentó, la del último día versaba sobre la situación y crisis del anarquismo a nivel internacional, factores endógenos y exógenos, entre los primeros citó, como no podía de ser de otro modo, como causa el error que había supuesto la utilización de la palabra anarquía, lo que prácticamente todos los teóricos importantes habían señalado como negativo. El propio Jean Maitron vendría a apoyar la tesis de Leval, al recordar que ya en 1876, la Federación del Jura -en su mayoría influenciada por Bakunin- consideraba que la palabra “anarquía” que empleaban algunos de ellos debía ser borrada dado que no “expresaba más que una idea negativa”.

También Élisée Reclus en un artículo en Les Temps Nouveaux de 1895 dirá: “no es sin razón que el nombre de ‘anarquistas’ que después de todo no tiene más que una significación negativa, es por el que universalmente se nos designa. Podrían decirnos “libertarios”, que es como muchos de nosotros nos calificamos”.

Sin duda el “anti” se ha impuesto y la palabra anarquía lleva una carga negativa contra la cual ha sido complicado luchar. Al finalizar la exposición de Leval, Federica Montseny, interviene para desmontar parte de la intervención de Leval pintando un mundo idílico del movimiento anarquista, y que naturalmente siguiendo la posición que había mantenido su padre -Federico Urales- sesenta años antes, dirá: “en lo que concierne a la revisión del vocabulario anarquista que nos propone el compañero Leval, debo decir que a mí personalmente la palabra anarquía no me molesta”. ¿Alguien de los allí presentes podría sentirse desplazado por el vocablo “anarquía”? Todos conocían perfectamente, aunque no lo compartieran, el origen y el pensamiento social del anarquismo, ahora bien, ¿puede realmente desarrollarse y crearse una corriente de pensamiento social con intención de influir en la sociedad con tal carga de contradicción dada la doble interpretación que de ella hace la mayoría de la población?

De los allí presentes, la mitad eran abiertamente anarquistas, una decena pertenecían a la Fondazione Einaudi. La posición de Daniel Guerin, James Joll, Arthur Lehning, Jean Maitron, Gian Mario Bravo, Renée Lamberet o Henri Arvon eran igualmente conocidas, los demás eran estudiosos o relacionados con la historia del movimiento anarquista. Debemos recordar que también Marianne Enckell manifestaría su pleno acuerdo en cuanto a la posición defendida por Leval; en contra se manifestaría Gino Cerrito, calificando de obsesión la posición mantenida por Leval. De regreso al Hotel, nos acompañó el veterano sindicalista-anarquista Marzocchi y distendidamente confesó que “no reconocer esos hechos, esa realidad, era luchar en desventaja y contra un muro, una cierta esterilidad”, y que en Italia también habían sufrido el mismo problema.

Florentino Iglesias

Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y libertad núm.344 (marzo de 2017)

La siempre necesaria relectura de Mella

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Que el movimiento libertario ibérico no anda sobrado de teóricos de renombre internacional es una afirmación común en los medios anarquistas, si bien es cierto que entre los anteriores podemos citar a autores –clásicos, eso sí– de peso (y solvencia demostrada) como Ricardo Mella. Hoy hablaremos de él.

En los últimos meses han aparecido dos libros sobre los que merece la pena detenerse aun de forma breve. Nos referimos a La ley del número, publicado por LaMalatesta hace apenas unas semanas, y La Nueva Utopía (Piedra Papel Libros, 2016). Ambos son textos cortos, publicados en innumerables ocasiones en formatos varios y difundidos suficientemente, aunque quizá por eso mismo no haya demasiados estudios que abunden en el valor de ambos ensayos. Sea como fuere, es agradecida la publicación independiente y en formato libro de estas obras, sin duda fundamentales para acercarse con garantías al quehacer teórico del anarquista vigués.

En el caso del primero, La ley del número, nos encontramos con una obra de divulgación pedagógica que, si bien es cierto que ayuda a reafirmarse a los refractarios al sistema electoral, constituye antes que nada un auténtico catálogo de argumentaciones contra la partitocracia redactado para votantes acríticos y sufragistas convencidos. En ese sentido, La ley del número sigue siendo en cierta forma, y todavía a día de hoy, un certero manual para todo propagandista de la abstención activa.

Por contra, La Nueva Utopía es un cuento moralizante y, precisamente por ello, en absoluto inocente, pues, tal y como escriben los editores en la contraportada, el libro en cuestión «nos sirve para profundizar en la cosmovisión anarquista de finales del siglo XIX, sin duda adelantada a su tiempo, pero también deudora de los lastres  –productivismo, hiperracionalismo, tecnolatría– de las ideologías nacidas al calor de la Ilustración». Un cuento, decimos, que valorando lo anterior nos invita a sumergirnos en una lectura crítica de las primeras formulaciones de la sociedad ácrata.

Buena oportunidad, por tanto, para acercarse por primera vez a la obra de una autor interesante por la profundidad y amplitud de su pensamiento político, pero también por el didactismo de su estilo, su viveza intelectual y su disparidad temática.

Salvador Ortiz

"La psicología de la violencia política" de Emma Goldman

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Introducción

En piratea y difunde, aparte de piratear textos, también sabemos crear contenidos propios. En esta ocasión les traemos la traducción inédita al español del texto “La psicología de la violencia política” de Emma Goldman, nuestra autora favorita.

Este texto es un llamado a las masas a reflexionar sobre los motivos de los attentats y la propaganda por el hecho. Con su crítica aguda y la sensibilidad humana que la caracterizan, Emma hace un breve recorrido histórico de los Attentäter de su época, reflexiona sus escritos, sus vidas y los motivos para su acción. Nos habla de Auguste Vaillant, Leon Czolgosz, Alexander Berkman, Santa Caserio, Michele Angiolillo y Gaetano Bresci. Además de entender sus motivos, el escrito de Emma refleja las condiciones de miseria que el capital, la prensa capitalista y los gobiernos, crean, promueven, justifican y defienden. En definitiva este texto ayudar a definir con claridad la posición de Emma ante la violencia revoucionaria.

Este escrito forma parte de Anarchism and Other Essays, la colección que la propia Emma hizo para responder en diferentes momentos de su vida, ya sea de manera escrita o en sus mítines a sus enemigos, a los indecisos y a los idiotas de su época.

Con anterioridad fuimos los primeros en subir los dos tomos en español de la autobiografía de Emma. También fuimos los primeros en subir las dos biografías más consultadas en el mundo anglo e hispano, nos referimos a la de Richard Drinnon, Rebelde en el Paraíso Yanqui y a la de José Peirats, Una mujer en la tormenta del siglo, respectivamente. Por si fuera poco, nos encargamos de la traducción del estudio italiano de Bruna Bianchi, El pensamiento anarco feminista de Emma Goldman.

Emma Goldman, “La psicología de la violencia política”, en Anarchism and Other Essays, 3° ed. Revisada, New York, Mother Earth, 1917.

Traducido por Piratea y Difunde (2017).

Analizar la psicología de la violencia política no sólo es extremadamente difícil, sino también muy peligroso. Si tales actos son tratados con desprecio, una es inmediatamente acusada de elogiarlos. Si, por otro lado, la simpatía humana es expresada con el Attentäter,[1]una corre el riesgo de ser considerada posible cómplice. Sin embargo, es sólo la inteligencia y la simpatía que pueden acercarnos a la fuente del sufrimiento humano, y enseñarnos el último camino.

El hombre primitivo, ignorante de las fuerzas naturales, temía su acercamiento, ocultándose de los peligros que lo amenazaban. Cuando el hombre aprendió a entender los fenómenos de la naturaleza, se dio cuenta que aunque pueden destruir la vida y causar grandes pérdidas, también pueden traer alivio. Para el estudiante serio, debe ser evidente que las fuerzas acumuladas en nuestra vida social y económica, que culminan en un acto político de violencia son similares a los terrores de la atmósfera, manifestados en las tormentas y los rayos.

Para apreciar la verdad de este punto de vista, una debe sentir intensamente la indignidad de nuestros errores sociales; el propio ser debe palpitar con el dolor, la pena, la desesperación de millones de personas se hacen diariamente soportar. De hecho, a menos que hayamos convertido una parte de la humanidad, no podemos incluso débilmente entender la justa indignación que se acumula en el alma humana, la ardiente pasión que hace inevitable la tormenta.

La masa ignorante mira al hombre que hace una protesta violenta contra nuestras iniquidades sociales y económicas, como una bestia salvaje, un cruel monstruo despiadado, cuya diversión es destruir la vida y bañarse en sangre; o en el mejor de los casos un lunático irresponsable. Sin embargo nada está más lejos de la verdad, aquellos quienes han estudiado el carácter y la personalidad de esos hombres, o quienes han estado en estrecho contacto con ellos, están de  acuerdo que es su súper sensibilidad hacia el mal y la injusticia que los rodea lo que los obliga a pagar el peaje de nuestros crímenes sociales. Los escritores y poetas más famosos, discutiendo psicología de los delincuentes políticos, les han pagado el tributo más alto. ¿Podría alguien asumir que esos hombres habían aconsejado la violencia, o incluso aprobado esos actos? Ciertamente no. La suya fue la actitud del estudiante social, del hombre que sabe que más allá de cada acto violento hay una causa vital.  

Björnstjerne Björnson, en la segunda parte de Más Allá del Poder Humano, enfatiza el hecho de que es entre los Anarquistas que debemos buscar a los mártires modernos que pagan por su fe con su sangre,  y que reciben la muerte con una sonrisa porque creen, tan verdaderamente como Cristo hizo, que su martirio redimirá a la humanidad.

François Copp, el novelista francés, se expresa así sobre la psicología del Attentäter:

La lectura de los detalles de la ejecución de Vaillant[2] me dejó en un estado de ánimo pensativo, lo imaginaba extendiendo su pecho bajo las cuerdas, marchando con paso firme, endureciendo su voluntad, concentrando toda su energía y, con los ojos fijos en el cuchillo, arrojando finalmente en la sociedad su grito de maldición. Y, a mi pesar, otro espectáculo surgió repentinamente en mi mente. Vi a un grupo de hombres y mujeres presionándose unos contra otros en medio de la arena oblonga del circo, bajo la mirada de miles de ojos, mientras que de todos los peldaños del inmenso anfiteatro subía el terrible grito ¡Ad Leones! Y, abajo, las jaulas abiertas de las bestias salvajes.

No creía que la ejecución tuviera lugar. En primer lugar, ninguna víctima había sido golpeada por la muerte, y había sido costumbre no castigar un delito abortivo con el último grado de severidad. Entonces, este crimen, aunque terrible en intención, era desinteresado, nacido de una idea abstracta. El pasado del hombre, su infancia abandonada, su vida de penurias, abogaban también a su favor. En la prensa independiente se levantaron voces generosas en su nombre, muy fuertes y elocuentes. «Una corriente puramente literaria de opinión», han dicho algunos, sin menosprecio. Es, por el contrario, un honor para los hombres de arte y pensamiento haber expresado una vez más su disgusto en el andamio.

Una vez más Zola, en Germinal y París, describe la ternura y la bondad, la profunda simpatía por el sufrimiento humano, de estos hombres que cierran el capítulo de sus vidas con un estallido violento contra nuestro sistema.

Por último, pero no menos importante, el hombre que probablemente mejor que nadie entiende la psicología del Attentäter es M. Hamon, autor del brillante trabajo Une Psychologie du Militaire Professionnel[3], que ha llegado a estas sugestivas conclusiones:

El método positivo confirmado por el método racional nos permite establecer un tipo ideal de anarquista, cuya mentalidad es el conjunto de características psíquicas comunes. Cada anarquista participa suficientemente de este tipo ideal para hacer posible diferenciarlo de otros hombres. El típico anarquista puede definirse de la siguiente manera: Un hombre perceptible por el espíritu de revuelta bajo una o más de sus formas, --oposición, investigación, crítica, innovación -- dotado de un fuerte amor a la libertad, egoísta o individualista, Y poseía una gran curiosidad, un vivo deseo de saber. Estos rasgos se complementan con un ardiente amor a los demás, una sensibilidad moral altamente desarrollada, un profundo sentimiento de justicia e impregnado de celo misionero.

A estas características, dice Alvin F. Sanborn, hay que añadir estas cualidades esterlinas: un raro amor a los animales, que supera la dulzura en todas las relaciones ordinarias de la vida, la sobriedad excepcional de la conducta, la frugalidad y la regularidad, la austeridad, incluso, de la vida, y el valor más allá de comparar[4].

Hay un truísmo que el hombre de la calle parece siempre olvidar, cuando está abusando de los Anarquistas, o cualquier partido que pasa a ser su bête noire[5] por el momento, como la causa de algún ultraje acaba de perpetrar. Este hecho indiscutible es que los atropellos homicidas han sido, desde tiempos inmemoriales, la respuesta de clases agobiadas y desesperadas, y de individuos incitados y desesperados, a los males de sus semejantes, que sentían intolerables. Tales actos son el retroceso violento de la violencia, ya sea agresiva o represiva; Son la última lucha desesperada de la naturaleza humana indignada y exasperada por respirar el espacio y la vida. Y su causa no radica en ninguna convicción especial, sino en las profundidades de esa misma naturaleza humana. Todo el curso de la historia, político y social, está sembrado de evidencia de este hecho. Para no ir más lejos, tome los tres ejemplos más notorios de los partidos políticos incitados a la violencia durante los últimos cincuenta años: los Mazzinianos en Italia, los Fenianos en Irlanda, y los terroristas en Rusia. ¿Esta gente era anarquista? No. ¿Todos los tres incluso tienen las mismas opiniones políticas? No. Los Mazzinianos eran republicanos, los separatistas políticos fenianos, los socialdemócratas rusos o constitucionalistas. Pero todos fueron impulsados por circunstancias desesperadas a esta terrible forma de rebelión. Y cuando nos volvemos de los partidos a los individuos que han actuado de la misma manera, estamos horrorizados por el número de seres humanos empujados y conducidos por pura desesperación hacia una conducta obviamente violentamente opuesta a sus instintos sociales.

Ahora que el anarquismo se ha convertido en una fuerza viva en la sociedad, tales actos han sido a veces cometidos por los Anarquistas, así como por otros. Para ninguna nueva fe, incluso la más esencialmente pacífica y humana la mente del hombre ha aceptado, pero en su primera venida ha traído sobre la tierra no la paz, sino una espada, no por algo violento o antisocial en la doctrina misma, simplemente por el fermento que cualquier idea nueva y creativa excita en la mente de los hombres, ya sea que la acepte o la rechace. Una concepción del anarquismo que, por un lado, amenaza a todos los intereses creados y, por el otro, ofrece una visión de una vida libre y noble que se ganará mediante una lucha contra los males existentes, despertará ciertamente la más feroz oposición, Y traer toda la fuerza represiva del mal antiguo en contacto violento con el estallido tumultuoso de una nueva esperanza.

Bajo condiciones miserables de vida, cualquier visión de la posibilidad de cosas mejores hace más intolerable la miseria actual y estimula a quienes sufren a las luchas más enérgicas para mejorar su suerte, y si estas luchas sólo resultan inmediatamente en una miseria más aguda, el resultado es pura desesperación.

En nuestra sociedad actual, por ejemplo, un trabajador asalariado explotado, que vislumbra lo que el trabajo y la vida puede y debe ser, encuentra la intolerable rutina y la miseria de su existencia casi intolerable; e incluso cuando tiene la resolución y el coraje de seguir trabajando continuamente lo mejor posible, y esperar hasta que nuevas ideas hayan impregnado tanto a la sociedad como para allanar el camino para tiempos mejores, el mero hecho de que tiene tales ideas y trata de difundirlas, lo pone en dificultades con sus empleadores.  ¿Cuántos miles de socialistas, y sobre todo Anarquistas, han perdido el trabajo e incluso la oportunidad de trabajar, únicamente en base a sus opiniones? Es sólo el artesano especialmente dotado, que, si es un propagandista celoso, puede esperar conservar un empleo permanente. ¿Y qué sucede a un hombre con su cerebro que trabaja activamente con un fermento de nuevas ideas, con una visión ante sus ojos de una nueva esperanza para los hombres que trabajan y agonizan, con el conocimiento que su sufrimiento y el de sus compañeros en miseria no es causado por la crueldad del destino, sino por la injusticia de otros seres humanos?, ¿qué le sucede a ese hombre cuando ve a sus seres queridos hambrientos, cuando él mismo está muerto de hambre? Algunas naturalezas en una situación tan difícil, y aquellas que no son ni las menos sociales ni las menos sensibles, se volverán violentas e incluso sentirán que su violencia es social y no antisocial, que al golpear cuándo y cómo pueden, son No por sí mismos, sino por la naturaleza humana, indignados y despojados en sus personas y en las de sus compañeros enfermos. ¿Y nosotros mismos, que no estamos en este horrible apuro, para estar de pie y condenar fríamente a estas víctimas lastimosas de las Furias y los destinos? ¿Debemos calumniar a estos seres humanos que actúan con devoción heroica, sacrificando sus vidas en protesta, donde las naturalezas menos sociales y menos energéticas se tendrían en la sumisión abyecta a la injusticia y al mal? ¿Debemos unirnos al clamor ignorante y brutal que estigmatiza a tales hombres como monstruos de maldad, corriendo gratuitamente en una sociedad armoniosa e inocentemente pacífica? ¡No! Odiamos el asesinato con un odio que puede parecer absurdamente exagerado a los apologistas de las masacres de Matabele[6], a los insensibles acólitos en las cortinas y los bombardeos, pero rechazamos en tales casos de homicidio o intento de homicidio, como los que tratamos, ser culpables de la cruel injusticia de arrojar toda la responsabilidad del hecho sobre el perpetrador inmediato. La culpa de estos homicidios se encuentra todo hombre o mujer que, intencionadamente o por la indiferencia fría, ayuda a mantener las condiciones sociales que llevan a los seres humanos a la desesperación. El hombre que arroja toda su vida en el intento, a costa de su propia vida, de protestar contra los males de sus semejantes, es un santo comparado con los defensores activos y pasivos de la crueldad y la injusticia, Incluso si su protesta destruye otras vidas además de la suya. El que esté sin pecado en la sociedad que tire la primera piedra sobre su semejante. [7]

Que cada acto de violencia política deba cada día atribuirse a los Anarquistas no es una sorpresa. Sin embargo es un hecho conocido por casi todos los familiarizados con el movimiento anarquista que un gran número de hechos,  por los cuales los Anarquistas tuvieron que sufrir, se originaron con la prensa capitalista o fueron instigados, si no directamente perpetrados, por la policía.

Durante varios años se habían cometido actos de violencia en España, por los que los Anarquistas eran responsabilizados, perseguidos como bestias salvajes y arrojados a la cárcel. Más tarde se reveló que los perpetradores de estos actos no eran Anarquistas, sino miembros del departamento de policía. El escándalo se hizo tan extenso que los periódicos conservadores españoles exigieron la aprehensión y el castigo del líder de la pandilla, Juan Rull, quien fue posteriormente condenado a muerte y ejecutado. La evidencia sensacional, sacada a la luz durante el juicio, obligó al inspector de policía Momento a exonerar completamente a los Anarquistas de cualquier relación con los actos cometidos durante un largo período. Esto resultó en el despido de varios oficiales de policía, entre ellos el inspector Tressols, quienes, por venganza, revelaron el hecho de que detrás de la cuadrilla de los lanzadores de bombas de la policía había otros de mucha mayor posición, que les proporcionaron fondos y los protegieron.

Este es uno de los muchos ejemplos llamativos de cómo las conspiraciones Anarquistas se fabrican.

Que la policía americana pueda perjurarse con la misma facilidad, que son tan despiadados, tan brutales y astutos como sus colegas europeos, ha sido probado en más de una ocasión. Sólo necesitamos recordar la tragedia del 11 de noviembre de 1887, conocida como el motín de Haymarket.

Nadie que esté familiarizado con el caso puede dudar de que los Anarquistas, asesinados judicialmente en Chicago, murieron como víctimas de una prensa mentirosa y sedienta de sangre y de una cruel conspiración policial. ¿No ha dicho el propio juez Gary: "No porque hayan causado la bomba Haymarket, sino porque son Anarquistas, están en juicio".

El análisis imparcial y minucioso del gobernador Altgeld de esa mancha sobre el escudo americano verificó la brutal franqueza del juez Gary. Fue esto lo que indujo a Altgeld a perdonar a los tres Anarquistas, ganando así la estimación duradera de todo hombre y mujer amantes de la libertad en el mundo.

Cuando nos acercamos a la tragedia del 6 de septiembre de 1901, nos enfrentamos a uno de los ejemplos más llamativos de cómo las pequeñas teorías sociales son responsables de un acto de violencia política. “Leon Czolgosz, un anarquista, incitado para cometer el acto por Emma Goldman”[8]. Para estar seguro, ¿No ha incitado a la violencia antes de su nacimiento, y no seguirá haciéndolo más allá de la muerte? Todo es posible con los Anarquistas.

Hoy, incluso, nueve años después de la tragedia, después de que se demostró cien veces que Emma Goldman no tuvo nada que ver con el evento, que no hay evidencia alguna que indique que Czolgosz se llamó anarquista así mismo, nos enfrentamos a la misma mentira, fabricada por la policía y perpetuado por la prensa. Ningún alma viviente jamás escuchó a Czolgosz hacer esa declaración, ni hay una sola palabra escrita que pruebe que el chico haya respirado la acusación. Nada más que la ignorancia y la histeria insana, que nunca han sido capaces de resolver el problema más simple de causa y efecto.

¡El Presidente de una República libre muerto! ¿Qué otra cosa puede ser la causa, excepto que el Attentäter debe haber estado loco, o que fue incitado al acto?

¡Una República libre! Cómo se mantendrá un mito, cómo seguirá engañando, engañando y cegando incluso a los relativamente inteligentes a sus monstruosos absurdos. ¡Una República libre! Y sin embargo, dentro de poco más de treinta años, un pequeño grupo de parásitos han robado con éxito al pueblo estadounidense y pisoteado los principios fundamentales establecidos por los padres de este país, garantizando a cada hombre, mujer y niño "la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad”.

Durante treinta años han ido aumentando su riqueza y su poder a expensas de la vasta masa de trabajadores, ampliando así el ejército de los desempleados, la porción hambrienta, desamparada y sin amigos de la humanidad, que están atravesando el país de este a oeste, De norte a sur, en vana búsqueda de trabajo. Durante muchos años el hogar ha quedado al cuidado de los pequeños, mientras que los padres están agotando su vida y su fuerza por una mera miseria. Durante treinta años los robustos hijos de América han sido sacrificados en el campo de batalla de la guerra industrial, y las hijas indignadas en el entorno corrupto de la fábrica. Durante años largos y cansados, este proceso de socavar la salud, el vigor y el orgullo de la nación, sin muchas protestas de los desheredados y oprimidos, ha estado ocurriendo. Enloquecidos por el éxito y la victoria, los poderes monetarios de esta "nuestra tierra libre" se volvieron cada vez más audaces en sus crueldades, crueles esfuerzos por competir con las podridas y corruptas tiranías europeas por la supremacía del poder.

En vano, una prensa mentirosa repudió a León Czolgosz como extranjero. El chico era un producto de nuestro propio suelo americano libre, que lo acostó con el sueño,

Mi país, eres de ti,

Dulce tierra de libertad.

¿Quién puede decir cuántas veces este niño americano se había gloriado en la celebración del Cuatro de Julio, o del Día de la Decoración, cuando honró fielmente a los muertos de la Nación? ¿Quién sabe si él también estaba dispuesto a "luchar por su país y morir por su libertad"? Hasta que se dio cuenta de él pertenecía a los que no tienen país, porque les han robado todo lo que han producido; Hasta que se dio cuenta de que la libertad y la independencia de sus sueños juveniles no eran más que una farsa. Pobre Leon Czolgosz, tu crimen consistía en una conciencia social demasiado sensible. A diferencia de sus ideales y  tus hermanos americanos sin cerebro, tus ideales se elevaron por encima del vientre y la cuenta bancaria. No es de extrañar que hayas impresionado al ser humano entre toda la multitud enfurecida en tu juicio - una mujer de periódico - como un visionario, totalmente ajeno a tu entorno. Sus ojos grandes y soñadores debieron de ver una nueva y gloriosa aurora.

Ahora, a un ejemplo reciente de parcelas Anarquistas fabricadas por la policía. En esa manchada ciudad de Chicago, la vida del jefe de policía Shippy fue atentada por un joven llamado Averbuch. Inmediatamente el grito fue enviado a los cuatro rincones del mundo que Averbuch era un anarquista, y que los Anarquistas eran responsables del acto. Todos los que eran conocidos por enterarse de las ideas Anarquistas fueron vigilados de cerca, varias personas detenidas, la biblioteca de un grupo anarquista confiscada y todas los mítines se hicieron imposibles. Huelga decir que, como en varias ocasiones anteriores, debo ser responsable del acto. Evidentemente la policía americana me atribuye poderes ocultos. No conocía Averbuch; de hecho, nunca antes había oído su nombre, y la única forma en que podía haber "conspirado" con él estaba en mi cuerpo astral. Pero, entonces, la policía no se ocupa de la lógica o la justicia. Lo que buscan es un objetivo, para enmascarar su absoluta ignorancia de la causa, de la psicología de un acto político. ¿Era Averbuch un anarquista? No hay ninguna prueba positiva de ello. Había sido más que tres meses en el país, no sabía el idioma, y, en lo que he podido averiguar, era bastante desconocido para los Anarquistas de Chicago.

¿Qué llevó a su acto? Averbuch, como la mayoría de los jóvenes inmigrantes rusos, sin duda creyó en la mítica libertad de América. Recibió su primer bautismo por el club del policía durante la dispersión brutal del desfile de parados. Además experimentó la igualdad americana y la oportunidad en los vanos esfuerzos por encontrar un maestro económico. En resumen, una estancia de tres meses en la gloriosa tierra lo llevó cara a cara con el hecho de que los desheredados están en la misma posición en todo el mundo. Probablemente en su tierra natal aprendió que la necesidad no conoce ninguna ley, no hay diferencia entre un policía ruso y un norteamericano.

La pregunta al estudiante social inteligente no es si los actos de Czolgosz o de Averbuch eran prácticos, más que si la tormenta es práctica. Lo que inevitablemente se imprime en el hombre y en la mujer que piensa y siente es que la visión del golpeteo brutal de víctimas inocentes en una así llamada República libre y la degradante lucha económica que destruye el alma suministran la chispa que enciende la fuerza dinámica en las almas sobrecogidas e indignadas de hombres como Czolgosz o Averbuch. Ninguna cantidad de persecución, de acoso, de represión, puede mantener este fenómeno social.

Pero, a menudo se pregunta, ¿no han reconocido que los Anarquistas cometieron actos de violencia? Ciertamente lo han hecho, siempre dispuestos a asumir la responsabilidad. Mi opinión es que fueron impulsados no por las enseñanzas del anarquismo, sino por la tremenda presión de las condiciones, haciendo la vida insoportable a sus naturalezas sensibles. Obviamente, el anarquismo, o cualquier otra teoría social, haciendo del hombre una unidad social consciente, actuará como levadura para la rebelión. Esto no es una mera afirmación, sino un hecho verificado por toda experiencia. Un examen minucioso de las circunstancias relativas a esta cuestión aclarará más mi posición.

Consideremos algunos de los actos Anarquistas más importantes en las últimas dos décadas. Por extraño que parezca, uno de los actos más significativos de violencia política ocurrió aquí en América, en relación con la huelga Homestead de 1892.

Durante ese tiempo memorable la Carnegie Steel Company organizó una conspiración para aplastar a la Amalgamated Association of Iron and Steel Workers[9]. Henry Clay Frick, entonces Presidente de la Compañía, fue encargado de esa democrática tarea. No perdió tiempo en llevar a cabo la política de romper el sindicato, política que había practicado con tanto éxito durante su reinado de terror en las regiones del coque. En secreto, y mientras las negociaciones de paz se prolongaban deliberadamente, Frick supervisaba los preparativos militares, la fortificación de la fábrica de acero de Homestead, la construcción de una valla de madera alta, cubierta con alambre de púas y provista de rendijas para los tiradores. Y luego, en la oscuridad de la noche, intentó contrabandear a su ejército de matones a sueldo de Pinkerton en Homestead, acto precipitó que la terrible matanza de los trabajadores de acero. No contento con la muerte de once víctimas, asesinadas en la escaramuza de Pinkerton, Henry Clay Frick, buen cristiano y americano libre, inmediatamente comenzó a perseguir a las esposas y huérfanos indefensos, ordenándolos fuera de las miserables casas de la Compañía.

Todo el país se despertó por estos ultrajes inhumanos. Cientos de voces se alzaron en protesta, llamando a Frick a desistir, a no ir demasiado lejos. Sí, cientos de personas protestaron, - como uno se opone a moscas molestas. Sólo uno fue el que respondió activamente a la indignación en Homestead, - Alexander Berkman. Sí, era anarquista. Él se gloriaba en ese hecho, porque era la única fuerza que hizo que la discordia entre su anhelo espiritual y el mundo fuera en absoluto soportable. Sin embargo, no el anarquismo, como tal, sino la brutal matanza de los once trabajadores del acero fue la urgencia del acto de Alexander Berkman, su atentado por la vida de Henry Clay Frick.

El registro de los actos europeos de violencia política ofrece numerosos e impactantes ejemplos de la influencia del medio ambiente en los seres humanos sensibles.

El discurso de la corte de Vaillant, que en 1894 explotó una bomba en la Cámara de Diputados de París, golpea la verdadera nota clave de la psicología de tales actos:

Caballeros, en pocos minutos tendrán su golpe, pero al recibir su veredicto tendré por lo menos la satisfacción de haber herido a la sociedad existente, aquella sociedad maldita en la que uno puede ver a un solo hombre gastando, inútilmente, lo suficiente para alimentar a miles de familias; una sociedad infame que permite a algunos individuos monopolizar toda la riqueza social, mientras que hay cientos de miles de desafortunados que ni siquiera tienen el pan que no se rehúsa a los perros, y mientras familias enteras se suicidan por falta de las necesidades de la vida.

¡Ah, caballeros, si las clases gobernantes pudieran bajar entre los desafortunados! Pero no, prefieren permanecer sordos a sus llamamientos. Parece que una fatalidad los empuja, como la realeza del siglo XVIII, hacia el precipicio que los engullirá, ¡ay de los que quedan sordos a los gritos de los hambrientos, ay de aquellos que, creyéndose de una esencia superior, asumen el derecho a explotar los que están debajo de ellos! Llega un momento en que la gente ya no razona más; Se elevan como un huracán y pasan como un torrente. Entonces vemos cabezas sangrantes empaladas en picas.

Entre los explotados, caballeros, hay dos clases de individuos. Los de una clase, sin darse cuenta de lo que son y de lo que podrían ser, toman la vida como viene, creen que nacen para ser esclavos y se contentan con lo poco que se les da a cambio de su trabajo. Pero hay otros, por el contrario, que piensan, que estudian y que, mirando a su alrededor, descubren iniquidades sociales. ¿Es culpa suya si ven claramente y sufren al ver sufrir a otros? Luego se lanzan a la lucha y se hacen portadores de los reclamos populares.

Caballeros, soy uno de estos últimos. Dondequiera que haya ido, he visto desgraciados doblados bajo el yugo de capital. Por todas partes he visto las mismas heridas que causan lágrimas de sangre, incluso en las partes más remotas de los distritos inhabitados de América del Sur, donde tenía derecho a creer que aquel que estaba cansado de los dolores de la civilización podía descansar a la sombra de las palmeras y allí estudiar la naturaleza. Bueno, incluso, más que en otros lugares, he visto venir el capital, como un vampiro, para chupar la última gota de sangre de los desgraciados parias.

Entonces volví a Francia, donde estaba reservado para mí ver a mi familia sufrir atrozmente. Esta fue la última gota en la taza de mi dolor. Cansado de llevar esta vida de sufrimiento y cobardía, lleve esta bomba a los que son los principales responsables de la miseria social.

Me censuran las heridas de aquellos que fueron golpeados por mis proyectiles. Permítanme señalar de paso que, si los burgueses no hubieran masacrado ni hecho masacres durante la Revolución, es probable que todavía estuvieran bajo el yugo de la nobleza. Por otro lado, figura a los muertos y heridos en Tonquin, Madagascar, Dahomey, añadiendo a los miles, sí, a millones de desgraciados que mueren en las fábricas, las minas y donde se siente el demoledor poder del capital. Añadir también a los que mueren de hambre, y todo esto con el asentimiento de nuestros diputados. ¡Además de todo esto, de cuán poco peso son los reproches que ahora me hacen!

"Es cierto que uno no borra al otro, pero, después de todo, ¿no estamos actuando a la defensiva cuando respondemos a los golpes que recibimos de arriba?" Sé muy bien que me dirán que debo tener Me limité a hablar por la reivindicación de las reivindicaciones del pueblo. ¡Pero que puedes esperar! Toma una voz fuerte para hacer oír a los sordos. Demasiado tiempo han respondido a nuestras voces por el encarcelamiento, la cuerda, voleas de rifle. No cometer errores; La explosión de mi bomba no es sólo el grito del rebelde Vaillant, sino el grito de toda una clase que reivindica sus derechos y que pronto añadirá actos a las palabras. Porque, asegúrate de ello, en vano pasarán leyes. Las ideas de los pensadores no se detendrán; así como en el siglo pasado todas las fuerzas gubernamentales no pudieron impedir que los Diderot y los Voltaire difundieran ideas emancipadoras entre el pueblo, de modo que todas las fuerzas gubernamentales existentes no impedirían que los Reclús, los Darwins, los Spencers, los Ibsens, Mirbeaus, difundan las ideas de justicia y libertad que aniquilarán los prejuicios que mantienen a la masa en la ignorancia. Y estas ideas, acogidas por los desgraciados, florecerán en actos de revuelta como lo han hecho en mí, hasta el día en que autoridad desaparezca.

Concluyo, caballeros, diciendo que una sociedad en la que se ven las desigualdades sociales que vemos a nuestro alrededor, en las que vemos cada día suicidios causados por la pobreza, la prostitución quemando en cada esquina, una sociedad cuyos principales monumentos Son cuarteles y cárceles, - tal sociedad debe ser transformada lo antes posible, con el dolor de ser eliminada, y eso rápidamente, por la raza humana. ¡Salve a aquel que trabaja, por lo que sea, para esta transformación! Es esta idea la que me ha guiado en mi duelo con la autoridad, pero como en este duelo sólo he herido a mi adversario, ahora es su turno para atacarme.

Ahora, señores, a mí no me importa lo que se pueda infligir, pues mirando esta asamblea con los ojos de la razón, no puedo evitar sonreírles, átomos perdidos en la materia y razonar sólo porque poseen una prolongación de la médula espinal, asume el derecho de juzgar a uno de tus compañeros.

¡Ah! Caballeros, como su asamblea es poca cosa y su veredicto en la historia de la humanidad, y la historia humana, a su vez, es también una cosa muy pequeña en el torbellino que la atraviesa por la inmensidad y que está destinada a desaparecer, o al menos transformarse, para comenzar de nuevo la misma historia y los mismos hechos, un juego verdaderamente perpetuo de las fuerzas cósmicas que se renuevan y se transfieren para siempre.

¿Alguien diría que Vaillant era un ignorante, un hombre vicioso o un lunático? ¿No era su mente singularmente clara y analítica? No es de extrañar que las mejores fuerzas intelectuales de Francia hablaron en su nombre y firmaron la petición al presidente Carnot, pidiéndole que conmutara la sentencia de muerte de Vaillant.

Carnot no escuchaba ninguna súplica; Insistió en más de una libra de carne, quería la vida de Vaillant, y entonces - lo inevitable ocurrió: el presidente Carnot fue asesinado. En el mango del estilete usado por el Attentäter se grabó, de manera significativa,

VAILLANT!

Santa Caserio era un anarquista. Podría haberse alejado, salvarse; Pero se quedó, se quedó con las consecuencias.
Sus razones para el acto se exponen de una manera tan simple, digna e infantil que se recuerda el conmovedor tributo que Caserio le hizo a su maestro de la pequeña escuela del pueblo, Ada Negri, poeta italiano, que hablaba de él como un dulce, planta tierna, de textura demasiado fina y sensible para soportar la cruel tensión del mundo.

-¡Señores del Jurado! No me propongo hacer una defensa, sino sólo una explicación de mi acción.

Desde mi juventud comencé a aprender que la sociedad actual está mal organizada, tan mal que cada día muchos hombres desgraciados se suicidan, dejando a las mujeres y los niños en la más terrible angustia. Los trabajadores, por miles, buscan trabajo y no pueden encontrarlo. Las familias pobres mendigan comida y tiemblan de frío; sufren la mayor miseria; los pequeños preguntan a sus miserables madres por comida, y las madres no pueden dárselas, porque no tienen nada. Las pocas cosas que contiene la casa ya han sido vendidas o empeñadas. Todo lo que pueden hacer es pedir limosna; A menudo son arrestados como vagabundos.

Me alejé de mi patria, porque con frecuencia me sentía llorado al ver a las niñas de ocho o diez años obligadas a trabajar quince horas al día por la miserable paga de veinte céntimos. Las mujeres jóvenes de dieciocho o veinte también trabajan quince horas diarias, por una burla de la remuneración. Y eso sucede no sólo a mis compatriotas, sino a todos los trabajadores, que sudan todo el día por una costra de pan, mientras que su trabajo produce riqueza en abundancia. Los obreros están obligados a vivir en las condiciones más miserables, y su comida consiste en un poco de pan, unas pocas cucharadas de arroz y agua; Así que cuando llegan a los treinta o cuarenta años, se agotan y van a morir en los hospitales. Además, a causa de la mala comida y el exceso de trabajo, estas criaturas infelices son devoradas por la pelagra, una enfermedad que, en mi país, ataca, como dicen los médicos, a quienes están mal alimentados y llevan una vida de trabajo y privación.

He observado que hay mucha gente que tiene hambre, y muchos niños que sufren, mientras que el pan y la ropa abundan en las ciudades." Vi muchas y grandes tiendas llenas de ropa y lana, y también vi almacenes llenos de trigo y maíz indio, apto para los necesitados, y por otro lado vi a miles de personas que no trabajan, que no producen nada y viven del trabajo de otros, que pasan cada día miles de francos por su
diversión; que debilitan a las hijas de los obreros; que poseen viviendas de cuarenta o cincuenta habitaciones; veinte o treinta caballos, muchos siervos; en una palabra, todos los placeres de la vida.

Yo creía en Dios; pero cuando vi una desigualdad tan grande entre los hombres, reconocí que no fue Dios quien creó al hombre, sino el hombre que creó a Dios. Y descubrí que aquellos que quieren que sus propiedades sean respetadas, tienen interés en predicar la existencia del paraíso y el infierno, y en mantener a la gente en la ignorancia.

No hace mucho, Vaillant lanzó una bomba en la Cámara de Diputados, para protestar contra el actual sistema de sociedad. No mató a nadie, sólo hirió a algunas personas; Pero la justicia burguesa lo sentenció a muerte. Y no satisfechos con la condena del culpable, comenzaron a perseguir a los Anarquistas ya detener no sólo a los que habían conocido a Vaillant, sino también a los que simplemente habían estado presentes en cualquier lectura anarquista.

El gobierno no pensaba en sus esposas e hijos. No consideraba que los hombres encarcelados no fueran los únicos que sufrieran, y que sus pequeños lloraban por el pan. La justicia burguesa no se preocupó por estos inocentes, que aún no saben lo que es la sociedad. No es culpa suya que sus padres estén en prisión; Sólo quieren comer.

El gobierno seguía buscando casas particulares, abriendo cartas privadas, prohibiendo lecturas y mítines, y practicando las más infames opresiones contra nosotros. Incluso ahora, cientos de Anarquistas son arrestados por haber escrito un artículo en un periódico o por haber expresado su opinión en público.

Caballeros del Jurado, ustedes son representantes de la sociedad burguesa. Si quieres mi cabeza, tómala; Pero no crean que, al hacerlo, detengan la propaganda anarquista. Tengan cuidado, porque los hombres cosechan lo que han sembrado.

Durante una procesión religiosa en 1896, en Barcelona, una bomba fue lanzada. Inmediatamente trescientos hombres y mujeres fueron arrestados. Algunos eran anarquistas, pero la mayoría eran sindicalistas y socialistas. Fueron arrojados a la terrible bastilla de Montjuich y sometidos a horribles torturas. Después de que un número había sido asesinado, o había terminado loco, sus casos fueron ocupados por la prensa liberal de Europa, dando por resultado la liberación de algunos sobrevivientes.

El principal responsable de este resurgimiento de la Inquisición fue Canovas del Castillo, primer ministro de España. Fue él quien ordenó la tortura de las víctimas, su carne quemada, sus huesos aplastados, sus lenguas cortadas. Practicado en el arte de la brutalidad durante su régimen en Cuba, Canovas permaneció absolutamente sordo ante los llamamientos y protestas de la conciencia civilizada despertada.

En 1897 Canovas del Castillo fue asesinado a tiros por un joven italiano, Angiolillo. Este último era un editor en su tierra natal, y sus enérgicas declaraciones pronto atrajeron la atención de las autoridades. La persecución comenzó, y Angiolillo huyó de Italia a España, de allí a Francia y Bélgica, finalmente se estableció en Inglaterra. Allí encontró empleo como compositor, y de inmediato se convirtió en el amigo de todos sus colegas. Uno de los últimos describió así a Angiolillo: "Su apariencia sugirió al periodista más que al discípulo de Guttenberg, y sus manos delicadas, además, traicionaron el hecho de que él no había crecido en el" caso". Con su bello rostro franco, su suave cabello oscuro, su expresión de alerta, se veía del mismo tipo que el vivo sureño. Angiolillo hablaba italiano, español y francés, pero no inglés; el poco francés que conocía no era suficiente para mantener una prolongada conversación. Sin embargo, Angiolillo pronto comenzó a adquirir el idioma inglés; Aprendió rápidamente, juguetonamente, y no pasó mucho tiempo hasta que llegó a ser muy popular con sus compañeros compositores. Su manera distinguida pero modesta, y su consideración hacia sus colegas, le ganaron el corazón de todos los muchachos".

Angiolillo pronto se familiarizó con las cuentas detalladas en la prensa. Leyó la gran ola de simpatía humana con las víctimas indefensas de Montjuich. En la plaza de Trafalgar vio con sus propios ojos los resultados de esas atrocidades, cuando los pocos españoles que escaparon de las garras de Castillo, fueron a buscar asilo en Inglaterra. Allí, en la gran reunión, estos hombres abrieron sus camisas y mostraron las horribles cicatrices de la carne quemada. Angiolillo vio, y el efecto sobrepasó las mil teorías; El ímpetu estaba más allá de las palabras, más allá de los argumentos, más allá de sí mismo.

El Señor[10] Antonio Canovas del Castillo, Primer Ministro de España, permaneció en Santa Agueda. Como de costumbre en tales casos, todos los extraños se mantuvieron alejados de su exaltada presencia. Sin embargo, se hizo una excepción en el caso de un italiano de aspecto distinguido y elegantemente vestido, representante de una importante revista. El distinguido caballero fue - Angiolillo.

El señor Canovas, a punto de salir de su casa, pisó el porche. De repente, Angiolillo lo enfrentó. Un tiro sonó, y Cánovas era un cadáver.

La esposa del primer ministro se precipitó sobre la escena. ¡Asesino, asesino! -gritó, señalando a Angiolillo-. El último se inclinó. -Perdón, señora -dijo-, te respeto como a una dama, pero lamento que fueras la esposa de ese hombre.

Calmly Angiolillo se enfrentó a la muerte. La muerte en su forma más terrible - para el hombre cuya alma era como la de un niño.

Estaba atrapado. Su cuerpo yacía, besado por el sol, hasta que el día se escondió en el crepúsculo. Y la gente llegó, y señalando el dedo de terror y miedo, dijeron: "Allí - el criminal - el asesino cruel."

¡Qué estúpida, qué cruel es la ignorancia! Malinterpreta siempre, condena siempre.

Un paralelo notable al caso de Angiolillo se encuentra en el acto de Gaetano Bresci, cuyo Attentat sobre el rey Umberto hizo una ciudad americana famosa.

Bresci vino a este país, esta tierra de oportunidades, donde uno tiene que tratar de alcanzar el éxito de oro. Sí, él también trataría de tener éxito. Trabajaría duro y fielmente. El trabajo no tenía terrores para él, si sólo le ayudara a la independencia, la hombría, el respeto de sí mismo.

Así, lleno de esperanza y entusiasmo, se estableció en Paterson, Nueva Jersey, y allí encontró un trabajo lucrativo a seis dólares por semana en una de las fábricas de tejeduría de la ciudad. Seis dólares enteros por semana eran, sin duda, una fortuna para Italia, pero no lo suficiente para respirar en el nuevo país. Le encantaba su pequeña casa. Era un buen esposo y devoto padre de su bambina Bianca, a quien adoraba. Trabajó y trabajó durante varios años. En realidad logró ahorrar cien dólares de sus seis dólares por semana.

Bresci tenía un ideal. Tonto, lo sé, para que un trabajador tenga un ideal, - el papel anarquista publicado en Paterson, La Questione Sociale.

Cada semana, aunque cansado del trabajo, ayudaba a preparar el papel. Hasta más tarde asistió, y cuando el pequeño pionero había agotado todos los recursos y sus compañeros estaban desesperados, Bresci trajo alegría y esperanza, cien dólares, todo el ahorro de años. Eso mantendría el papel a flote.

En su tierra natal la gente estaba hambrienta. Las cosechas habían sido pobres y los campesinos se vieron frente a frente con el hambre. Ellos apelaron a su buen rey Umberto; Él ayudaría. Y lo hizo. Las esposas de los campesinos que habían ido al palacio del Rey, reprimieron en silencio mudo a sus bebés demacrados. Seguramente que se movería. Y entonces los soldados dispararon y mataron a esos pobres tontos.

Bresci, que trabajaba en la fábrica de tejido de Paterson, leía de la horrible masacre. Su mirada mental contempló a las mujeres indefensas y a los inocentes infantes de su tierra natal, sacrificados justo ante el buen Rey. Su alma retrocedió horrorizada. Por la noche oyó los gemidos de los heridos. Algunos pueden haber sido sus camaradas, su propia carne. ¿Por qué, por qué estos sucios asesinatos?

La pequeña reunión del grupo anarquista italiano en Paterson terminó casi en una pelea. Bresci había exigido sus cien dólares. Sus compañeros rogaron, le imploraron que les diera un respiro. El periódico caería si le devolvían su préstamo. Pero Bresci insistió en su regreso.

Qué cruel y estúpido es la ignorancia. Bresci consiguió el dinero, pero perdió la buena voluntad, la confianza de sus camaradas. No tendrían nada que ver con alguien cuya codicia fuera mayor que sus ideales.

El 29 de julio de 1900, el rey Umberto recibió un disparo en Monzo. El joven tejedor italiano de Paterson, Gaetano Bresci, había tomado la vida del buen rey.

Paterson fue puesto bajo vigilancia policial, todo el mundo conocido como un anarquista acosado y perseguido, y el acto de Bresci atribuido a las enseñanzas del anarquismo. Como si las enseñanzas del anarquismo en su forma más extrema pudieran igualar la fuerza de las mujeres muertas y los infantes, que habían peregrinado al rey por ayuda. Como si cualquier palabra hablada, siempre tan elocuente, pudiera arder en un alma humana con un calor tan blanco como la sangre que cae gota a gota de esas formas moribundas. El hombre ordinario rara vez se mueve, ya sea por palabra o por hecho; Y aquellos cuyo parentesco social es la fuerza viva más grande no necesita apelación para responder - al igual que el acero al imán - a los males y horrores de la sociedad.

Si una teoría social es un factor fuerte que induce a actos de violencia política, ¿cómo explicamos los recientes brotes violentos en la India, donde el anarquismo apenas ha nacido?

Más que cualquier otra vieja filosofía, las enseñanzas hindúes han exaltado la resistencia pasiva, la deriva de la vida, el Nirvana, como el ideal espiritual más elevado. Sin embargo, la agitación social en la India está creciendo diariamente, y sólo recientemente ha resultado en un acto de violencia política, el asesinato de Sir Curzon Wyllie por el hindú Madar Sol Dhingra.

Si tal fenómeno puede ocurrir en un país social e individualmente impregnado durante siglos con el espíritu de pasividad, ¿se puede cuestionar el tremendo efecto revolucionario sobre el carácter humano ejercido por las grandes injusticias sociales? ¿Puede uno dudar de la lógica, la justicia de estas palabras:

La represión, la tiranía y el castigo indiscriminado de hombres inocentes han sido las consignas del gobierno de la dominación alienígena en la India desde que comenzamos el boicot comercial de los bienes ingleses. Las cualidades de tigre de los británicos están muy presentes ahora en la India. ¡Ellos piensan que por la fuerza de la espada se mantendrá abajo India! Es esta arrogancia lo que ha provocado la bomba, y cuanto más tiranizan sobre un pueblo indefenso y desarmado, más el terrorismo crecerá. Podemos despreciar el terrorismo como extravagante y ajeno a nuestra cultura, pero es inevitable mientras esta tiranía continúe, porque no son los terroristas los que deben ser culpados, sino los tiranos que son responsables de ello. Es el único recurso para una gente desamparada y desarmada cuando llega al borde de la desesperación. Nunca es criminal por su parte. El crimen es del tirano[11].

Incluso los científicos conservadores están empezando a darse cuenta de que la herencia no es el único factor que moldea el carácter humano. Clima, alimentación, ocupación; el color, la luz y el sonido deben ser considerados en el estudio de la psicología humana.

Si eso es cierto, cuánto más correcto es el argumento de que los grandes abusos sociales tendrán y deben influir en diferentes mentes y temperamentos de una manera diferente. Y cuán totalmente falaz la idea estereotipada de que las enseñanzas del anarquismo, o ciertos exponentes de estas enseñanzas, son responsables de los actos de violencia política.

El anarquismo, más que cualquier otra teoría social, valora la vida humana por encima de las cosas. Todos los anarquistas están de acuerdo con Tolstoi en esta verdad fundamental: si la producción de cualquier producto necesita el sacrificio de la vida humana, la sociedad debe prescindir de esa mercancía, pero no puede prescindir de esa vida. Que, sin embargo, de ningún modo indica que el anarquismo enseña la sumisión. ¿Cómo puede ella, cuando sabe que todo el sufrimiento, toda la miseria, todos los males, resultan del mal de la sumisión?

¿No ha dicho algún antepasado estadounidense, hace muchos años, que la resistencia a la tiranía es la obediencia a Dios? Y tampoco era un anarquista. Diría que la resistencia a la tiranía es el ideal más elevado del hombre. Mientras exista la tiranía, sea cual sea la forma, la aspiración más profunda del hombre debe resistirla tan inevitablemente como el hombre debe respirar.

En comparación con la violencia al por mayor del capital y del gobierno, los actos políticos de violencia no son sino una gota en el océano. Que tan pocos resistan es la prueba más fuerte de lo terrible que debe ser el conflicto entre sus almas y las insoportables injusticias sociales.

Altos como una cuerda de violín, lloran y lamentan por la vida, tan implacable, tan cruel, tan terriblemente inhumano. En un momento desesperado la cadena se rompe. Las orejas sin ánimo no oyen más que discordia. Pero aquellos que sienten el grito angustiado entienden su armonía; oyen en ella el cumplimiento del momento más irresistible de la naturaleza humana.

Tal es la psicología de la violencia política.

Fuente y escrito con imagenes: Piratea y Difunde

Notas

[1] Un revolucionario cometiendo un acto de violencia política [Nota del original].

[2] Auguste Vaillant (Mazières, 1861- París, 5 de febrero de 1894) fue un anarquista francés. El 9 de diciembre de 1893 lanzó una bomba en la cámara de Diputados como protesta contra la ejecución de Ravachol (otro anarquista francés famoso por sus atentados contra representantes del poder judicial francés) y para denunciar la represión del gobierno del presidente francés Jean Casimir-Perier (sucesor del presidente Sadit Carnot, quien fue asesinado en Lyon el 25 de junio de 1894 por el anarquista Santa Caserio) [Nota del traductor].

[3] Una Psicología Profesional Militar [N. del T.].

[4] Paris and the Social Revolution. [Nota del O.].

[5] Espantajo [N. del T.].

[6] El 25 de Octubre de 1893, la policía británica sudafricana inicio una matanza  contra la tribu de los Matabele, dejando un saldo de 1600 matabeles muertos contra cuatro bajas británicas. [N. del T.].

[7] De un folleto publicado por el Grupo de Libertad de Londres. [N. del O.]

[8] Leon Czolgosz (Detroit, 1873 – Auburn, 29 de octubre de 1901) fue un anarquista que asesinó al presidente de Estados Unidos, William McKinley el 6 de septiembre de 1901. Durante su proceso el gobierno trato de incriminar a Emma Goldman, sin embargo no pudieron. En esos momentos, Emma fue la única dentro y fuera de los círculos radicales que lucho contra la sentencia de muerte de Czolgosz. [N. del T.].

[9] Asociación Unida de Trabajadores del Hierro y el Acero. [N. del T.]

[10] En español en el original [N. del T].

[11] The free Hindustán [N. del O.]

Tres décadas de actividad libertaria en el Tesino

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El año pasado, el círculo Carlo Vanza (del Tesino, la Suiza de habla italiana) celebró sus treinta años de existencia. Fundado como asociación en Minusio, en 2003 se mudó a una nueva sede en Locarno, y desde 2014 se trasladó a un espacio más amplio en Via Convento 4, en Bellinzona.

Su biblioteca cuenta actualmente con más de cinco mil quinientos libros, cuyo catálogo se puede consultar en la página web www.anarcobolo.ch/vanza, donde también se pueden ver las próximas actividades y las ya realizadas, junto a diversos documentos, además de un amplio archivo de colecciones documentales y de revistas libertarias. La mayor parte de ellas están en italiano, francés o alemán.

Intenta especializarse en el movimiento libertario en Suiza y en las nuevas tendencias del anarquismo, en particular el antimilitarismo y la autogestión, sin olvidar el feminismo o el librepensamiento.

Anualmente promueve una docena de iniciativas culturales, manifestaciones y eventos libertarios, no solo de tipo "anarquista tradicional", con el fin de ofrecer a un público más amplio momentos de debate, diálogo, confrontación y convivencia sobre el pensamiento y la praxis antijerárquica.

El Círculo se financia únicamente con las cuotas anuales ordinarias y extraordinarias de sus alrededor de cincuenta socios. Publica anualmente el Bolletino del Circolo Carlo Vanza. Aparte, compañeros del Círculo publican cada cuatro meses la excelente revista Voce libertaria.

La sede está abierta el sábado por la tarde, lo que ofrece la ocasión de disfrutar de momentos informales y de convivencia, encuentros e intercambios entre compañeros.

El Círculo forma parte de REBAL (Rete delle Biblioteche e archivi anarchici e libertari) y es miembro de la Federación Internacional de Centros de Estudio y Documentación Libertarios (FICEDL), además de colaborar con el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Anarquismo (CIRA) de Lausana en el Cantiere Biografico degli Anarchici in Svizzera, que recoge más de dos mil fichas de anarquistas que han desarrollado alguna actividad en Suiza.

¿Por qué Carlo Vanza?

Ciertamente, no se puede olvidar a Carlo Vanza, especialmente ahora que se cumplen cuarenta años de su muerte.

Carlo Vanza nace en Biasca el 11 de mayo de 1901. Aunque obtuvo el título de maestro elemental, jamás trabajó en la escuela. De hecho, afiliado desde muy joven al Partido Socialista, en 1922 abraza el anarquismo, y ese mismo año acompaña clandestinamente -junto a Giuseppe Peretti, Giuseppe Bonaria y otros- al anarquista italiano Errico Malatesta desde Bellinzona hasta Saint-Imier con motivo del cincuenta aniversario de la Internacional antiautoritaria. "A mi regreso me encontré con la desagradable sorpresa de la venganza consumada en mi perjuicio por los socialistas que gobernaban en mi pueblo, quienes, no sabiendo superar el resentimiento por haber abandonado yo su partido, no encontraron nada mejor que negarme al confirmación que debía darse en esas fechas, impidiéndome de ese modo y para siempre la posibilidad de ejercer el magisterio al que con toda confianza me había dedicado".

Desde 1923 colabora en el Risveglio comunista anarchico (a partir de 1925, Risveglio anarchico) de Ginebra. En los años veinte estará activo en el grupo de Bellinzona junto a Giuseppe Peretti, Antonio Gagliardi, Giuseppe Bonaria, Antonietta Griffith, Franz Moser, Rosalia Griffith, Cleia Dotta, etc., que ayuda a numerosos exiliados antifascistas italianos a establecerse en Francia o en América, en colaboración con Luigi Bertoni y Carlo Frigerio de Ginebra, y de Ferdinando Balboni en Basilea.

Es animador desde 1928 del grupo anarquista de Biasca, surgido con el objetivo de contrastar "la incesante penetración fascista en Suiza, y en particular modo en nuestro Tesino (…) mediante una acción enérgica y digna". A la petición de información por parte de la policía cantonal, la gendarmería local responde en 1930: "gestiona en Biasca la Hostería del Norte, con una tienda de comestibles aneja. Maestro, aunque no ha trabajado en la escuela. Carácter áspero y violento, fue algún tiempo adjunto en las oficinas del Ayuntamiento de Biasca. Mediante instancia del 20 de abril de 1929 ha solicitado autorización para publicar la revista Vogliamo". Efectivamente, entre 1929 y 1931 será redactor de la revista anarquista del Tesino Vogliamo! (¡Queremos!), que se subtitula "Revista mensual de cultura social, histórica y literaria".

Precisamente en esta revista aparece en enero-febrero de 1931 el Manifiesto de la Federación Anarquista del Tesino (Federación fundada en el Pleno de Bellinzona del 23 de noviembre de 1930, primero con sede en Lugano y después en Biasca). En 1931 conoce al anarquista italiano Rodolfo Guscher (después expulsado con Pacciardi de Suiza a petición de Mussolini) que residirá en Lugano. El intento de Gunscher y otros compañeros de organizar una manifestación frente a la legación italiana en Lausana en el verano de 1932 no se lleva a cabo a causa de algunos provocadores fascistas residentes en el Tesino (expulsados más tarde), y algunas cargas explosivas caerán en manos de Vanza, de las que se deshará enseguida.

El verano de 1948, Vanza abre una biblioteca con el grupo anarquista de Biasca. Es miembro de la Federación Anarquista Italiana (FAI) y continúa su colaboración intermitente en diversas cabeceras anarquistas: Il Risveglio anarchico de Ginebra, Il Libertario de Milán, Umanità Nova, Bolletino interno della FAI, L'Internazionale, de Ancona, y otros periódicos del Tesino como Libera Stampa, Il Pungolo, de Lugano, Il Dovere, de Bellinzona. Para el Primero de Mayo de 1950 es rechazada por la Cámara de Trabajo una intervención pública suya.

Participa en el VII Congreso Nacional de la FAI en Rosignano, en 1961, como delegado de los anarquistas italianos en Suiza. En septiembre de 1972 está presente en el Centenario de la Internacional antiautoritaria en Saint-Imier, acompañado por Romano Broggini, donde se reencuentra con otros compañeros de su edad de Zúrich.

Aquí toma contacto con las nuevas generaciones, tanto que, desde 1974, participa en ocasiones en las reuniones de la reciente Organización Anarquista del Tesino, fundada en diciembre de 1973. Muere en Biasca el 31 de agosto de 1976, poco después de volver de un viaje, procedente de Basilea para visitar al compañero F. Balboni.

Alice Vanza, de soltera Rodoni (1905-1992) donó a finales de los ochenta una parte de la biblioteca de su marido -alrededor de trescientos veinte títulos- al recientemente creado Círculo.

Gianpiero Bottinelli

Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Abril de 2017

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